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Semana Santa en El Limón, Jal.

En un pequeño rincón de Jalisco, ubicado en la Sierra de Amula, se encuentra el pueblo de El Limón, donde la creatividad, pero sobre todo la perseverancia y la fe, se ponen de manifiesto desde hace más de 20 años y de manera consecutiva durante los Días Santos de la Semana Mayor con la representación del Viacrucis o “Judea de El Limón.”

En este año hacemos una cordial invitación a todo el público en general a que nos acompañen con mucho respeto y devoción a vivir y sentir la Semana Santa en nuestro pueblo, bajo el siguiente programa:


Domingo de Ramos (1 de Abril)

7:00 PM Bendición Solemne de Palmas en el Templo del Sagrado Corazón en la Alameda. Procesión a la Parroquia de la Inmaculada Concepción.

Jueves Santo (5 de Abril)

6:00 PM Institución de la Eucaristía (Lavatorio de pies) y continuando con la Adoración al Santísimo Sacramento

9:00 PM Representación de la Última Cena, Oración en el Huerto y Prendimiento de Jesús.

 Viernes Santo (6 de Abril)

8:00 AM Liturgia de las Horas (Oficio de Lectura y Laudes)

9:00 AM Rezo del Santo Viacrucis en el Templo de la Inmaculada Concepción.

10:00 AM Ejercicio Piadoso de las “Tres Caídas” en el Templo Parroquial

10:30 AM Viacrucis Viviente por las calles del pueblo

3:00 PM Ejercicio Piadoso de las “Siete Palabras” en el Templo Parroquial

6:00 PM Oficios de la Pasión del Señor (Liturgia de la Palabra, Oración Universal, Adoración de la Santa Cruz y Sagrada Comunión)

9:00 PM Marcha del Silencio partiendo de la Alameda hasta el Templo Parroquial y Rosario de Pésame

 Sábado Santo (7 de Abril)

8:00 AM Liturgia de las Horas (Oficio de Lectura, Laudes y Via Matris)

9:00 PM Vigilia Pascual

 Les recordamos que el Viernes Santo es día de ayuno y abstinencia.

“Que en Cristo Resucitado que es Nuestra Paz, México y Nuestro Pueblo tenga vida digna.”

Los esperamos en El Limón, Jalisco.

El Grullo, Jalisco.

Rodrigo Polanco Ahumada.

 

El municipio de El Grullo, Jalisco se encuentra ubicado en el suroeste del estado, pertenece a la región Sierra de Amula, siendo este municipio la cabecera de la región. Esta aproximadamente a unos 800 metros sobre el nivel del mar.

     Visitar este municipio, resulta ser una experiencia sumamente placentera, al llegar las cercanías del lugar se puede sentir inmediatamente el clima cálido que predomina la mayor parte del año debido a su cercanía con la costa sur de Jalisco, pues El Grullo es el comienzo de dicha zona costera, sin embargo el calor que se siente no suele ser sofocante o intolerante como en otras zonas del estado, debido a que la mayor extensión de su territorio es húmedo esto compensa el clima para hacerlo agradable para sus habitantes y visitantes.

     Es inevitable darse cuenta de que este lugar es un valle rodeado de cerros y montañas que hacen del paisaje algo espectacular, donde sea que estés parado puedes observar el cerro donde se encuentra la capilla que se construyo en honor a la Virgen de Guadalupe, en donde cada 12 de diciembre, los fieles religiosos suben desde las faldas hasta la punta del cerro para festejar a la santa patrona durante los 12 días que dura la celebración, un dato curioso es que para subir hasta la cima, la gente del pueblo construyo un andador de escalones que inicia desde la parte baja del cerro y llega hasta la cima del mismo, cada uno de estos escalones tiene escrito en azulejo el nombre de la familia, persona, institución o corporación que ayudo y dono dinero para la realización del andador . Esta es apenas una de las tantas tradiciones que se siguen conservando en el valle de ayuquila, como anteriormente se le conocía al lugar que cabe rescatar que El Grullo es la zona prehispánica más antigua que todavía existe en la mencionada zona.

