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INFORMES.

POR PEDRO VARGAS AVALOS
Por estos días están de moda los informes. Los puso en marcha el presidente de la república el pasado uno de septiembre y los continúan los alcaldes de la municipalidades jaliscienses en este llamado mes de la Patria.
Desde luego que es muy sano que los responsables de la administración pública rindan cuentas detalladas de sus actividades. Por medio de ellas se supone que debemos enterarnos de cómo marcha tanto la nación como cada uno de sus municipios.
El informe correspondiente al ejecutivo estatal, como se lleva a cabo en el inicio de febrero, queda algo desfasado de la “informitis” septembrina. Sin embargo lo que se diga de unos y otros, es aplicable al del gobernador.
A ejemplo de cómo era antiguamente el informe presidencial, o sea en los tiempos del carro completo priísta que le valió ser calificada como la “dictadura perfecta” por el laureado escritor Mario Vargas Llosa, se repetían los elogios en el caso de los mandatarios de entidades federativas y de los presidentes municipales. Incluso, en organismos públicos como la Universidad de Guadalajara y semejantes, los informes eran ocasión de cataratas de adulaciones y aplausos.
Esa costumbre cortesana, hizo que en su momento al día del informe se le rebautizara como “El Día del Presidente”, lo cual se repetía en cada ámbito de gobierno: Día del Gobernador, Día del Presidente Municipal.
Pero llegó la transición democrática, y si bien no cambió la conducta de los políticos, porque siguen siendo igual o peor de indolentes, si varió ciertos aspectos. El más importante en cuanto al gobierno federal y el estatal, fue que ya no acudieron los titulares del poder ejecutivo a rendir sus cuentas ante el Congreso correspondiente.
Solo los primeros ediles siguieron la norma de informar ante sus regidores, con la ventaja de que como su planilla es inmensamente mayoritaria, sus correligionarios les cubren las espaldas ante las críticas e impugnaciones de sus opositores.
Por lo que ve al primer magistrado nacional, tuvo la ocurrencia de realizar una parodia de informe al día siguiente del que entrega su mandadero al Congreso. En este acto, al que acuden solo los invitados del mandatario, todo es felicidad y desbordamiento de lisonjas. De igual manera, guardando proporciones hace el ejecutivo local.
Por lo que ve a los tres ámbitos de gobernó, es típico que antes y después nos bombardean con publicidades de grueso calibre a los ciudadanos, diciéndonos los múltiples logros de su administración y haciéndonos creer casi, casi, que vivimos en Jauja.
Lo cierto es que la esencia de lo que significa información y rendición de cuentas republicanas, se extravió. Por ningún motivo debió permitirse que los mandatarios dejaran de asistir personalmente a rendir su informe: acudir ante quien representa al pueblo y mal que bien, es el reflejo de nuestra modesta democracia, sería lo menos que deberían de asumir los gobernantes. Pero le dan la vuelta a su obligación democrática y se echan sobre el cómodo recurso de montar una caricatura de informe y así recibir alabanzas sin medida.
Por lo anterior es que a la ciudadanía, en la realidad no le interesa saber lo que diga el presidente, el gobernador o el alcalde. Y los informes, a pesar de su intensa publicidad, no sirven para mayor cosa que no sea reverenciar y ofrendar pleitesía a los que tienen el encargo de presidir gobiernos. Y estos se regodean con tales aplausos.
Urge que rendir cuentas se reestructure, y que los informes sean realmente escuchados por el pueblo, otorgando a éste mecanismos para que puedan libremente opinar sobre ellos. Y que los gobernantes hagan caso a esos puntos de vista.; que se enseñen a escuchar al ciudadano, y recoger las críticas de sus opositores; lo que implica que presidente, gobernador o alcalde, acudan personalmente para rendir su informe respectivo. De otra manera, estos sucesos seguirán tibios, mediocres y por lo tanto, sin mayor interés para los ciudadanos.

LA NOCHE

M.M.V.

