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JALEO ENTRE PODERES Y LOGRO DE LA DEMOCRACIA.

Por: Pedro Vargas Avalos

                ¿Cuáles son esos poderes a que nos referimos? Los constitucionales -legislativo, ejecutivo y judicial- y los fácticos, es decir los sectores de la sociedad, como la banca, los empresarios, los partidos políticos y organismos civiles -incluidos burocráticos-, la Iglesia y los medios de comunicación, que ejercen sobre ella (la sociedad) cierta o gran influencia, confiados en su capacidad de presión, a la cual suelen sumárseles entes nacionales o extranjeros que por ideología o intereses materiales pretenden influir en asuntos exclusivos de la nación.

                La contienda ha sido pasmosa debido a que los contendientes empeñaron todo tipo de recursos para alcanzar sus objetivos. Entre los poderes emanados de la Carta Magna, fue manifiesto el enfrentamiento del poder judicial, conducido por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) encarnado en su presidenta -Norma Leticia Piña Hernández- contra el legislativo -cámaras de diputados y de senadores-representado por el partido mayoritario y sus aliados, los cuales secundaron las iniciativas de modificación constitucional presentadas desde el 5 de febrero de este año por el ejecutivo federal. La SCJN actuó sincronizadamente con la minoría legislativa (integrada por los partidos de Acción Nacional -PAN-, Revolucionario Institucional -PRI- y de la Revolución Democrática- PRD-) acrecentada por Movimiento Ciudadano -MC-. En consecuencia, el desafío fue impresionante.

                Para alcanzar ese nivel de magnitud, debemos considerar que los poderes fácticos se sumaron a los fines de la SCJN y de la minoría legislativa, que en pocas palabras era evitar se concretaran las iniciativas de reforma presentadas por el ejecutivo el día de la Constitución Política de México, en esta ocasión significadas especialmente por las reformas al poder judicial.

                Por tirios y troyanos es reconocido que la justicia en nuestro país no cumple ni medianamente los mandatos constitucionales de que debe ser pronta, expedita, imparcial y gratuita. Lo anterior se agrava con números en la mano, al demostrar que el nepotismo y el influyentismo corren parejos en materia de justicia, y han convertido al poder judicial en centro de podredumbre. Un estudio reciente enlista los datos de 112 jueces y magistrados que habrían utilizado sus facultades para conseguir empleo a su esposa o pareja, 180 a sus hijos, 136 a sus hermanos y 27 a sus papás. El estudio revela que hay, además, otros 7 mil 148 servidores públicos del Poder Judicial que comparten espacio laboral con sus parientes. Como ejemplo se puso a Jalisco, Estado que ocupa el primer lugar nacional en contratar a los hijos de jueces y magistrados, por lo que se le intitula “Jalisco: el Virreinato de los hijos”. (Valeria Durán, Dulce González y Raúl Olmos: El Poder Familiar de la Federación).

                En cuanto al influyentismo, aseveró el presidente Andrés Manuel López Obrador (Amlo): “hay mucho influyentismo, corrupción, nepotismo, muchos vicios, y se deja en libertad a delincuentes de cuello blanco y de la llamada delincuencia organizada si hay dinero de por medio, si tienen buenos abogados, esto debe leerse, de abogados influyentes, no necesariamente que sean buenos juristas, sino que tienen buenas agarraderas o son duchos en el tráfico de influencias.”

                Siendo irrefutable que se ocupa una profunda modificación del poder judicial, la SCJN nada hizo para avenir y coordinar ideas con las propuestas presidenciales. Tanto en ella, como en las fuerzas de las oposiciones, jamás esperaron los resultados electorales del 2 de junio, en los cuales la ciudadanía otorgó mayoría calificada a los lopezobradoristas, quienes de esa manera vieron culminado su Plan C de reformas y con el dominio en las cámaras alta y baja, se dispusieron a culminar sus proyectos. Se organizaron por los diputados amplios foros de consulta y participación de miembros del poder judicial federal y de los Estados, de los trabajadores de esos poderes, abogados, académicos y demás interesados en el ramo. En ellos, fue evidente que los ministros, magistrados y jueces, estaban en contra de la reforma; enseguida se sumaron atropelladamente los trabajadores, y llegaron a un ilícito paro de labores. Su actitud fue no solo firme, sino furibunda. Unos y otros defendían a ultranza sus privilegios escandalosos: la SCJN apoyó a los paristas y hasta autorizó que recibieran sus sueldos íntegramente. El servicio prioritario de justicia, no les importó y lo relegaron, para ellos lo sustancial era evitar las reformas y con ello salvar sus prebendas.

