PARADOJAS UNIVERSITARIAS.

POR PEDRO VARGAS AVALOS.

                La Universidad de Guadalajara es la principal casa de estudios superiores  no solo de Jalisco, sino de todo el occidente de México; solo detrás de la UNAM, ha sido semillero de profesionistas desde que se fundó, no en el año de 1925 como paradójicamente algunos aseguran, sino desde 1792, cuando abrió sus puertas por una cédula real.

                En el reciente informe del rector general (otra paradoja, porque tiene la Casa de Estudios jalisciense más de una docena de rectores, lo cual hace que sostenga un aparato burocrático muy obeso y desmesuradamente costoso), se aseguró por este que la Universidad volvió a recuperar el balance presupuestal: paradójicamente, no resuelve la problemática de ingreso, ni la de nivel cualitativo en sus enseñanzas.

            El Alma Máter tapatía fue durante el siglo pasado, la portaestandarte de las ideologías más avanzadas. Los principios de esencia revolucionaria con teñido socialista, la auténtica educación popular y una genuina  austeridad republicana, imperaban desde su reapertura zunista. Paradójicamente ahora está aburguesada, ha crecido desmesuradamente en su organigrama sin que corra paralelo el avance de sus programas de estudio, el equipamiento de sus centros escolares y la democracia en la toma de sus decisiones.

            Formalmente es la Universidad una institución del gobierno del Estado, pero en la realidad no está sujeta en nada  a sus leyes y controles: funciona como un ente por sí, su poderío se desarrolló tanto que se constituyó en grupo determinante en muchos organismos estatales, políticos y de servicio.

            Hace poco, la UNAM echó a andar un programa que denomina “todo en internet”: su meta es ambiciosa y ojalá no quede en promesa. Por  lo pronto, si entra cualesquier persona a sus páginas, puede no solo informarse de sus planes, organización y eventos, sino que se tiene  acceso a un mundo de cultura, investigación e incluso disfrute, pues comenzando con la hemeroteca digital, y prosiguiendo con cada escuela o facultad, se ofrecen libros, revistas y publicaciones para todo el mundo.

            La Biblioteca Nacional de España es extraordinaria pues tiene cientos de libros en línea, no nada más de la llamada madre patria, sino de todo el orbe de habla hispánica. Obras excepcionales se pueden consultar, leer y hasta copiar. Sin llegar a esa magnitud, la ibérica biblioteca Miguel Cervantes Saavedra también tiene lo suyo.

            En nuestra patria llama la atención (y para un jalisciense, la envidia) que la biblioteca digital de la Universidad de Nuevo León ofrezca más de diez mil libros en texto completo.

Un esfuerzo notable del gobierno mexicano fue la biblioteca del bicentenario y la del Instituto Nacional de Estudios de las Revoluciones, donde encontramos ediciones  singulares de grandes autores mexicanos.

            Pero en Jalisco, ni el gobierno estatal (ya sea la secretaria de cultura, la de educación o alguna otra) ni la máxima Casa de Estudios tiene libros en línea sobre el Estado, sus costumbres, sus personajes, etc. Y esto si que es una dolorosa paradoja.

            Nuestra querida Universidad debe asumir el divulgar por medios electrónicos todo lo relativo a la geografía, historia y demás actividades de Jalisco. Lo que ahora posee en su biblioteca digital apenas si es un asomo.

¿Cómo hace un jalisciense de Ojuelos, de Huejúcar, o alguno de los demás municipios del Estado para asistir a la biblioteca? Y si es día feriado o algún horario fuera de oficina, ni siquiera podemos hacerlo los que vivimos en el área de Guadalajara.

            ¿Dónde leer la historia estatal que escribió Luis Pérez Verdía o siquiera la que produjo Luis Páez Brotchie? Y las colecciones que en diferentes épocas se publicaron, patrocinadas por la Entidad o el ayuntamiento de Guadalajara, y que fácilmente podrían instalarse en texto completo, porque no figuran?

Todo o anterior se resolvería por medio del internet, el gran avance para la cultura y la ciencia que hoy por hoy debe aprovecharse en toda su magnitud.

A nivel  nacional la hemeroteca digital es un paso significativo para poseer información histórica de la nación. La Universidad tiene la segunda hemeroteca histórica más importante del país, pero no la difunde. Por fortuna el diario El Informador tuvo la visión y categoría de ofrecer sus páginas digitalmente y eso salva a Jalisco. ¿Por qué la UdeG no lo hace y con ello presta un extraordinario servicio a los jaliscienses y a los mexicanos en general?

            Ojalá que pronto el actual Rector, que es persona preocupada por servir a sus coterráneos, promover la cultura y engrandecer a la Universidad, auspicie el que nuestra máxima Casa de Estudios ofrezca a los habitantes del Estado, su riqueza bibliográfica y hemerográfica, independientemente de sus archivos. Con ello además de impulsar los valores culturales, se salvaguardan libros y documentos, pues ahora serian consultados por miles y sin necesidad de maltratarlos, o mejor, de extrdaviarlos o hacerlos perdedizos.