EL MUNDO ES UN BALON, LOS MEXICANOS FIELES FUTBOLEROS
Por Pedro Vargas Avalos.
Cada cuatro años, el orbe se conmueve con motivo del campeonato mundial de futbol que organiza la Federación Internacional de ese deporte (FIFA), institución que en nuestro país tiene como afiliada a la Federación Mexicana de Futbol (FEMEXFUT). Por esa razón, nuestro planeta pareciera que se transformara en gigantesco esférico, y en general los mexicanos, esperanzados en que la selección nacional haga notable papel, hacemos votos fervientes para que esa meta se alcance.
Anotamos que, en disciplinas balompédicas de menores de edad, incluso las de corte olímpico, nuestra nación ya ha sido la primera del planeta; pero el pueblo lo que quiere es que la llamada “selección grande” sea la que se signifique, lo cual tristemente no h a sucedido, ni siquiera cuando se jugaron los partidos mundialistas en nuestro país, en 1970 y 1986. Dentro de cuatro años, volverá a ser sede de esta máxima competencia, aunque ahora en asociación con Estados Unidos y Canadá. Esto marcará un récord, lo cual no va la par con los resultados deportivos.
En Jalisco, quizás una de las Entidades federativas más futboleras, no se hace otra cosa que hablar y hablar del certamen más universal que se cultiva desde hace décadas, (son casi 300 millones de personas en la actualidad, pues en 2006, según datos de FIFA rebasaban los 270 millones de practicantes, por lo que hoy por hoy, el número de aficionados deben ser varias veces esa cantidad) y que cada cuatrienio se reúnen para disputar la supremacía mundial; en esta ocasión el campeonato tiene como sede al exótico igual que rico país árabe -emirato- de Qatar, allá frente al lejano golfo Pérsico en el oeste de Asia.
Para los jaliscienses, hasta hace unos lustros, el balompié (traducción de la palabra inglesa football, futbol entre nosotros y fútbol en España y otros lugares) casi era una religión, en virtud del paso impresionante que sostuvieron las afamadas “Chivas” del Guadalajara, equipo fundado en 1906 (con el nombre Unión) con la peculiaridad de estar integrado por puros mexicanos, lo que los hace realmente singulares no solo a nivel nacional sino internacional: este club mexicanísimo, se coronó año tras año hasta alcanzar más de la decena de galardones en la primera división profesional. Debemos anotar que esas coronas las logró en ligas que eran cabales, es decir, a visitas recíprocas entre los contendientes, por lo que su duración era el doble de lo que se estila en estos tiempos. En consecuencia, el mérito de ser reyes repetidamente, les acreditó el título de campeonísimos. Hasta este año, su récord es de trece campeonatos, lo cual, por ser un conjunto de solo nacionales, lo hace figurar como una hazaña.
No podemos pasar por alto a los rojinegros del Atlas (fundación, 1916), que fue la primera oncena que se coronó como campeón del popular deporte, en el remoto año de 1951: por esa razón, su grupo de partidarios (muy entusiastas, perseverantes y bravos) ostentan como divisa el de “Porra 51”. Recientemente lograron ser bicampeones, lo cual los volvió a insertar entre las asociaciones futboleras de primera línea, para satisfacción de la enorme hinchada tapatía, es decir, rojinegros, jaliscienses y demás seguidores de toda la república. Otros clubes deportivos como el Oro (1923) y el Nacional -1916-, (ambos lamentablemente ya fuera de la primera división) pusieron su granito de arena para que el deporte de las patadas fuese todo un rito en el Estado. Las dos instituciones universitarias guadalajarenses, la oficial (UdeG) y la particular (la UAG), pusieron su parte con dos conjuntos de primera división, que lastimosamente ya no están en ese nivel: los Leones Negros de la Universidad de Guadalajara, y los Tecos de la Autónoma.
Ciertamente, los organismos que rigen al futbol, tanto mundial como nacionalmente, e incluso estatalmente, no son lo purísimos que deseáramos. Repetidamente se les señala de explotadores de los jugadores (más si son del género femenino o de las fuerzas inferiores); de ser ingratos con los aficionados y hasta de considerárseles como burladores de impuestos. Pero la FIFA, regentea su ámbito con rígidas reglas y no tolera que, nadie ajeno, ni siquiera los gobiernos de cualquiera índole, intervengan para moderar a sus miembros, so pena de sanciones severas, que van de la suspensión hasta la desafiliación. Por ello es muchas veces tildada de mafiosa.
Es una lástima que los logros de la selección nacional, no hayan sido ni medianamente, correspondientes de la colosal afición de los mexicanos hacia el balompié. Cada cuatro años, con renovada fe, los millones de fieles incondicionales de la tricolor, gastan hasta sus ahorros para contemplar el paso del equipo de sus amores. Y cada cuatrienio (porque México es asiduo asistente -salvo raras excepciones- de los certámenes mundiales del ramo) se regresa con manos vacías y cuentas a deber: los mexicanos somos tan resignados, que tras digerir las eliminaciones -ordinariamente en cuartos de final- recargamos las pilas y volvemos a depositar nuestras esperanzas para el siguiente ciclo de competencias. Alguien cree que el hincha azteca tiene calidad de conformista o resignado.
Al respecto, expresó alguna vez el célebre Edson Arantes Do Nascimiento, el Rey Pelé: «El éxito no es un accidente. Es trabajo duro, perseverancia, aprendizaje, sacrificio y, sobre todo, amor por lo que estás haciendo o aprendiendo a hacer». Y quizás, los pateadores aztecas no aprendieron bien el mensaje, de allí sus medianos resultados en disputas entre naciones, como ya lo dijimos, en el nivel de primera división profesional.
Otro astro de esta materia, el portugués Cristiano Ronaldo, asegura que “»Ganar, eso es lo más importante para mí.” Y quizás no le fatal razón, pero acariciar ese objetivo no se puede sino se aplica lo que mencionamos del brasileño Pelé.
De igual manera que en la tauromaquia, donde se sostiene que no es “graciosa huida sino apasionada entrega”, nuestros pateabalones deben entender que su excelente posición, tanto en fama como económicamente, se debe a lo popular del deporte, y que más que a los organismos que los contratan, se deben a los millones de seguidores futboleros que a diario los siguen. Y a ellos -que es como dar cuenta a la historia- les han de rendir resultados que los satisfagan, ya que tal como dice Ronaldinho, «No se trata solo del dinero, se trata de lo que se logra en el terreno de juego».
En conclusión, confiamos -pero con las reservas del caso para no desilusionarnos- que ya no se nos diga, México jugó cayendo de frente pero perdiendo como siempre, sino que por fin, de perdida se llegue al soñado quinto partido, con lo cual se le daría un grato resultado a la leal y hasta la fecha, sufrida nación futbolera azteca.