EL PRIMER AÑO SEGÚN LA POBLACIÓN

POR PEDRO VARGAS AVALOS.

                Es tradicional que al cumplirse un aniversario, se hagan ceremonias o se realicen evaluaciones. El caso de que la administración federal llegue a su primer año de gobierno, es motivo de muchas reflexiones.

                Según el mismo primer mandatario nacional, al arrancar su período no había más que dos opciones: la inercia o las reformas. En la primera elección, todo seguiría igual que antes, en  tanto que la segunda ofrecía el crecimiento de la nación, factor que daría socialmente prosperidad,  a  la vez que internacionalmente reposicionaría a México como el gran país que es.

                En la lógica de todo gobernante, era ordinario que se optara por la transformación a través de las reformas. Y estas, que ciertamente eran y son necesarias, se instrumentaron con resultados hasta la fecha, muy disímbolos.

                Lo primero que se logró fue la firma de un Pacto por México, en la cual coincidieron las tres principales fuerzas político-ideológico de la nación: derecha (panismo), izquierda (perredismo) y lo que ha sido y continúa siendo, una mescolanza de centro teñido con  socialismo, influida por el conservadurismo y lejanamente matizada por nacionalismo, es decir, el priísmo-gobierno.

                A estas alturas, tras varios altibajos, el Pacto está moribundo, pues la izquierda de plano rompió relaciones y al paso que vamos, no volverá. Por lo que ve, la derecha pacta en lo oscurito con el priismo-gobierno y como siempre, importándole un cuerno su palabra o sus documentos fundamentales, acuerda lo que le conviene no a la nación y ni tan siquiera al partido, sino a sus grupos y facciones dominantes.

En cuanto a las reformas, la primera más canturreada fue la educativa, que se acompañó del estruendoso caso de la nefasta exlíderesa Gordillo, pero que solo quedó en eso: estruendo y decepción, porque ni se ha luchado contra liderzuelos corruptos ni se ha logrado aterrizar la famosa reforma.

Luego vino la reforma financiera, que lo único que afinó fue la participación de la banca con más seguridades para su actividad y mejores  ventajas para seguir haciendo del crédito público y los servicios bancarios, lo que se le venga en gana siempre en aras de más comisiones y mayores ganancias.

Por lo que ve a la reforma hacendaria, ciertamente, quitó dos lastres calderonianos: el IDE y el IETU, pero a cambio nos endilgó mayores impuestos, redujo posibilidades para deducir gastos procedentes razonablemente  y complicó la maraña fiscal. Si a ello agregamos la célebre Ley contra lavado de dinero, Hacienda ahora es todo un polizonte metiche y en general los que realizan actividades económicas, unos sospechosos de primera.

Ahora estamos ante las Reformas política y la energética. La primera es una especie de concesión a los partidos de la oposición, así se vaya en contra del federalismo y se haga cera con pabilo de principios constitucionales. En cuanto a la segunda, que se llevará adelante a pesar de los gritos de las izquierdas que ahora si parece que tal detalle las unió, será más falsa que un billete de dos pesos.

Esto último se probará con dos hechos: el primero es que nunca se ha visto que quien ponga el dinero, acepte que le digan que hacer; por el contrario, ya sabemos que “el que paga, manda” y por tanto los capitalistas que están ávidos por entrar a invertir en petróleos, serán los ganones al final de cuentas.

El segundo hecho, es que conforme los anuncios oficialistas, con esta coreada reforma energética, habrá gasolina y electricidad más baratas para los consumidores. Por lo pronto, ya se aprobó en el presupuesto de ingresos, que el año venidero sigan los “gasolinazos”, y a cada día, vemos como los recibos de luz o del gas, aumentan. Esto es prueba patente de aquella mentira con que se nos maquilla la reforma energética.

Solo nos resta mencionar que la inseguridad pública sigue creciendo, que la criminalidad parece indetenible y que la violencia galopante nos tiene amagados todos los días. Esto, si son verdades del primer año de gobierno. Ah, pero eso sí, los sindicatos (o más bien sus líderes) corruptos no serán tocados, salvo que se peleen con los gobernantes; la alta burocracia continuará inalterable engullendo sus enormes ingresos, mientras que la ineficacia de organismos oficiales, así como la sordera de las autoridades, continuarán a la orden del día.

Apreciado lector, ahora si saque sus conclusiones sobre el inicial año del gobierno del actual presidente del país. Esto será la opinión genuina de la población sobre este primer año.

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