LA NOCHE¡O’ra sí quedé curioso…! Mis cuentas eran de que si arriaba por los atajos no me agarraba la noche…, que mi llegada sería cuando los resplandores del atardecer apenas anduvieran queriendo acostarse… pero no…, las tanteadas me salieron al revés, y todo por las urgencias. Pude haberle hecho como siempre, rondar por los caminos trillados de antes, los de siempre, y así, aunque fuera en dos jalones la llegada hubiera sido mejor, porque podría dormitar un poco y sestear también a la recua, pero no…; quise cambiar el rumbo porque andaba con los piensos removidos, es por eso que me arriesgué por estos desviaderos, que de haberlos conocido ni me meto, porque resultaron tupidos de polvo y muy recargados de sol, por eso, en vez de aventajarle parece que voy a dilatarme un poco más, y lo peor es que a estas alturas ya me están llegando las apuraciones ¡De plano que le jerré!, porque me figuro que a causa de tanta asoleadera se me vino un acaloramiento que me puso el buche hogadizo y enseguidita me brotaron sudoraciones frías, repetidas y pegajosas. Eso fue al acabar de subir unos terraplenes muy empinados…, entonces me comenzaron los chorretones por todo el cuerpo, y casi al mismo tiempo se me vino un zumbidito que no sé si me entraba o me salía por las orejas, o puede que nomás lo trajera por adentro, pero quién sabe y no, porque era como si un enjambre de chicharras me rondara muy cerquita de la nuca, como queriendo abanicarme con sus aleteos para bajarme los sopores; me imaginé que eso eran, chicharritas cantoras, aunque por más ojeadas que eché para ver por dónde revoloteaban, pues no llegué a verlas, era como si se escabulleran a cada volteada que daba; pero luego de echar una tanteada me imaginé que el ruidito pudiera ser por otra cosa, porque caí en cuenta de que apenas comienza octubre y las chicharras aparecen más o menos en abril, cuando las pitayas andan ya queriendo madurar. En eso estaba, en el recuento de los tiempos, cuando en medio del chorreo de resudores me agarró una temblorina y luego unos escalofríos que me dejaron acalambrado, entonces ya no pude aguantar el paso de mis bestias…, fue cuando me sentí pegado al suelo, y aunque me imagino que todavía no era hora, comencé a sentir que la noche se me venía encima. Fue entonces que se acabó aquel zumbido que ya me traía muy embolado y con ganas de dormitar un rato, pero por más esfuerzos que hacía no podía cuajar el sueño; me encontraba como sumido en un soponcio que según mis cuentas, a esas alturas ya está alargándose de más, porque aquella frialdad y los zarandeos me brotaron desde antes de que despuntara esa neblina que no ha dejado de salir por todos lados, tan reposada y tupida que no me deja ver nada claro aunque tenga los ojos bien abiertos. Quién sabe a qué hora empezaría, pero desde entonces todo esto ha venido llenándose de negrura…, aunque de repente se esfuma y luego reaparece poco a poco, como si fuera humaredita de cigarro de hoja, igual de hogón y enchiloso; por otro lado, puede que nomás esté soñando, porque aparte de eso no se oye ningún sonidito, ni rumores, nomás unas sombras que aparecen y luego se esfuman detrás de la neblina, visiones indecisas que se esconden de sopetón, que no me dan tiempo siquiera para ver de qué se trata; aunque puede que esos vislumbres sean puras abusiones mías porque no puedo ni tentalearlas, y eso ha de ser porque el humarajo las encierra como para esconderlas de mis manos, que tampoco las veo pero sé que están en su lugar porque no hay razón para no tenerlas…, de seguro que esos humitos ya las traen envueltas del todo. ¡Ah…! sería bueno que ya amaneciera, que saliera el sol aunque fuera un tantito para que me calentara por lo menos el pellejo, porque de otro modo el frío no va a tardar en calarme hasta los huesos, y entonces sí que la fregamos…, porque si me llegan otra vez los acalambramientos no voy a poder jalar un poncho, y entonces no me va a quedar de otra que esperar a ver si de chiripa alguien se acerca y se conduele de mi tembladera. Puede que si me hago el disimulado, sin moverme ni hablar siquiera, a lo