                Los poderes fácticos, al principio algo tibios, acrecieron y se volvieron beligerantes, refractarios y hasta amenazantes. Los embajadores de Estados Unidos y de Canadá tomaron parte y declararon su disconformidad con la reforma judicial, especialmente señalando la inaceptación del sufragio popular para elegir a los juzgadores federales. Hubo necesidad de que el primer mandatario los señalara y marcara sus intromisiones inadmisibles, declarando una pausa con ellos, no con sus gobiernos, menos con sus pueblos: los negocios y relaciones no se inmutaron, a pesar de las “aves de mal agüero” sobre todo emanadas de sectores empresariales y los grupos de la derecha ideológica, algunos de calaña internacional, que advertían de turbulentos tiempos en lo interno y lo externo.

                La pugna que por la llamada sobrerrepresentación de legisladores fue una batalla campal, la perdieron los opositores. Y heraldos de la retrospectiva como Krauze y Aguilar Camín, afirmaron que había muerto la democracia y con ello surgido la dictadura. No cabe duda de que añoran tiempos idos, cuando eran consentidos de las camarillas gobernantes.

                La iglesia, -obispos, curas y beatería- sobre todo la católica, también echó su cuarto a espadas y se proclamó contraria a las reformas con relación a la administración de justicia. Estudiantes de universidades de paga y minorías del círculo de nivel alto, muchos de ellos empleados en la SCJN y tribunales, se desbordaron y satanizaron la iniciativa, dizque defendiendo la independencia del poder judicial y la carrera para escalar puestos en ese ámbito, repudiando la elección popular.

                La desesperación de los liderados por la presidenta de la SCJN llegó al punto de ignorar al Constituyente Permanente (cuya atribución es adicionar, reformar, derogar o abrogar partes de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos) integrado por las Cámaras de la Unión y los congresos estatales, pues sin rubor alguno y careciendo de competencia, algunos jueces de distrito osaron conceder suspensiones para evitar la discusión de la reforma en el poder legislativo, o de inhibir enviar a los congresos locales la minuta que se aprobara en las cámaras, y finalmente, en el colmo de la rabieta de un tribunal colegiado, este prohibió se publiquen en el diario oficial las multicitadas reformas. Y como cereza en el pastel, la ministra Piña todavía expresó que buscaría algún recurso, aquí o fuera del país, para impedir la reforma constitucional. (¡¡!!).

                Así describe el presidente del Senado (Gerardo Fernández Noroña) la parte final del jaleo entre poderes: los seguidores de la SCJN y los partidos opositores, usaron todo tipo de provocaciones y maniobras…buscaron que las sesiones no se llevaran a cabo…permitieron el asalto violento a la cámara de senadores en un repudiable intento golpista…los medios no dijeron nada al respecto, ni siquiera cuando la “Chuya” senadora panista María de Jesús Díaz Marmolejo de Aguascalientes,  llamó a linchar a quien votara a favor de la  reforma. Entonces hubo necesidad de pasar a la sede alterna del antiguo Senado (tal como los diputados se habían visto obligados sesionar en sede alterna)…hubo sesiones tormentosas y finalmente entre 10 y 12 de este mes septembrino ya estaba lograda la aprobación en lo general y particular en ambas cámaras. Para el día de los Niños Héroes, con 24 aprobaciones de congresos estatales se alcanzó la constitucionalidad de las reformas, enviándose al ejecutivo para su publicación.

Amlo anunció se publicaría la reforma el 15 de septiembre. Noroña precisó: será espléndido regalo no para el presidente, sino para el pueblo, añadiendo: y que se oiga bien y lejos, en México manda el pueblo y nadie más…en cuanto a la oposición están presentes en su ausencia, en la intrascendencia a que ellos mismos se han condenado por haber traicionado a los intereses del pueblo. Dicen los medios de comunicación tradicionales que tenemos una dictadura, con lo que resulta que si el pueblo manda es dictadura, y si las mayorías nos respaldaron es una dictadura, pero eso se llama democracia, el poder del pueblo para el pueblo y por el pueblo.