     La naturaleza grullense predomina en el paisaje del lugar, haciendo que el visitante se sienta instantáneamente acogido y en contacto con la pureza y frescura que este pueblo ofrece, y el principal motivo por el cual te das cuenta de que te encuentras en un valle es porque para poder llegar a El Grullo tendremos que pasar por algunos minutos de curvas cerradas al borde de cerros, uno de ellos es El Chorrillo, como lo conoce la gente del lugar, por lo que es recomendable tomar algún medicamento para evitar las nauseas y el mareo antes de comenzar el viaje para solo dedicarse a disfrutar del paisaje que la carretera nos propone, poniendo especial atención en los riscos ya que si tenemos suerte podemos ser testigos de la vida apacible de los venados.

     Una vez llegando a El Grullo, ya sea en automóvil o autobús, es imperdonable no visitar primero el centro del pueblo ya que en el podemos observar la presidencia municipal que relativamente tiene poco de haber sido construida tan solo a un costado de la presidencia antigua que a su vez esta a lado de la iglesia de Santa María De Guadalupe, que es visitada constantemente por el turismo nacional e incluso internacional, esta parroquia actualmente se encuentra en proceso de restauración, en el centro es fácil acercarnos a las tradiciones típicas del lugar en especial la comida, como el tejuino, la nieve, la cajeta, el alfajor, las marinas etc. Otro de los atractivos del centro es el jardín principal que cabe señalar que las autoridades del lugar se han encargado de cuidarlo y protegerlo, por lo que dar un paseo alrededor de dicho jardín puede ser una experiencia muy relajante y agradable tan solo a unos metros de la iglesia están colocadas dentro de las fuentes dos grullas (aves) en una especie de homenaje al nombre del lugar, que contrario a lo que parezca el motivo por el cual se le dio el nombre a este lugar es por la abundancia de zacate grullo que abundaba en los terrenos pantanosos que alguna vez existieron en el lugar.

     Siguiendo con el territorio de El Grullo, al este del lugar se encuentra situada “La Alameda”, un parque familiar de extensión mediana en donde se puede pasear en compañía de la familia y degustar de una nieve raspada, de muchísimos sabores, como tamarindo, piña, fresa, entre muchos otros, o de igual manera sentarse en una de las muchas bancas y observar cómo pasa el tiempo sin ningún contratiempo, la tranquilidad de este lugar es incomparable, sin duda alguna es una desconexión del ajetreo de las grandes ciudades, y una buena opción para dedicarnos un tiempo para nosotros mismos, en donde solo es necesario llevar ganas de conocer un lugar diferente y disposición de caminar para recorrer cada rincón de El Grullo.

     En entrevista con el cronista oficial de El Grullo, el Dr. Pedro Rubio Sánchez menciona que fue en el año de 1912 cuando se declaro el lugar como municipio y fue 50 años después cuando se le otorgo el titulo de ciudad, desde entonces el progreso de esta ciudad, ha ido evolucionando de manera constante por lo que el sector económico se ha visto beneficiado por dicho crecimiento, en palabras de Don Pedro Rubio, “la mayor parte de las personas que habitan en El Grullo se mantienen de pequeños negocios”. Sin embargo la industria alimenticia tiene una importante presencia en el lugar ya que uno de los ingenios de mayor productividad no solo para el estado sino también para el país, se encuentra instalado a las afueras del lugar, debe su nombre al abogado y científico Melchor Ocampo.