mejor alcance a distinguir algún ruidito…, puede que sí, aunque si me quedo silencio, también cabe que me duerma, y si eso pasa, pues menos voy a poder llegar hasta donde aguardan mis pendientes…. Pero sí…, es mejor que me aquiete un poco, sirve que agarro tantitas fuerzas y me acomodo para echar unas ojeadas, para ver si de ese modo distingo algo que no sean nubecitas ni sombras escurridizas…, si, es casi seguro que con eso no me adormilo; eso voy a hacer, a estarme en calma y aguardar para ver si luego me llegan otras ocurrencias que me mantengan despierto, aunque quién sabe, puede que con la vigilia se me acaben las fuerzas y entonces no me queden ganas de seguir en espera de algún murmullo. Eso puede pasar, que se me acaben los ánimos, y por las dudas, sería mejor buscar algo que me diera sustancia, porque las piedritas que comienzan a hundirse entre mis carnes no creo que me sirvan de alimento…, lo que sí puede que me ayude es esa humedad que comienza a empaparme por todos lados, que no sé de qué sea porque no me llega su olor, pero lo más seguro es que se deba al sereno de la noche; ojalá y sea por eso…, al menos esa agüita puede acabar con mi sed, eso, si es que llego a sentirla, pero puede que sea pronto porque ya empieza a cansarme esta carga de negrura que no termina de mecerse ante mis ojos que quisieran distinguir algo, aunque sólo fuera un fulgor de luz, algún brillito reluciente de cualquier color, y eso, pues para saber que mi ensueño está por acabarse, porque me está ganando el desasosiego a causa de tanta quietud…, y más por esos bultos caprichosos que andan como a tientas, como espiando mis movimientos, como queriendo conocer mis pareceres, mis sentidos. Eso ha de ser, que anden queriendo arrinconarme para entonces sonsacar mis ánimos con cuestiones que ni al caso, pero no van a conseguir que les confiese nada aunque se me atraganten los remordimientos; conmigo no se les va a hacer porque no tengo por qué decirle nada a nadie, a menos que se me den razones de por qué estoy aquí tirado y como en espera de no sé qué…. Sí…, ojalá supieran que eso es lo que quiero saber ¡Qué la chintola!, porque todo lo otro, lo de mis resabios y deslices, pues son cuento mío; y si de veras en ese chisme andan, pues deberían saber que lo de cortar caminos fue por buscar el modo de acabar con las chingadas hambres de los míos…, aunque quién sabe y eso de aplacar ayunos ya no se me haga, porque a como la estoy mirando, puede que tenga que seguir en las mismas, trasijado por las malpasadas, igual que mi mujer y los hijos, y eso, pues nomás porque así debe ser según dicen los que nunca han sentido carencias, los que alegan que como uno nace así debe seguirle…, pero yo digo que no, que están en un equívoco, porque lo único disparejo entre ellos y uno es el modo de ganarse los centavos; así pasa, uno se friega el lomo para sacar algún dinerito, y ellos en un amén quedan hartos. Por eso fue lo de los atajos, para llegar adelantado y cambiarles esos modos de pensar y de alegar las cosas, ya es tiempo de acabar con las pinchis necesidades. Sí…, ya estuvo suave, por eso tengo que sacudirme esta modorra, para acercarme con los tenderos y tratarles la nueva, la de que conmigo ya se les cerró el negocito; ya estuvo bueno de andar nomás de acarreador. Ese es mi apuro ahorita, levantarme y arrancar para tender la vendimia por mi cuenta; así le voy a hacer, sí…, así mero. ¡Heeey…! ¡Oooit…! Puede que todo el rumbo esté solo porque nadie me responde y nada se oye, ni un sonidito… ¡Heeey…! Nada, ni siquiera el eco, ¿O será que nada más pensé en gritar?, puede que eso haya sido, que mi alboroto nada más lo haya imaginado. ¡Ah qué diantre! Para salir de dudas sería bueno subirme al paredón para desde allá armar un griterío, fuerte para que se oiga hasta muy lejos…, aunque quién sabe, puede que fuera mejor buscar una bajada, alguna vereda, pero no…, mejor me aguanto, porque puede que amanezca cuando vaya a medio camino, sea de subida o al revés, y además, no voy a saber qué rumbo tomar porque estos andurriales son nuevos en mis vueltas…; mejor me hago el