En esta victoria de los mexicanos, se demostró como se sortearon violencia, provocaciones, campañas de linchamiento y descalificaciones. Como reitera quien dirige la Cámara Alta: “…nosotros le decimos al pueblo de México que no les fallaremos, estamos bajo su observancia…la oposición tiene un largo camino de aprendizaje…nosotros seguiremos por largo tiempo porque estamos cumpliéndole al pueblo, estamos haciendo política y no politiquería, …y aunque la oposición nos muerda la mano, la tenemos extendida, a pesar de que no tenga palabra y traicione hasta los principios más extremos…siempre estaremos dispuestos al diálogo, pero eso sí: bajo ninguna circunstancia renunciaremos a la fuerza del mandato mayoritario que otorgó la ciudadanía”.

Este logro de la democracia mexicana bien merece la aclamación: ¡Larga vida al valiente y comprometido pueblo de México!

Jalisco: ¡Qué vergüenza!

Juan M. Negrete

Lo primero que hubo fue la iniciativa enviada por el titular del ejecutivo el cinco de febrero pasado. Es atribución suya. La tornó al congreso para su discusión. El paquete no contiene tan sólo la propuesta de esta modificación constitucional, sino de otras diez y ocho. Es pues un paquete bastante amplio. No se envió a su discusión inmediata. Se propuso para ser ventilada por la nueva camada de legisladores, una vez que se renovaran ambas cámaras, como resultado de los sufragios del dos de junio.

En la campaña electoral, el equipo de Morena y sus aliados convirtieron la bandería de estas modificaciones constitucionales en su oferta central. Eso permitió a los candidatos del espectro oficialista plantear, revisar y hasta discutir lo que significarían estas reformas. La promesa pública de exhibirla, darla a conocer y aprobarla, de obtener la mayoría calificada en las cámaras, fue pues promesa central de este bloque. Fue la esencia del llamado plan C.

Ya conocemos los números obtenidos en la jornada electoral. Aunque se le quiso meter ruido al chicharrón, la alianza del oficialismo repetirá plato en el poder. Esto es más que sabido y nos podemos ahorrar las cuentas. Pero la tozudez de los think tanks de nuestra derecha ensayó a impedir que la calificación de los comicios e instalación numérica de las cámaras se atuviera a la conformación cuantitativa de la mayoría calificada para los ganadores.

Se alegó hasta de mala manera y se agitaron los banderines contra la supuesta sobre representación. Fue demasiado el ruido, e infame, por no calificarlo sino de forma modosita. Pero al final se impuso la letra estricta constitucional y la cámara baja, la compuesta por los diputados uni- y plurinominales, se les palomeó la mayoría calificada. No ocurrió así en el senado, en donde a los ganadores les faltarían tres escaños para conformarse con tal variable. Los números primeros arrojaron la cifra de ochenta y tres para el bloque oficialista y cuarenta y cinco para el opositor.

Pero como dicen los refranes, de donde menos se piensa saltó la liebre. Como el PRD sumó tan pocos sufragios, al grado de que sus dos únicos senadores quedaron huérfanos de siglas, en lugar de arroparse éstos en la corriente opositora, se pasaron al bloque triunfante. Así, con esta incorporación, el diferencial de la cifra se cerró. Morena y sus aliados cuentan con ochenta y cinco curules, mientras que el paquete de la oposición se redujo a cuarenta y tres. Otra vez hubo demasiado ruido mediático en torno a que si con esta cifra se avalaba la mayoría calificada del senado o si no.

Para que ya no hubiera dudas, al momento mismo de los debates, una dupla de senadores del PAN, los de Veracruz que se apellidan Yunes (padre e hijo) sumaron su voto al bloque oficialista y, con esta medida particular, se acabó todo el brete. Tanto la cámara baja, de los diputados, como la alta, de los senadores, aplicaron el principio cuantitativo de su mayoría calificada y aprobaron dar curso a la reforma del poder judicial.

