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FILOSOFANDO: OTRA VEZ AYOTZINAPA

POR: JUAN M. NEGRETE

Sábado 30 de septiembre de 2023.- Tenía que ser. En su fecha de aniversario, que ya cumple nueve años, la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre, nos volvió a sacudir la conciencia colectiva por aquel hecho infamante. Lo peor del asunto es que pasen y pasen los años y se avance tan poco, casi nada, en su aclaración. Seguimos en tinieblas, con un montón de preguntas sin resolver en la cartelera. Haya o no ruido mediático por el asunto, es poco claro lo que sabemos. Y tal vez así vamos a continuar.

Traigamos a la memoria, aunque nos resulte doloroso reconstruirla, la información sobre el papel del ejército aquella noche infausta:

La noche del 26 de septiembre, el 27 batallón de infantería no hizo nada para evitar la matanza y desaparición de los estudiantes. No resguardó la zona. Dos horas después del ataque, se produjo uno nuevo, sin que los militares hicieran nada para evitarlo. Fue hasta entonces que aparecieron militares, agrediendo a los estudiantes cuando intentaban escapar o pedir auxilio, dándoles de culatazos, cortando cartucho y acusándolos de allanamiento de morada.

Los soldados –contó el normalista Omar García a TeleSur– “nos dijeron: ‘ustedes se lo buscaron. Ustedes querían ponerse con hombrecitos, amárrensen los pantalones. Eso les pasa por andar haciendo lo que hacen. Nombres. Y denos sus nombres reales. Sus nombres verdaderos, cabrones, porque, si dan un nombre falso, nunca los van a encontrar’”. Luego los fotografiaron.

Hasta aquí esta reconstrucción. Consideramos que es pertinente traer este testimonio de nuevo a la luz, porque uno de los reclamos más airados de los padres de los muchachos desaparecidos se centra en que el gobierno acepte la participación de las fuerzas armadas, tal como se describe en este trozo periodístico de Telesur, referente a aquella noche aciaga.

Por parte del gobierno ya tuvimos dos posiciones. La primera que asumieron nuestras autoridades fue la invención de su famosa ‘verdad histórica’, de la que se ha hablado hasta la saciedad. Era presidente Enrique Peña Nieto, secretario de gobierno Miguel Ángel Osorio Chong, procurador Jesús Murillo Karam (hoy preso) y secretario de la Sedena el general Cienfuegos. Karam dio la versión oficial armada por aquel gabinete: Los muchachos normalistas fueron secuestrados por comandos armados del cártel de Los guerreros unidos. Los ligaron al grupo mafioso contrario de Los rojos y los incineraron en el basurero de Cocula. Fue pleito entre pandillas. El ejército no intervino. 

El nervio central de esta famosa verdad histórica se basa en la ausencia en la masacre no sólo del ejército mismo, sino de las demás autoridades de todos los niveles. Aunque lo decimos mal. Hay que corregir. Sí se aceptó la participación de autoridades, pero tan sólo al nivel de las policías municipales, infiltradas por el narco. Y paremos de contar. Hay que decir también que hubo en los cuatro años siguientes uniformidad y apego a esta versión oficial, aunque presentara tantos y cuantos parches y orificios por los que hacia agua. No era fácil sostenerla, pero fue la verdad oficial, la verdad histórica.

Esta versión ya fue vapuleada lo suficiente, no sólo desde la llegada del nuevo gobierno de la 4T, del que ya pasaron cinco años. Ya en la etapa final del régimen peñista, muchas investigaciones independientes y analistas avezados le habían puesto buenos coscorrones a tal versión, al grado de que se les caía en pedazos. La memoria nos trae a colación que, aprovechando el descrédito de tales papelones, el propio AMLO convirtió en promesa de campaña el esclarecimiento a fondo de este crimen horrendo. Y de hacerlo, aunque no se dijera, se esperaba un castigo severo para los infractores.

Pasaron ya cinco años del caso con el nuevo gobierno y los resultados son más que escasos. Ya se proporcionó la identificación, por la vía del análisis de ADN, de tres de las víctimas. Nada más. Faltan cuarenta de ellos, por no decir que casi todos. Es un resultado miserable. Tampoco se ha deslindado el tiradero de sus cuerpos, si es que fueron victimados, que es lo más probable. Está desmentido que haya sido en el basurero de Cocula, pero nada más.