     Por tal motivo es común en El Grullo encontrarnos con el paisaje impresionante y de extensas dimensiones de los cañaverales, que dibujan de un verde vivo y alegre los contornos de este poblado, para los que gustan de la fotografía estos paisajes ofrecen vistas espectaculares que seguramente impactaran al ojo mas critico, otro atractivo turístico que se encuentra a tan solo 30 minutos en automóvil es “Guadalajarita” ubicado en la punta más alta de un cerro que si lo vemos desde abajo pareciera que estamos viendo una ciudad incluso se puede distinguir lo que pareciera ser una capilla, este es un mítico lugar lleno de misterios, Luis Omar Sandoval González oriundo de El Grullo, nos platico acerca de la leyenda de este lugar en donde se cree que muchos años antes un hechizo fue lanzado para que la ciudad fuera convertida en piedra incluyendo a sus habitantes, así mismo se dice que en “Guadalajarita” existe una puerta a otra dimensión, este lugar ha servido para reuniones y encuentros con la naturaleza, personas de muchas partes vienen hasta este lugar para recibir a la primavera el 21 de marzo, según esto para impregnarse de la energía que emana del lugar.

     En el camino que nos lleva a “Guadalajarita” nos toparemos con “El colomo” un rio de agua dulce, que se extiende desde El Grullo a El limón (Poblado cercano), en donde se puede acampar e incluso gracias al cuidado que la gente ha tenido con este rio, podemos meternos y disfrutar del agua, teniendo sus debidas precauciones.

     El Grullo, Jalisco, es una buena opción para visitar para quienes gustan del turismo de relajación, desconectarse de la ciudad y darse un tiempo para disfrutar de las cosas sencillas pero interesantes del lugar, caminar por “La alameda”, el centro, ir hacia el colomo, subir el cerro, desayunar en el mercado, probar las enchiladas que por cierto no son iguales a las que se conocen por ejemplo en Guadalajara, o __ comprar una típica cerveza de raíz que es tradicional en El Grullo que según “La güera Pelayo dueña de los muchos puestos de esta cerveza, la elaboración depende de la vainilla y agua mineral__ , será una experiencia inolvidable y divertida, en el lugar se encuentran dos hoteles de 4 estrellas cada uno, el hotel corona y el camino real, Mariana Naranjo Olivares , recepcionista del hotel corona nos dice que el hotel corona cuenta con servicios amplios y habitaciones cómodas, los precios oscilan entre 250 y 500 pesos por habitación por noche, para comer no es necesario gastar mucho, existen mucha variedad de puestos en donde encontrar comida desde casera hasta la más elaborada.

     Sin duda este es un buen lugar para visitar, explorar y encontrarse con la naturaleza pero sobre todo reencontrarse con uno mismo.

Aún en la Memoria Campesina.

Rodolfo Gónzalez Figueroa.

Me escapo de la modernidad y me voy con los ancianos de Tetapán, Municipio de Zapotitlán de Vadillo, Jalisco, donde, poco a poco voy encontrando una necesidad social de encuentro, una como atracción de unidad que había sido suprimida por el modelo de sociedad desunificado, desbiologizado, desnaturalizado, desplanetizado. Ahí, cuando me reúno con los ancianos de Tetapán el futuro es el pasado. Los relatos pretéritos se vuelven recomendaciones futuras, y las anécdotas creadas en la Milpa manifiestan esperanza. Cuando estas personas cuentan su pasado y viajan en su memoria, una expresión de alegría nostálgica evidencia la bella recreación de la vida que en aquellos tiempos se daba en la parcela.

     -Ahora ya no, dice triste, Don José, antes pensar en la milpa era pensar en que había comida y trabajo. Ahora la Milpa ya casi ni hay por el uso de químicos. Ya ni se siembra maíz con frijol. Con los ancianos y ancianas de Tetapán, se crea un espacio de viaje al pasado. Don José, de 96 años, así cuenta. El es el que más cuenta, será porque no mira. Pero a decir verdad, ¿para que ver? Si lo que se ve en la actualidad son cosas que la gente de antes ni imaginaba que pasarían. Don José siempre tiene los ojos cerrados pero mantiene la memoria abierta. Habla del maíz, de la yunta, del arado, de las especies que convivían en un mismo lugar y de historias inspiradas en la tierra.