Claro que hubo gritos, jaloneos y desgarre de vestiduras. Bueno, hasta injurias y ofensas personales, espectáculos bochornosos que bien podríamos irnos ahorrando en estos menesteres. Pero, a gritos y sombrerazos, o como dijo el tal Borolas: aiga sido como aiga sido, los diputados se la turnaron a los senadores, ya aprobada. Los senadores hicieron lo propio y se la turnaron a las legislaturas de los estados, para que dieran o negaran el consentimiento de su aprobación. El resultado final se dio en positivo y el poder judicial tendrá que normarse mediante procesos electorales universales y directos, como los otros dos poderes. Y se acabó el corrido.

De treinta y dos estados, con diecisiete que le dieran luz verde era suficiente, para devolverla a las anteriores dos instancias legislativas federales y que éstas se la retornen finalmente al titular del poder ejecutivo para que la promulgue y entre en vigencia, como así será. Ya regresada, ambas cámaras le dieron el visto bueno final y el titular del ejecutivo, AMLO, mandó decir que la publicará en el diario oficial de la federación el día quince de septiembre, o séase, mañana. ¿Más mezcla, maistro, o le remojo los ladrillos?

De los congresos estatales, veintitrés entonces se sumaron a la aprobación. El número en positivo rebasó las expectativas. Pero lo que nos debe llenar de vergüenza y pena propia a los jalisquillos, es que nuestros legisladores hayan rechazado la tal reforma y que nos hayan puesto en la frente a todos los que habitamos esta parte del país, no una estrellita en la frente, como a los niños aplicados, sino las orejas del burro. Falta que solos nos vayamos a poner volteados a la pared, para ver si así entendemos. Pero lo dudo. Nos estamos pintando como un estado retrasado, habiendo sido siempre uno de los mejores alumnos del país. ¿No hay visos de pronta corrección? Ya veremos. Por lo pronto, nuestros diputaditos locales regaron el tepache. Y no aprenden.

Filosofando: El intocable Poder Judicial

Por: Juan M. Negrete

La señora Claudia sustituirá en la silla del poder ejecutivo federal al incansable Peje. Así fue el mandato en urnas del pasado dos de junio. Así lo avalan también ya todas las instancias y procesos legales que tienen que cumplirse para estas tareas públicas. Y así nos hemos alistado también ya todos los ciudadanos de este país, amoroso y espinoso, como nos definió el poeta chileno Pablo Neruda. En tales vigilias estamos entretenidos.

De acuerdo a reglamentos y normativas vigentes para estos acontecimientos, se han venido dando los primeros pasos de acomodos, para que funcione sin contratiempos la nueva maquinaria, así sea una continuación de lo que vivimos todo este sexenio que ya concluye. Por ejemplo, la doctora Claudia estuvo suministrando con cuentagotas los nombres de los miembros del gabinete. con el que transitará a lo largo de su estadía en la plancha del poder ejecutivo. Cada semana nos vino revelando las personalidades titulares de las distintas parcelas de su gobierno. Casi de todos recibió el beneplácito de los espectadores. Ayer nominó finalmente a los últimos miembros de importancia que le faltaban de su cartera: los titulares de la Sedena y de la Marina. Pareciera que todo marchará como miel sobre hojuelas.

Aunque también se visualizan prietitos en el arroz. Porque de acuerdo a otra de nuestras prácticas de ajustes y maniobras políticas, el poder legislativo ya tomó la posesión de sus curules y entró en son batiente. Hubo mucha algarada y gritería por parte de la oposición perdedora, denunciando que las instancias legales calificadoras de los recientes comicios cometerían el serio error que denominaron como sobre representación. Es decir, que se les otorgaría a los ganones de la elección una vara de mando excedida en términos cuantitativos. En los hechos, dijeron los perdedores, el partido en el poder y sus aliados no habían ganado la mayoría calificada, requisito cuantitativo fundamental para poder modificar dictámenes constitucionales.

Se están viviendo otras movidas pragmáticas, también complejas, pero asentada en la agenda de nuestros accionares públicos. En concreto, estamos ante la discusión de enmiendas a la constitución vigente presentadas en su momento por el presidente saliente, AMLO. Todavía no entrega el presidente la estafeta, pero el poder legislativo que ya la recibió, puso a discusión y/o aprobación en su caso de las reformas constitucionales contenidas en el paquete de sus iniciativas presentadas el pasado mes de febrero.