En el segundo informe de la Covaj, Alejandro Encinas maneja nueve puntos como lugares posibles de fosas clandestinas. Hay uno más señalado por el maestro Eliseo Villar Castillo, excoordinador de las CRAC. Lo ubica en San Miguel Tololapan, Mpio. de Lindavista, Gro. Se basa en el testimonio de tres informantes presos en Chilpancingo. Afirma que, estando él también preso en dicho penal, tuvo un encuentro con Encinas para documentar estos datos y presentarle a los informantes. Pero que a la entrevista se hicieron presentes cuatro encapuchados, fuertemente armados, les amagaron y les amenazaron de muerte para que no soltaran la sopa. O sea…

Una voz de quien se dice sobreviviente de aquellos hechos es la de Manuel Velázquez Arellano. Es diputado nacional por la vía pluri. Exige desde la tribuna que no se rehúya revisar la participación, activa y pasiva, del ejército en estos deleznables acontecimientos. Al sobreviviente, del que recogió testimonio TeleSur, se le menciona con el nombre de Omar García. ¿Omar y el diputado Manuel serán la misma persona? Hay muchos puntos oscuros todavía sobre el tapete de las discusiones. Y pareciera que a nadie le apura la prisa. Ya veremos entonces qué se siga y qué nos espera de todo esto. Para bien de todos, primero los pobres… ¿Se está cumpliendo aquí este axioma?

INFORMES MUNICIPALES: CALCULADORAS PLATAFORMAS FUTURISTAS.

Por: Pedro Vargas Avalos

El mes de septiembre siempre está cargado de notas que atraen la atención de los mexicanos, y en particular de los jaliscienses. Desde luego lo primero que late en los pechos de los pobladores de nuestra hermosa nación, se refiere a la conmemoración de la independencia nacional, gesta libertaria iniciada por D. Miguel Hidalgo y Costilla en el ya lejano 16 de septiembre de 1810.

En la ceremonia del “grito”, que se lleva a cabo por la noche del día 15, se dice que así se adoptó para adular al dictador Porfirio Díaz, quien precisamente había venido al mundo un día igual, allá en la bella ciudad de Oaxaca. Eso sí, aún en la fecha del nacimiento de tan célebre personaje, existen dudas: para el culto tapatío José López Portillo y Rojas, en su obra “Elevación y Caída de Porfirio Díaz” fechada en 1921, vio su primera luz el año de 1828, en tanto que las biografías oficiales se basan en el acta de bautismo, acto que sucedió en 1830. Otro escritor paisano nuestro, Agustín Rivera, escribe que hay datos para creer que el progenitor del Gral. Díaz, fue el jalisciense Rafael Díaz de León, nativo de Encarnación de Diaz, población cercana a Lagos de Moreno.

Regresando a los hechos relevantes del mes patrio, también se encuentra el día del informe del primer mandatario de la República, ceremonia ahora venida a menos, pero que en los tiempos priístas se pregonaba que era el “día del Presidente”, por lo fastuoso de su celebración y el torrente de elogios que se le tributaban.

En este multicitado mes septembrino, se conmemora a los locutores, a los charros y muy especialmente, a los Niños Héroes de Chapultepec, sacrificados en la injusta guerra que a México le costó la pérdida de mas de la mitad del territorio nacional. En esa pléyade de jóvenes patriotas, figuraron dos cadetes naturales de Jalisco: Francisco Melgar, de la Perla Tapatía, y Juan Escutia, de Tepic, (en la época de la existencia de este paladín, recordemos que ese territorio pertenecía a nuestra Entidad). Otro suceso muy importante, lo significan los informes de los presidentes municipales, es decir, los datos de como marchan los asuntos municipales en el año reciente, por lo que en total anualmente se rinden 125 reseñas.

En esos actos, que deberían ser de sabor ciudadano completo, lo que sucede es que se trata de apantallar a los asistentes, todos ellos individuos de las élites socio-económico-políticas de la municipalidad e incluso de la región. Los momentos estelares, no son precisamente los reales avances que en servicios públicos se lograron para beneficiar a los habitantes de la alcaldía, sino en quedar bien con los relevantes sujetos que lo escuchan. Y allí, suelen prodigarse elogios a los políticos que a su interés conviene, y dar notas para que los medios de comunicación publiquen frases de impacto público.