disimulado, como que nomás estoy reposando, ojalá que en mientras no quede todo atiriciado, porque dicen que así se pone uno cuando la sangre corre más despacito, cuando se cansa de dar vueltas y vueltas en el cuerpo, y con este frío, es casi seguro que eso me pase, pero ojalá y la mía no comience con eso, con andar muy paso a paso, como acomodándose para quedarse sosiega, y eso puede pasar por la falta del sol que no ha vuelto a asomarse desde que me alcanzó esta noche, tan quieta y tan larga que no acaba de terminar…, aunque quién sabe…, puede que apenas esté comenzando, que por mis resentimientos ande yo padeciendo en medio de tantas confusiones, como si todo esto fuera un castigo a mis afanes…, y para acabarla, comienzan a brotar unas figuras, unos bultos a los que no les encuentro la forma; me imagino lo que son pero no puedo verles la cara, o puede que no quieran que se las vea, pero eso sí, por lo escurridizo que se portan, de seguro que son ladinas, marrulleras del todo; lo curioso que brotan a lo cortito, pero no dan tiempo a preguntar nada, y si son como esas que me figuro, al menos saber si andan con el soplo escabullido. Sí…, eso puede ser, que esas visiones anden penando por algo que se les quedó pendiente, que se la pasen en puras rondas, de un lado para otro, y eso porque nadie les ha enseñado en cuál ristra debe engancharse cada una para rápido entregar cuentas, para hacer las sumas y las restas de sus haceres; sí…, yo creo que para ese recuento así debería de ser, que a la llegada estuviera alguien para marcarle el rumbo a cada quien, porque son rincones que no se conocen; eso digo yo pero quién sabe…, quien sabe cómo estén pensados esos arreglos, a lo mejor son mandatos en los que uno no debe meterse…, que sean nomás el capricho de no sé quién.., pero lo cierto es que nadie conoce los rumbos, y menos cómo hacer, para no andar vagando sin saber para dónde. A mí me pasó lo mismo con esta vereda, con este atajo, por no conocerlo, por eso ando metido en estas andanzas. ¡Ah…! méndigas dudas y aturdimientos que me llegan…; sería bueno que alguien me echara una ojeada para aclararme estos piensos, pero bueno, creo que en mientras es mejor que me despabile y busque a mis burros que ojalá y no anden muy lejos…, quien quita y todavía carguen completos los cacaixtles, con las ollas enteras, porque si algunas se quebraron, entonces sí que ya me llevó la fregada, en vez de ganarle al negocio, hasta endrogado voy a quedar, y todo por las hambreadas que me endilgaron como herencia, las que a diario se han venido repitiendo y que en veces me han torcido juicios y voluntades; yo sé que a la larga las ambiciones se le vuelven a uno como tumores ardorosos, como lobanillos a punto de reventar, y es que, el que anda con las ansias cargadas, aunque no quiera, se vuelve malicioso…, ¡Pero mira nomás en lo que sigo pensando…! Mejor dejo en paz esos revoltijos que puede y me hayan renacido por el cansancio que me jincaron los terregales y las reverberaciones… ¡Shiiit…! Ahora sí como que alguien se acerca, sí, ya los veo, ¡Heey…! ¡Acá estoooy! Creo que ya dieron conmigo porque vienen derechitos a mí. No sé quiénes sean, pero de seguro que son gente buena, y por sus monturas, no creo que sea muy adinerada, pero por lo menos, no debe ser tan jodida como yo; mira…, ya se arriman, y parecen azorados los tales ¡Buenas…! llegan a tiempo porque apenitas estoy, ya casi se me acaban las fuerzas y me siento muy cansado; ayúdenme a moverme porque yo solo no puedo, a ver… ¡Heeey! Échenme la mano… ¿Qué les pasa? Se hacen los que no me oyen, pero estoy seguro de que sí porque algo hablan entre ellos, algo que no alcanzo a entender ¿O será que me quedé sordo con aquel zumbido de chicharras? Sí, eso ha de ser, que por eso ande todavía atarantado… ¡Ah!