Entró entonces a debate la traída y llevada reforma al poder judicial. Es la primera de otras dieciocho que habrán de ventilarse en el parlamento por lo menos en los próximos tres años. La pichada es extraña, pero ahí está: un poder entrante le discute y califica una iniciativa a un poder saliente. No se trata de cualquier debate. Dos de los tres poderes de la república discuten y delinean el funcionamiento uno de ellos, el tercero. El ejecutivo saliente y el legislativo nuevo le están poniendo el cascabel al gato del judicial.

Esta es la marángula que estamos viviendo. De ahí que estén encendidas todas las baterías y apuntadas a dinamitar, demoler o a edifica y establecer las estructuras del funcionamiento básico de la república. Los legisladores diputados ya aprobaron y dieron curso a la iniciativa de la reforma del poder judicial. Hizo valer su derecho de mayoría calificada y dio el paso tan discutido, pero tan esperado. Mañana se presentará esta jornada definitoria a la la tribuna de los señores del senado para la definición del mismo libreto. La correlación cuantitativa está menos clara aquí, pues se supone que al grupo mayoritario de senadores le faltaría un voto para ejercer la mayoría calificada. Este obstáculo no operó con las bancadas de los diputados.

El escenario senatorial está ardiendo y el gran público en ascuas. De ahí que digamos que este paso le significa mucho a nuestro futuro del gobierno por instalarse. Por mucha alharaca que se haya generado por el ejercicio de la atribución de mayoría calificada, los diputados ya la usufructuaron y establecieron como válida. Este paso se definirá el día de mañana con los senadores. Por supuesto que la oposición, que la perdió, no quita el dedo del renglón para impedir que la ejerzan los senadores del bloque ganador.

O les faltará un voto, o se declara un empate técnico, o viviremos alguna sorpresa de reacomodos del poder. Como venga el resultado, lo viviremos mañana. Ya no hay plazo de espera. Y veremos si se le marcará el paso desde los otros dos poderes (ejecutivo y legislativo) al judicial, o si estos antiguos polichinelas de los poderes fácticos seguirán bailando al son que les toquen los dueños del dinero, con todas las truculencias que se les han venido documentado a lo largo de los seis años vividos bajo la férula de la 4T. Hagamos changuitos para que nos ocurra lo mejor para todos. Y a mirar el espectáculo, que no tendrá desperdicio. Salud.

PREÁMBULO DEL ADIOS.

Andrés Manuel López Obrador -Amlo- ha sobredicho claramente que,
concluido su ciclo como Presidente Constitucional de la República, se mudará a
Palenque, Chiapas, lugar donde se ubica su rancho llamado ‘La Chingada’.  Y el
final de su periodo, está a la vuelta de la esquina: el último día de septiembre, el
mes de la patria.
El lema de Amlo, “por el bien de todos, primero los pobres”, es una frase
que ya está enraizada en la conciencia de los mexicanos. Y la oración de tinte
juarista que enarboló, “Con el pueblo todo, sin el pueblo, nada” es lema
consustancial de todo gobierno democrático. Siendo cabal “zoon politicon” – es
decir animal político, como expuso Aristóteles- a los políticos, con proyección a la
vida común de cualquier individuo, les alecciona profesar los preceptos de “no
mentir, no robar, no traicionar”. Esos lineamientos, lo llevaron a sostener el ideal
de que “No puede haber gobierno rico con pueblo pobre”. Taxativamente, válido
para todos, es su reconocimiento de la familia como el principal fundamento de la
sociedad, y en lo personal, la confesión de que, para vivir ecuánimemente, nada
mejor que estar bien con nuestra conciencia y en paz con el prójimo.
Amlo es una personalidad que tiene muchos críticos, algunos de ellos
viscerales; pero es incontrastable, que son muchísimos más, los mexicanos que
simpatizan con él. Al respecto nos sirve de prueba, tanto el resultado de la
elección del 2 de junio pasado, que fue una victoria apabullante del
lopezobradorismo, como las recientes encuestas valorizadoras de su
administración, realizadas por empresas de acreditado reconocimiento, y que
arrojan porcentajes (entre 70 a 80 por ciento) no registrados en los gobernantes
desde hace muchas décadas. “López Obrador dejará de ser el Presidente de
México en días y se irá a su rancho, heredándole a Claudia Sheinbaum los
avances, los pendientes y los retos de su gobierno, así como la dirección de un
movimiento que está claramente fuerte, gobernando a la mayoría de los
mexicanos y con una legitimidad muy alta”. (Genaro Lozano: El Cierre, en
Reforma, 3-IX-2024).

