EDITORIAL Jardín Mercado

Quiero imaginar que las fiestas en mi Grullo se disfrutan y desarrollan ordenadamente, donde los pequeños tienen sus propios y seguros espacios con sus juegos mecánicos que por estos tiempos están presentes, más los propios que ya están fijos en la Alameda Hidalgo, alejados de tumultuosos, caóticos y ensordecedores ruidos que, a tan solo tres cuadras del Jardín Municipal “Ramón Corona”, se vive con sumo estrés… además, en la Alameda se realizan actividades recreativas, lúdicas, donde se promueve la imaginación, la competición y la cooperación, guiados con personal experto, hay brincolines, juegos de lotería y pintura, en el foro se realizan eventos muy propios para los pequeños, desde teatro guiñol, cine y teatro infantil; se presentan payasos, magos y actos circenses. Es tal el disfrute que los niños y papás de toda la región esperan con ansia nuestra feria para traer a sus niños a la Alameda…

Quiero imaginar que… los eventos culturales gratuitos que se realizan frente al jardín en lo que fuera el Cine Reforma, donde cómoda y plácidamente se disfrutan a plenitud cada uno de los eventos, aislados de estridentes ruidos, distracciones, movimientos e interrupciones; además, por fuera del cine, arriba de los arcos se instala una gigantesca pantalla que muestra en vivo lo que al interior se está desarrollando, asistiendo desde luego las personas que gustan de alimentar su espíritu, en un medio propicio: visual, acústico y con adecuada temperatura, porque para eso el Ayuntamiento, junto con el pueblo cooperativista, año con año se cooperan, para hacerle mejoras a este gigante de la región actualmente orgullo cultural grullense, donde además se continúa con su antigua vocación, proyectando exitosos estrenos y dada su amplitud, a muy bajo costo. Que atinada decisión de S.M.G. de haber adquirido este mueble, de y para el pueblo.

Quiero imaginar que… todos los comercios ambulantes que se ubican en el área, en lo que años antes fuera el mercado o, como anteriormente se decía la plaza, esa franja donde están asentadas las fuentes y donde se coloca la llamada explanada del jardín, desde luego sin esas horribles refresqueras carpas rojas, sino bajo un concepto integrador, donde el wc, las sillas y mesas sean de todos, con meseros independientes que sirven lo que el cliente pide en base a un menú donde están incluidos todos los negocios participantes, otro espacio exclusivo para los que venden chucherías y que en el kiosco, con su propia acústica se den serenatas al natural, sin distorsionadores sonidos electrónicos. Igual ya se están instalando cafés, bares y restaurantes arriba de los arcos, ofreciendo una vista panorámica a cinco metros de altura…

Quiero imaginar todas las vialidades alrededor del jardín libre y peatonal, un carril está libre solo por seguridad para atender emergencias y el abastecimiento a los negocios, se hace con vehículos eléctricos propios para ello…

Si las terrazas evolucionaron dejando de existir, también el llamado callejón de la alegría o del vicio me imagino que puede cambiar su concepto, igual pudieran retomarse los recibimientos en espacios cerrados donde pudieran partir los del barco, así como para llegar entonados al toro de once. Que se organicen bailes populares de calidad, al costo, (pudiendo llevar sus bebidas sin cobro de corcho) como los que organizaban las cajas populares para su onomástico, con todo y reina, algo así como lo que se prepara para los hijos ausentes…
El hecho es que después de 20 días de nuestra caótica feria, se valora el cantar del gallo, el ladrar del perro y el rebuznar del burro… vuelve la quietud de una ciudad, con sabor a pueblo. Una ciudad donde los grullenses contribuyen fehacientemente en mejorar día con día la calidad de vida de todos sus moradores, llegando a sobresalir internacionalmente…así quiero imaginar.

Comer casa

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