Hemos de decir que este 2023, los procesos tanto de los partidos opositores a la actual administración federal, agrupados en una entelequia llamada “Frente Amplio por México” (FAM) que el 3 de septiembre culminó con el encumbramiento de la senadora hidalguense Xóchitl Gálvez (que se haría con una consulta ciudadana y un sondeo de opinión pública, lo que no aconteció porque eliminaron a sus contendientes) así como con la declaratoria de MORENA y aliados sobre que la exjefa de gobierno de la ciudad de México, Claudia Sheinbaum, era la vencedora del mecanismo de encuestas que ellos previeron para escoger su virtual candidata presidencial, de entre seis aspirantes, se robaron la atención de los mexicanos, y por lo tanto, se relegó el aspecto noticioso de los informes municipales.

Incluso, el informe de políticos interesados en la sucesión gubernamental, como el caso del senador Clemente Castañeda, -celebrado el viernes 8- tuvieron fulgurante foro, aunque no lo presenciaron ni Dante Delgado (dueño de Movimiento Ciudadano) ni Samuel García, gobernador de Nuevo León y probable candidato presidencial emecista, ausencias que rebelan la división reciente entre la dirigencia nacional y la estatal de partido naranja. Pero estuvieron el gobernante de Jalisco, quien recibió elogios a Dios dar de parte de Castañeda, y muchísimos líderes locales. En conclusión, según afirmó el atento analista Gabriel Ibarra Bourjac, este senador pretende suceder a Enrique Alfaro, no solo como mandatario estatal, sino también como guía de MC, ante el retiro político que anunció el gobernador. Entre los escuchas, quedaban meditabundos los que, siendo sus correligionarios, también aspiran a la gubernatura: Pablo Lemus, Salvador Zamora, Alberto Esquer, Verónica Delgadillo, etc.

Para la semana siguiente sería el informe del primer munícipe de Guadalajara -Pablo Lemus- quien le dijo al antedicho periodista Ibarra Bourjac: “No será un informe simplón”, enfatizando que busca ser gobernador del Estado. (Twitter, hoy X, del 10 de septiembre). Y mientras llevaba a cabo el “Día municipal de a torta ahogada”, evento en el cual se repartieron 50 mil tortas y muchos litros de cerveza artesanal. Lemus afirmó que atrajo algo así como 65 mil personas. Como en épocas de los romanos: al pueblo, pan y circo. El publicitado presidente municipal, sostuvo que “su principal legado en la capital de Jalisco es la recuperación de espacios públicos” (El Informador, 18 de septiembre de 2023). Al respecto, miles de ciudadanos se quejan del pésimo servicio de aseo público, de los miles de baches que registran las calles guadalajarenses, del lamentable bacheo de esos hoyancos (parece que se jinetea un potro, cuando se recorre en auto, tales dizques arreglos), la pésima nomenclatura, el alumbrado deficiente, la seguridad o más bien inseguridad imperante, la soberbia de los servidores de la comuna, etc. etc.

Enseguida sobrevino el segundo informe de Juan José Frangie, alcalde de exvilla maicera de Zapopan. En el mensaje del aludido presidente, “no hubo autocrítica, pero sí mucho agradecimiento al gobernador Enrique Alfaro y al partido Movimiento Ciudadano”, nos dice el periódico Quadratin Jalisco, del 11 de septiembre. En el mismo medio, se manifiesta que según el susodicho funcionario, “destinamos 500 millones de pesos en apoyos para reactivar la economía local de tianguis, mercados, el campo, los pueblos originarios, las micro y pequeñas empresas”. Falta ver donde están esas mejoras, y no vaya a ser promesas para el 2024, año de elecciones, ya que afirmó el mandamás zapopano: el siguiente año se contratarán 300 nuevos policías, concluiremos 200 kilómetros de calles reconstruidas y se remodelarán 16 unidades deportivas y cinco plazas públicas”. Ojalá sea cierto, porque ya se sabe que “prometer no empobrece, cumplir es lo fatigoso”.