En reciente Mañanera, el mandatario precisó la cronología de la ignominia:
‘En los 36 años del periodo neoliberal, los tres poderes, el Ejecutivo, el Legislativo
y el Judicial, sólo estuvieron al servicio de la oligarquía, de la minoría rapaz, y no
elaboraron nunca un decreto, una ley, un fallo u otra acción importante en
beneficio de la mayoría del pueblo.’ Es decir, durante el periodo neoliberal -de
Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto- las leyes se aprobaron por consigna y a
modo, en el sentido que exigían los traficantes de influencias, políticos,
funcionarios y legisladores para beneficio de particulares -nacionales o
extranjeros- sin importar el interés público. La lucha de Amlo, fue recuperar el
espíritu -reivindicador socialmente- de nuestra Carta Magna.
De igual manera, opinó sobre la Suprema Corte y la justicia federal, en
cuanto a su intento de evitar la reforma judicial: “no tienen fundamento legal, sería
una aberración y, desde luego, una violación flagrante a la Constitución el que se
detenga el proceso de análisis, discusión y, en su caso, aprobación de la reforma
constitucional dedicada al Poder Judicial. No hay ningún fundamento
constitucional, sería una arbitrariedad, y esto afectaría la vida pública, afectaría
desde luego lo que debe ser un auténtico Estado de derecho; sería como optar por
la ley de la selva, terminar de dejar de manifiesto que no les importa la democracia
ni la justicia, que solamente están pensando en sus intereses, en sus privilegios y
que son partidarios de la corrupción abiertamente… no creo que eso prospere,
porque alguien en el Poder Judicial —no uno, espero que varios, en especial en la
corte— reaccionen” y no incurran en semejante sinrazón. Aunque eso sí, por lo
pronto “queda claro que jueces, ministros y personas de la clase dorada de la
Suprema Corte no quieren perder sus privilegios; …que van a hacer todo lo
posible, al costo que sea, para evitar que se frene, bueno, para frenar esta reforma
al Poder Judicial”.
En esa misma conferencia -del 6 de esta septembrina treintena- precisó los
motivos de satisfacción sobre su adios de la política: “para que no quede duda, yo
entrego la banda y me retiro, y no vuelvo a participar en nada. Y voy a procurar, y
les pido a todos, a mis amigos, y a mis adversarios porque no tengo enemigos,
que no intenten buscarme, y que no vayan a quererme ir a tomar fotos, no quiero
ya aparecer en nada. Ya cumplí mi ciclo y me voy muy contento, ya lo he dicho,
muy contento.”

“Primero, porque todavía ayer se dio a conocer el dato del Banco Mundial
que se redujo la pobreza en el tiempo que estuvimos en el gobierno, como no
sucedía en décadas, y se redujo la desigualdad.

“Segundo, porque es un gran honor, un timbre de orgullo haber gobernado
en un país con un pueblo tan bueno, noble, trabajador, fraterno, excepcional.

“Y lo tercero, que le dejo la banda presidencial, le voy a entregar la banda
presidencial a una mujer con mucho conocimiento, experimentada, sensible,
honesta, que va a ser, sin duda, una muy buena presidenta y en poco tiempo, y
ese es mi pronóstico, se va a convertir en la mejor presidenta del mundo…” Al
respecto, invariablemente, López Obrador pregonó: Deseo que el pueblo siempre
tenga las riendas del poder en sus manos. El pueblo pone y el pueblo quita y es el
único soberano al que debo sumisión y obediencia.
Con el destacado periodista ya mencionado antes (Genaro Lozano), en
razón de lo anteriormente descrito, que sirve de preámbulo del adiós que aún tiene
como peldaños el grito de independencia y la ceremonia de cambio presidencial,
reiteramos: AMLO se va con una aprobación alta y con plazas llenas. En muchos
sentidos, no habíamos visto a un Presidente mexicano cerrar su sexenio así,
despedirse del poder de tal forma, desde que empezó la democracia electoral en
México y quizás también desde Lázaro Cárdenas.”