“DE GUÍA”: Más que una crónica, relatos para la evocación y la imaginación

Un recorrido literario por lugares y experiencias del municipio de El Grullo 

Manuel Moreno Castañeda. 

Las personas que se dedican a escribir sobre historia lo hacen desde diferentes contextos y visiones personales, profesionales y metodológicas. En esa diversidad vemos investigadores de tiempo completo; profesores de historia; opinadores eventuales y cronistas. Así mismo, vemos diversas metodologías de investigación que van desde los testimonios personales hasta los documentos archivados, sea en fuentes directas e indirectas. También podemos observar una gran variedad de tratamientos como el seguimiento ordenado de cronologías; los enfoques anecdóticos; los estudios biográficos; el registro de las acciones gubernamentales; exaltaciones heroicas; cuentos y novelas históricas, en fin, infinidad de formas y modos.     

¿En dónde encaja el libro “De Guía” de Leonel? ¿Monografía, autobiografía, relatos imaginarios, crónicas? De todo un poco, no clasificable en los géneros literarios tradicionales. Podríamos hablar de un eclecticismo histórico literario.  No es una historia, no es una novela, no es una colección de cuentos, no es una expresión catártica de sentimientos no es una descripción de la realidad ni es ficción, pero tiene de todo. Es una colección de relatos, sucesos vividos e imaginados. Es un entramado de sueños y realidades recordadas, soñadas y fantaseadas, que al fin los sueños e imaginación son también realidad, realidad pensada, deseada, temida, pero también vivida. Igualmente podemos decir que es un modo peculiar de escribir historias, más que una preocupación de dar a conocer datos, fechas y nombres es una evocación de sueños, pensamientos y sentimientos.

     Como lo digo en el prólogo, la lectura de este libro me hizo recordar unas palabras de Jorge Luis Borges:

De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación.

Desde esa visión borgiana este libro podemos verlo como una extensión de la imaginación.  Nos hace salir de él para ira a otros lugares físicos e imaginarios. Leonel Michel, mediante la narración de sus vivencias y ficciones nos recuerda que lo sentido y lo imaginado también son parte de la realidad vivida. Más allá de los datos históricos, están esos datos convertidos en información, que en sí misma no tiene mayor valor, pues lo tiene cuando por su interpretación se vuelve conocimiento, como también deja volar la imaginación y evoca lo sentido e imaginado. Más que a los hechos va al espíritu de los hechos, que hay que leer más con el alma que con la mente. Más que objetividad, subjetividad en el sentir y soñar de las personas.  

El libro está organizado de tal manera que primero nos da cuenta de lugares lindos del municipio que invitan a ser visitados, luego nos presenta vistas y hallazgos interesantes de nueve comunidades, para enseguida platicarnos de las tradiciones, con énfasis en las festividades populares. Finalmente nos comenta de las actividades realizadas por la Sociedad de Estudiantes Grullenses, que tenían como propósito tanto promover la cultura como recaudar fondos para obras de beneficio social.

Es interesante leer como se hacen evocaciones de recuerdos infantiles que parecen

haber pasado sus mejores tiempos, pero lo que no pasa son las nostalgias de los tiempos y

el sentimiento de ser niño que sigue impregnado en la adultez. De manera amena y natural se van ligando las historias personales con las comunitarias que no se desligan de la historia de la tierra y de sus gentes con sus modos de ser, sus fiestas populares, creencias y costumbres. Historias y lugares que cobran vida con personajes reales y ficticios como los mozos, chamanes y cuidadoras. Donde uno se confunde entre la verdad y la fantasía, como mucha gente prefiere lo creíble, aunque parezca increíble, a lo verdadero. 

En el recorrido por su entorno natural nos lleva a lugares como los arroyos del Colomo, el Tigre y la Manga. El Charco de los Adobes, la Puerta del barro, Cucuciapa, la Cueva de Goña y más, lugares presentes y plenos de evocaciones de todos los grullenses, tanto nativos como adoptivos. Entre esos sitios me emocionó leer lo de Guadalajarita con sus enormes y multiformes rocas, paseo que disfrutaban mis alumnos cuando yo era profesor del Centro Escolar Manuel Ávila Camacho de El Grullo.  

Podemos ver que así cómo trata de rescatar el lenguaje popular – que el lenguaje también tiene su historia – brotan destellos académicos, filosóficos y en especial psicológicos que hacen ver la formación profesional del autor. De pronto surgen textos poéticos como cuando dice: “… una delgada mujer, morena por baños de sol y río, de estatura media, se caracteriza por ser anticipadora con media hora de antelación, gracias a que entiende los murmullos del Ayuquila”. Esta frase me hizo recordar al Siddhartha de Hermann Hesse que aprende a entender el lenguaje del rio.

Así como gozamos en la lectura el presente que se vive, también se añora el pasado

que se fue, mucho porque se ha ido destruyendo la identidad histórica del pueblo en sus vestigios prehispánicos, su arquitectura y desarrollo, la destrucción de lo que quedaba de la hacienda de Ixtlán, la sustitución del antiguo kiosco, la casa de don Juan de Dios, el antiguo atrio de la parroquia del centro y el antiguo mercado. Así podemos ir recorriendo calle por calle recordando la arquitectura original que le caracterizaba y de la que quedan pocas evidencias, sólo recuerdos como los que renacen al ligarlos con la lectura de este libro.

De igual manera se extraña y remueve la conciencia ver como se han perdido lindos lugares de esparcimiento que se mencionan en el libro, como el caso del Río Ayuquila para ir a pescar, comer y bañarse. Como también debe remover la conciencia ambiental como se ensucia el otrora limpio y transparente aire grullense, con la quema de la caña en tiempos de zafra.   

Cierro esta reseña con el mismo texto en que termina el prólogo: “En fin, bienvenidas las lecturas como “DE Guía” que hibridando la realidad y la ficción, que realmente son inseparables en nuestra vida real, nos hace recordar que si vale la pena ser vivida.”

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