En todas las cabeceras municipales se sucedieron esas especies de autoelogios y revelaciones de proyectos para escalar cargos de elección popular. En Tlajomulco de Zúñiga, Salvador Zamora, terco aspirante a gobernador (aunque no desdeñaría ser suspirante en Guadalajara) declaró que su municipio era una especie de nuevo motor del progreso jalisciense. El representante del gobernador, también aspirante a sucederlo, Alberto Esquer, expresó: “Hoy Chava pasa a la historia en Tlajomulco por ser el primer alcalde que va a una reelección y que los ciudadanos de este municipio lo reeligen justo por hacer las cosas bien y por seguir darle este rumbo a Tlajomulco”.

En el frente morenista, también se lucieron, aun cuando fueron discretos en su aspiración, ya que, por ejemplo, en Tonalá, Sergio Chávez, “reveló que hasta el 12 de diciembre dará a conocer si buscará aparecer en la boleta en 2024”; en su informe, destacó avances en seguridad y servicios públicos. Por su lado en el paradisiaco Puerto Vallarta, el profe Luis Alberto Michel, comunicó avances en salud, programas de apoyo social; dijo que el Puerto superó en ocupación hotelera a Cancún, añadiendo: “Sin duda Vallarta seguirá creciendo como destino, nuestro presidente, Andrés Manuel López Obrador, le metió ganas a la autopista vía corta que desde hace más de 30 años era un sueño y hoy ya está a la vuelta de la esquina, lo cual generará más recursos al recibir más y más visitantes”. Michel quizá buscará la reelección.

En general pues, los informes sirvieron para autoalabarse los alcaldes, quedar bien con sus jefes políticos y con las personalidades del mundo político, económico y social, menos con el grueso de la población. Son entonces estos actos, calculadoras plataformas para buscar cargos de elección popular, aunque los votantes, sean los que menos presencia tengan en ellos. Ya tendrán la oportunidad de hacerse sentir, cuando se llegue el momento de sufragar, el venidero 2 de junio del año entrante.

FILOSOFANDO: SEPTIEMBRE, MES CRUEL

PORÇ: JUAN M. NEGRETE

Sábado 23 de septiembre de 2023.- Por extraña coincidencia, a la aparición sabatina de esta colaboración le tocó en esta ocasión emparejar dos fechas, la del dieciséis y la de hoy, día veintitrés. Como la rutina le dicta a este redactor ocuparse de lo ocurrido en la semana y coge como tema lo que pudiera ser la nota más relevante, por ahí corre su contenido. No es así siempre, pues a veces la atención se manda a la luna o a asuntos de otra relevancia. Pero la rutina tiende sus dictados de este modo.

Es la razón por la que el artículo del sábado pasado (días de gritos y desfiles) nos ocupamos de las ocurrencias festivas que solemos gastar en este mes sabrosón. Vamos a decir que es el aspecto jocoso, o gozoso, aunque no necesariamente jarioso, tampoco. Parece ser que a una buena parte de los amigos lectores que nos dan seguimiento les gustó la nota. No es fácil dirimir bien a bien los que dan coba de los que lo dicen con sinceridad. Pero los registros salieron positivos esta vez.

Un amigo lector, que aparte es amigo personal muy cercano, hizo el señalamiento que le faltó agregar una nota. Tenía que decir que ya es también el mes de los temblores y no precisamente ligeritos. Algunos de ellos hasta parecieran hasta mal intencionados. Puestos a reflexionar sobre los tales sacudimientos telúricos, tal vez no quepan en el listado hecho para los días de guardar, armado a la ligera, sino para otro aspecto de nuestra vida común, que es del que vamos a hablar el día de hoy.

Si nos habíamos ocupado del lado festivo y jacarandoso del mes, que lo es; toca hoy referirnos a la otra cara de la moneda, que también está ligada a septiembre. Justo el día veintitrés se ajusta la fecha con la masacre ocurrida en Ciudad Madera, Chihuahua, con la que se marca el inicio de nuestra deplorable guerra sucia. Harta la población norteña de las arbitrariedades y sordera de las autoridades constituidas, unos jóvenes generosos y valientes (aunque haya muchos que les califiquen de temerarios y acelerados) decidieron iniciar una campaña de enfrentamiento armado en contra del poder constituido. El resultado fue desastroso para los alzados. Más de una decena de ellos perdió ahí mismo la vida; otros quedaron heridos; los más afortunados huyeron y tuvieron que esconderse y andar a salto de mata, para salvarse de la persecución que se desató en su contra. La incitación a la lucha por esta vía no consiguió de pronto el éxito buscado.