     Por su parte, comenta Doña Santos, que lo que más extraña de antes es que había hombres trabajando siempre con la yunta de bueyes, con los yugos bien puestos (¿albur?) y ellas iban a llevar el lonche, había que comer en la parcela y mucho trabajo. El tiempo ya no es el mismo, cada día tiende a cambiar. Últimamente los días son más rápidos, pero en Tetapán, con el grupo de ancianas y ancianos esto no ocurre, pues el sentimiento expresado a través de los recuerdos supera dimensiones establecidas y lógicas impuestas.

     Como la de Don Refugio, que con tristeza y parlamento lento, revela que lo que más extraña es trabajar como trabajaba antes. Es decir, todo el día. Orita ya no se puede,-dice- ya no es igual, cuando tenía 35 años me iba a trabajar desde antes de amanecer y volvía en la noche contento de estar en la labor, pero orita ya no, ya nomás llega el medio día y los huesos me duelen. Luego compara esto con el modo de vida actual, ¿algún joven podrá trabajar en el campo todo el día? ¿Podría tener, al  menos, esa voluntad y ese gusto? El señor se ríe asumiendo que la juventud actual de plano necesita otro tipo de educación que arraigue, no que expulse.

     Ramona, es una una señora de más de 40 años que alegremente echa a andar su memoria y comparte con agrado todo lo que antes hacía desde que amanecía, –me iba a los mangos hasta arriba al cerro y a gusto, feliz de la vida, luego a lavar en el río, a llevar el lonche, para volver hacer la comida y así pa arriba y pa abajo. Yo creo por eso hay mucha obesidad ahora. Pos también íbamos a moler el nixtamal a mano y todo caminando, todo era ejercicio. Y lo que comíamos era natural. Aquí, la experiencia local nos hace deducir que la forma de vida anterior no sólo implicaba una actividad física constante, además se complementaba con una alimentación natural, local, estacional, las estaciones del año, recuerda la gente, eran quienes marcaban la dieta alimenticia.  Por ello la escases de obesidad en aquellos tiempos, por eso también, la falta de energía y por lo tanto de voluntad de la juventud de ahora que nomas ingieren comida procesada. La alimentación como elemento de deterioro social en la actualidad, la alimentación como fortalecimiento personal en la anterioridad.

      Los diálogos en Tetapan, con esta gente, rememoran un tiempo que existe aún, un modo arraigado en las plantas, en la tierra. El intercambio de sabidurías allí nos motiva a creer que esa reminiscencia del Vivir Bien destella fertilidad para el futuro. Necesitamos mas encuentros entre seres sabios y sabias. Estos ancianos y ancianas cada vez me contagian de alegría cuando cuentan, compartiendo su sentimiento más que el conocimiento, que sembrar era una fiesta, dar tierra un regocijo, cosechar era otra fiesta y el trabajo era lo que unía a la gente. No que ahora es el trabajo lo que nos desune.

 Al siguiente día:

     Tetapán resplandece en quietud al medio día. Por la calle circulan algunas bolsas de plástico y en círculos fugaces desaparecen con el viento. Nadie camina en esa soledad. “Pueblo de Viejos” Dicen los mismos viejos en una de las reuniones que tuve con ellas. Y ellos.

     Cuando llega el jueves, que es día de reunión de ancianas y ancianos, es cuando se ve gente en la calle. Es que al medio día en esta comunidad el sol quema, los pocos jóvenes que quedan se van a  trabajar a La Primavera, Bioparques, Desert Glory, empresas agroindustriales establecidas en la región y sólo se ven llegar los camiones distribuidores de Coca-cola, Sabritas, Sonrics, Marinela, etc. Dejando tras de sí los exhibidores llenos de chatarra, las bolsas de las comerciantes vacías y la salud de las personas amenazada.

¿A quién le venden sus productos estos camiones?

     “Poca gente, cada vez menos, este pueblo pronto será fantasma” Presagia con tristeza don “Chayito” mientras desgrana con sus manos callosas, curtidas de tierra, unos molcates que su hija le dejó en la carretilla, bajo el mezquite que este año quedó mutilado por el Huracán Jova.

