Despedir el año 2021 y ¿la pandemia?
por Ramón Montes Barreto
La navidad y el fin de año nos ofrecen espacios de reflexión, considero que debemos aprovechar estos tiempos para hacer un recuento de daños y perjuicios que durante los últimos casi veinticuatro meses nos ha dejado la pandemia del COVID.
Muchos malos recuerdos, deja para mí esta experiencia que espero no se repita en mi vida -o lo que me queda de ella- pues parientes, amigos y compañeros de trabajo se fueron sin tener la oportunidad de despedirse, ni darme la oportunidad de haberlos despedido.
Son muchos los aprendizajes que nos debe dejar la pandemia y estos tiempos de encierro, deberíamos capitalizarlos para aprender a querer a las personas de un modo distinto o de un modo mejor al que hemos practicado hasta ahora con nuestros prójimos. Estoy seguro de que no sería válido, socialmente hablando, que nos quedáramos como antes. Deseo que no utilicemos nuestras inteligencias para aprovechar los avances tecnológicos de manera egoísta y, que nuestros investigadores nos ofrezcan sus vacunas a tiempo, sin querer convertir sus hallazgos en riqueza a costa de muchas muertes más.
Aspiro serenamente a que, los que hasta ahora hemos sobrevivido, vivamos una vida con mayor respeto por la naturaleza y los seres vivos con quienes ahora tenemos convivencia. Que ya no agreguemos más problemas a la sociedad y que trabajemos en equipo para mejorar el planeta, que es el entorno que vamos a heredar a nuestros hijos y ellos a sus hijos. Hoy el mundo demanda acciones de cuidado al medio ambiente. El desarrollo industrial se debe llevar a cabo sin hacer daño, con un gran respeto por los ecosistemas y por las personas que están por venir.
Al inicio de la pandemia, cuando nos resguardamos en casa por recomendaciones del sistema de salud pública de nuestro país, escribí un documento con base en una investigación de campo -realizada en la región mixteca de nuestro país- y, que una editorial publicó a principios del año 2021 en formato de libro físico. En dicho texto reflexiono sobre la resiliencia y el desarrollo ecológico humano en una sociedad desprovista de avances en su desarrollo social. Producto de mis observaciones trabajando en comunidades rurales, apunté que las personas que viven ligadas a la naturaleza son más resilientes, es decir, tienen más capacidades de superar situaciones adversas que aquellas que habitan en las ciudades. Quizá el amor que desarrollan por su terruño, por las plantas, las sierras, los ríos y los animales, las hacen más resistentes ante las adversidades que las personas que viven en los conglomerados urbanos, quienes podrían ser más proclives a deprimirse y a ceder el paso a las enfermedades de fácil transmisión por el contacto de persona a persona, o tal vez no, después de todo se trata de una apreciación subjetiva.
Quiero destacar que, en el mundo vivimos cerca de siete mil ochocientos millones de personas. Vale contrastar este dato con el hecho de que, en México, solamente habitamos 126 millones de humanos (INEGI-Censo 2020), por ello quizás, en estricta atención a los números, la muerte de uno, dos o tres millones de personas con motivo de la pandemia, pareciera no ser una cantidad significativa. De toda esa población se sabe que el 51 por ciento vive en las ciudades y el 41 en el campo.
También se conoce, a través de estudios con valor estadísticamente representativo, que el 50 por ciento de la población mundial vive con menos de dos dólares diarios y que el 16 por ciento de la población mundial sufre de desnutrición. Hay personas que solo hacen una comida por día, mientras que 1,900 millones de adultos de 18 años y más viven con sobrepeso (650 millones de éstos están obesos), de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (2021), del año 1975 al 2016, la prevalencia mundial de obesidad se ha triplicado y, solamente seis de cada 10 personas de la población mundial pueden comer bien.
Finalmente, dos datos que quizá les van a sorprender: el 30 por ciento de la población mundial tiene acceso a internet y el 70 por ciento no. Mientras que únicamente el 7 por ciento tiene educación superior, frente a un 93 por ciento que nunca pisó un campus universitario.
Me propongo terminar esta intervención, presentando a ustedes algunas ideas para debatir en una discusión intelectual:
- Si eres, hasta ahora, una persona sobreviviente del COVID (y otras plagas que abundan en estos días) considero que: ¡debes sentirte una persona agradecida con la vida!
- En un mundo donde el 70 por ciento no tiene conectividad a internet y tú cuentas con acceso, debes tener prudencia y mesura en su uso. Comparte tu tiempo y atención con las personas que están a tu alrededor y no sólo a través de redes sociales, -tu presencia es valiosa para algunas personas-.
- Si perteneces a la población que cuenta con más de 2 dólares diarios para alimentación y manutención, sé una persona considerada con aquellas que no los tienen y ayúdales solidariamente.
- Si eres de los humanos afortunados que pertenecen al 7 por ciento que poseen un título universitario, debes recordar que eso no te hace superior a quienes pertenecen al conjunto del 93 por ciento restante. Eres una persona preparada y estás moralmente obligada a ayudar a quienes no tienen tus conocimientos. ¡El conocimiento sólo es valioso si se pone al servicio de otros!
- En caso de que pertenezcas al grupo de los sobrealimentados, comparte un poco de lo que te sobra, o que te debería sobrar, con aquellos que lo necesitan para que no tengas sobrepeso.
- Si perteneces al 51 por ciento de las personas que habitan en las grandes ciudades, lo recomendable es que visites a la gente del campo, ésta es la que aporta muchos de los alimentos y flores a los mercados urbanos. El hecho de que junto con tu familia convivas o por lo menos consumas sus productos de manera directa, es una forma de solidaridad y reconocimiento a su esfuerzo en la producción agrícola o pecuaria. Existen lugares que pueden ser una grata sorpresa para los citadinos, por ejemplo, pueden ir a Atlixco, Puebla a comprar nochebuenas y a consumir alimentos, bebidas y productos locales en su maravilloso mercado. Igual recomendación merece Fortín de las Flores en Veracruz, y Xochimilco, en la CdMx. En todos los rumbos del país hay un lugar parecido que pueden visitar.
Un último dato que también publica la Organización Mundial de la Salud: de cada 100 personas que habitan en el planeta tierra, solamente 8 pueden vivir más allá de los 65 años. La persona que escribe estas notas, ya rebasa esa suma de años, por lo cual les comparto que vivo contento, aprecio mucho mi vida, me siento bendecido y protegido por Dios -o su homólogo- y, doy las gracias por ello.
Agradezco a la doctora Quetzalli Méndez su lectura y amables comentarios para mejorar el escrito original, a ella y todo su equipo les deseo lo mejor. A todos los lectores, les animo para que aprovechen las prerrogativas que ahora la vida les tiene reservadas, ¡que sean felices con lo que tienen! Cuiden de su salud y bienestar -se anuncia una cuarta ola de COVID con el nombre griego de OMICRON- alimentarse bien y nutrir adecuadamente sus cuerpos es una excelente opción. El cuidado de su bienestar, es responsabilidad de cada persona, así como de la búsqueda de su felicidad.
¡¡¡¡Felices fiestas de navidad y año nuevo 2022!!!!