Con el paso de los años se armaron otros grupos subversivos, que empuñaron las armas y le declararon la guerra a los oligarcas que manipulan nuestra economía y deciden el destino y forma de reparto de la riqueza nacional. Está claro que es el reparto del león, como bien enterados estamos todos, aunque nos hagamos patos. Tal vez el grupo más fuerte de todas estas movilizaciones vino a ser la que tomó para sí, como homenaje, el nombre de la fecha misma del levantamiento en Ciudad Madera. Se llamó: Liga comunista veintitrés de septiembre, o LC23S, para acortar su mención. Mucha gente la identificó simplemente como la Liga, por antonomasia.

Este capítulo, mal conocido y peor redactado todavía, de nuestra guerra sucia engloba en su vientre tenebroso las resultas traumáticas del movimiento estudiantil del 68 con su colofón de la noche de Tlatelolco; también hay que incorporarle aquella tétrica tarde del jueves de corpus; la cacería de los lanzados al monte con los profesores Genaro Vázquez y Lucio Cabañas. Es lo más mentado de aquellos años, pero de proponerse a elaborar un listado a fondo habría que poner la atención a todos los grupos de aquellos años que se montaron al macho de la lucha armada y que no conocieron un final feliz.

La experiencia del hado maldito de nuestra violencia no se agotaría en el recuento de tales luchas. Tenemos que elaborar alguna vez el inventario de masacres sufridas por nuestro pueblo, de las que no sabemos bien si quepan o no en la denominación infeliz de guerra sucia. Se trata de acontecimientos públicos, impunes y silenciados: Para un recuento mínimo de lo que no hemos de callar, hay que mencionar a vuela pluma muchos otros: San Juan Lalana, Oax. (1977), Tehuipango, Ver. (1978), Tlacolula, Ver. (1978), los muertos del río Tula (1980), Pantepec, Pue. (1981), penal de Tepic (1988), Aguililla, Mich. (1990), Tlaxicoyan, Ver. (1993), Aguas blancas, Gro. (1995), Acteal, Chis. (1997), El bosque, Chis. (1998), El charco, Gro. (1998), represión de altermundistas en Guadalajara (2004), San Salvador Atenco, Mex. (2006) …

Estas son las masacres más mencionadas. Pero a partir de la llegada al poder del espurio Felipe Calderón, desde la silla misma desató la persecución abierta de los opositores al régimen, con el nombre de guerra contra el crimen ogranizado. El recuento nos resulta simplemente insufrible ya, y no parece tener para cuándo conocer fin. Pero el espacio de esta columna sí exige que ya le paremos. Porque estamos englobando lo que, de esta página negra, tiene que ver con el mes de septiembre, mencionamos la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Ya no nos ocupamos de la masacre de san Fernando, de la de Tlatlaya y más. De los muchachos de Ayotzinapa ni la información pertinente sobre sus cuerpos ha podido ser esclarecida. Es pues la otra cara setembrina nuestra, la cruel, la sádica, la pervertida, de la que no puede estar orgulloso ningún mexicano. Es la manifestación de nuestro canibalismo, del dios azteca Huichilobos, que aún no logramos sepultar.

DÍAS DE GRITOS Y DESFILES

POR: JUAN M. NEGRETE

Como acontece en los días feriados, se la piensa uno para lanzar tiros rutinarios. Los asuetos así queman y uno se atiene a ellos. Y si no llegan pronto, los andamos inventando. Los mexicanos tenemos fama de construir los puentes más largos de la tierra. El más prolongado de todos, si no nos fallan las cuentas, viene siendo el famoso tramo de Guadalupe – Reyes, que simplemente no tiene parangón con otro. Se lo jugamos al que nos traigan y de dónde lo traigan, como competencia. O sea, somos campeones en este rubro y aquí le paramos a tanta vanagloria insulsa.

De antaño nos viene también vivir un festejo prolongado por las fiestas patrias. Desde luego que su lapso es más corto que el que mencionamos arriba, pero ahí se dan. Tan es así que todavía le llamamos mes patrio al septiembre que corremos cada año. Lo que nos revela que no festejamos uno o dos días, o tres acontecimientos, sino una buena tira de ellos. Y como nos pintamos solos para estas suertes, pues ya está.