     En cambio Don José, opina distinto, el piensa que Tetapán no quedará solo. Imagina que quizá pronto los aguacateros y el aguacate les dará trabajo a los jóvenes, intuye que aunque sea gente de afuera, principalmente Michoacanos, quién entra el Municipio a sembrar, ellos les darán trabajo para que no salgan a las Agroempresas  y así pueda la economía mejorar y los jóvenes quedarse. Pero, de pronto Don José, hace una pausa…” ¿Quién entonces va sembrar el maíz y agarrar el arado? ¿Quién continuará cuidando la semilla y haciendo la labor como nosotros? A nadie le interesa”. Don José se confunde, mira al piso, cierra los ojos y se los talla con sus manos que evidencian todo un esfuerzo por cuidar la tierra y los maíces.

Queda un silencio entre el grupo.

     Ellas y ellos emprenden un viaje nostálgico hacia el pasado, un recorrido por la memoria, largo andar, empolvados recuerdos, sentimientos encontrados.

     “También lo del costalillo”; recuerda y habla, de pronto, Doña Esperanza, “es una cosa que antes nos unía y nos daba trabajo. Todos sabíamos hacer costalillo, sabíamos tejerlo y luego íbamos a venderlo o cambiarlo por cargas de leña, de maíz si no teníamos, o traíamos algunas frutas. Así era nomás, si tenías cosecha y sabias hacer costalillo pues estabas bien”.

     El costalillo, es una especie de morral, hecho con la fibra del maguey. El maguey es buena planta, generosa y que sirve de mucho, dice aquí la gente. Antes complementaba la vida en el campo. Muchos tenían su taberna para hacer vino o mezcal. El vino servía para las fiestas, para ponerle al ponche y para motivar el trabajo, las alegrías, las distenciones, las inspiraciones y las buenas sensaciones.

     “Yo me echaba mis vinos después de cada jornada”, cuenta, con entusiasmo, Don José. “Es como para festejar que cumplimos la tarea. Y era del que yo hacía. Luego mi mujer y los hijos con la fibra se ponían hacer el costalillo. Yo llevaba el maíz, la calabaza, el frijol. Y ellos traían otras comidas para complementar con lo que se vendía del costalillo y cambiábamos por varias cosas”.

     Melancolía pura se despide en la reunión. Las miradas no miran lo que hay alrededor, están contemplando el interior, el pasado. Las miradas de los presentes traspasan estructuras, se van con el aire a tocar con el corazón los tiempos aquellos del calzón de manta y la trenza alegre y coqueta.  Para unos está bien recordar porque se reviven sentimientos. Y revivir lo pasado, hace creer muchas de las veces, que la realidad si se puede transformar, aunque sea un ratito, aunque sea desde nuestro interior, aunque cerremos los ojos.

     Invisivilizar el presente, desfragmentar el dolor, hacer que la crudeza de la crisis actual se vea olvidada con la poderosa memoria, la inmortal, la eterna e invencible memoria campesina, que se echa andar, que desenrolla lo enrrollado por la opresión, que despliega esperanzas y contundentes visiones de que pronto, no debe tardar, la sociedad volverá a ser lo que fue.

      “No entiendo porque a los jóvenes no les gustan las comidas de aquí, ya no les gusta el nopal, el bonete, es más unos ni frijoles quieren”, asevera Santitos. Pero Goya le responde; “yo veo que a los niños chiquitos cuando uno les empieza a dar, si les gusta todo lo natural y se lo comen. Será porque no saben todavía de otras cosas”.

Los niños, una oportunidad, muchas ilusiones.

     El campo educó a esta gente. En el grupo no son más de tres los que saben tomar el lápiz y escribir lo que saben leer. La mayoría ignora la lectura escrita y desconocen la escritura en papel. Pero todos y todas supieron leer su tierra y escribir con surcos sobre ella.

     Habría que dejar de mandar los niños a la escuela, “para que se eduquen como nosotros, los jóvenes ya no les interesa, pero los niños quizá sí, hay que llevarlos a la labor”, afirma don Chayito.

Una propuesta bastante humana, necesaria y urgente, pienso yo.