Sólo para meter de memoria algunos de nuestros acontecimientos memoriosos, de los que han venido componiendo este mes patrio, hay que decir que hace algunas décadas todavía este mesesuco arrancaba desde el día primero con el informe presidencial. Era el día del presidente, se nos decía. Y se desarrollaba en palacio, o en el congreso, toda una parafernalia que había que ver. Salía la comitiva de palacio nacional y en todo el trayecto veíamos que había tiraderos de confeti y de serpentinas, con la misma abundancia con que se tira el arroz en las bodas, o mejor.

Tras el informe, que era interrumpido decenas de veces por multitud de aplausos y vivas decorativas del personal legislativo, venía la glosa del mensaje. Puros panegíricos y loas, si no nos falla la memoria. Y tras esto, los banquetes, un famoso besamanos al presidente. Y lo peor, si ya se acercaban las elecciones o los relevos del poder presidencial, entraba al juego en serio la suerte del tapado. Había ciertas variantes en este circo, pero de que eran días de guardar, ni quien lo discuta.

Un breve lapso tras el día del presidente y se preparaba todo el mundo para los meros días patrios. Empezaba la zambra con paradas y concentraciones en las plazas por el recuerdo y homenaje a los niños héroes. Esto ocurría el día trece, que parecía ser el banderazo de salida. El día catorce teníamos desfiles de charros y su buena caballada en todo el país, por ser el día de la charrería y por presumir que se trata del más mexicano de los deportes. Bueno, hasta los charros sindicales andaban de fiesta ese día.

El quince nos es memorable desde hace mucho tiempo ya. En la escuela nos enseñaban a los infantes que la mera fecha de la independencia es el día dieciséis. Pero algunos avatares del destino pasaron el grito para el día quince. Muchos historiadores malpensados nos han ilustrado que fue enroque que le debemos a Porfirio Díaz. Como el angelito celebraba su cumpleaños los días quince, pues tuvo la ocurrencia de poner el grito a la noche del día previo de la fiesta nacional, el dieciséis. Y lo montó con cena y baile en palacio. Y como nuestros abuelos no eran nada de rogados, pues no se opusieron, y ya.

Eso de que Porfirio fuera dictador y que se reeligiera cuantas veces lo quiso hacer, y de que sostenía con este hecho particular un capricho bien personal y de que a chuchita la bolsearon, tuvo sin ningún pendiente a nuestros abuelos. Ellos nos heredaron estos dos días magnos de fiesta patria en lugar de uno. La víspera, que fue el grito, y luego el mero día, para el que se dejaron en cartelera los desfiles, los certámenes deportivos, los juegos populares y hasta los castillos de luces.

Son proverbiales los juegos del palo encebado, que convertían la tarde del mero dieciséis en un fandango de risas y chacoteos que no conocían término. También soltaban en la plaza a unos puercos encebados y el que pudiera agarrarlo se lo llevaba a su casa. Por la tarde y noche, después de guardar el lábaro patrio con escoltas de honor y toda la cosa, se desataban estos jolgorios. Había kermeses, puestos de cena tradicional, bailables, serenatas y muchas otras mojigangas. Casi siempre se cerraba la fiesta con la quema del castillo, adosado al paseo de un torito cargado de buscapiés y palomitas tronadoras.

Habrá que decir por cierto que, por las fechas memoriosas, las que estamos recordando, la industria textil no se había desbordado todavía. Al menos no había llegado la explosión y derrama de sus mercancías a todos nuestros pueblitos. De manera que la vestimenta con la que transitábamos casi todo el año era más que pobre y escasa. Pero el día patrio por excelencia, el diez y seis, todos estrenábamos prendas de vestir. Eran días de remojo general y de cuelgas al por mayor. Rememoramos un México que ya se nos fue. No sabemos decir si era mejor o peor que éste actual, por el que vamos transitando con tantos esfuerzos. Pero se nos fue.

El 27 se conmemora el día de la consumación de la independencia. Pero es fecha a la que no le hacemos tanto ruido. Como el bueno de Iturbide fue el que montó este tinglado, y como nunca pasó de ser tenido sino como personaje colateral de nuestro santoral cívico, pues no le tenemos montado ningún altar de la patria. Pero de que cae también en septiembre, ni hablar. Y con tal fecha cerramos nuestro mes patrio, como debe ser.