…, ya me hicieron caso, ya me levantan; de seguro que me ven muy desguanzado porque no me acomodan en la silla de ningún animal, han de pensar que no puedo sostenerme, por eso nomás me recuestan en las ancas, terciado como costalera; pero bueno, así voy bien. Creo que ya nos vamos ¡Pero mira qué ordinarios…! Nada que me ofrecen, por lo menos algo para calmar el sopor; en fin, ya veremos cuando sea la llegada, a donde me lleven; en mientras me sosiego y me duermo tranquilo…, y mis burros, pues ya los buscaré después, lo mejor es dormirme un rato, porque además, éstos ni la palabra me dirigen ¡Ah…! Parece que llegamos, de seguro que el váguido ese me alcanzó muy cerca del caserío porque no sentí el viaje. Como digo, es lo malo de no conocer los rumbos, y lo malo también es que sigo cansado y sin fuerzas, ha de ser por eso que me bajaron y me tendieron en esta mesa, de seguro para que repose un rato a mis anchas, aunque creo que no voy a poder porque acaba de entrar un fulano que no había visto…, ya se allega junto a mí, y el muy caramba está esculcándome las bolsas ¡Újule…! Si supiera que ando sin un quinto ¡Mira nomás qué confianzudo me salió! Se mueve a la vuelta y vuelta, tentaleándome por dondequiera, y no acaba de echarme miradas por todos lados, pero sin decirme nada, puede que al ver lo magullado que vengo no quiere que haga ningún esfuerzo, y de seguro que quiere decirme algo porque vuelve a mirarme y se queda como pensativo, pero ni siquiera abre la boca; por fin, ya terminó con su manoseo y se puso a garabatear algo, sí…, dos dibujitos, “NN”…, así los puso ¡Ah que la chiflada…! De veras que no entiendo sus tanteos, porque si quiere saber algo, en vez de hacer sus rayitas ¿Por qué mejor no me lo pregunta? Yo creo que aunque siga con mis aturdimientos, bien alcanzaría a entender sus voces, aunque me las dijera en un susurro, pero eso sí, cerquita de mis orejas, como anduvieron las chicharrillas aquellas, ¡Pero ah…! ya sé por qué son sus misterios, de veras que sí…, como no me encontró nada de centavos, pues le entró lo rencoroso, o a la mejor nomás se hace, como para que me broten los reniegos, para desquitarse de la desvelada que le estoy causando, y más porque le salió de balde; aunque quién sabe, uno a veces es muy mal pensado y nomás levanta infundios, pues cabe que sus humores, agrios como se le notan, pudieran ser por cosa contraria, y quien quita y no me dirija la palabra porque anda como yo, zarandeado por algunas urgencias…, atosigado con sopores y ahogaderas. Eso es, puede que su silencio sea porque anda muy atragantado con amargores más penosos que los míos…, sí…, eso debe ser…, heeey…, a eso se deben sus haceres y sus reservas…, porque de seguro que el señor es sordo y mudito, y hasta puede que de nacimiento…; pobre hombre.

Pues ni modo…, ojalá pudiera ayudarle aunque fuera un tantito, pero no, y como están las cosas menos; ha de tener desconfianza, por eso no me habla, y más porque soy fuereño, por eso, creo que ya es hora de que me levante…, porque aparte, ya no aguanto lo entumido, que me imagino es por estas tablas, tan duras y tan frías; pero creo que mejor me espero un rato, y es que, como ya no traigo tantas urgencias, pues para qué me muevo. Con eso de que ya me dejaron tranquilo, que ya nadie me anda espiando, voy a ver si puedo echarme una dormitada, pero quién sabe, porque no cerraron la puerta, por eso están entrando algunas moscas, de las zumbadoras, grandotas y verdes, de las que dan mucha lata, de las que les dicen quereseras, y con eso, pues a ver cómo me va, porque son como las chicharras que me anduvieron fregando cuando la asoleadera, aleteando a la vuelta y vuelta. ¡Ah mira…! parece como si el mudito me hubiera adivinado el pensamiento, o como si supiera que esos revoloteos me hacen daño, y que también me está llegando el frío, por eso me está encimando un poncho, lo curioso es que junto con el que me trajo en el caballo, lo está jalando hasta cubrirme la cara, ¡Ah qué caramba…! ¿Y así cómo voy a poder mirar?, ya no voy a saber lo que anda pasando, voy a tener que andar a puras adivinaciones, como si fuera un saurín, igual a los agoreros que llegan cuando las fiestas del pueblo. ¡Mmmm…! ¿Y ahora qué…? ¿A qué se  deberá este zangoloteo?, parece como que estuviera retemblando la tierra…, pero no sé, la zarandeada es como si me dieran de jalones, como si me movieran; a lo mejor van a cambiarme de… ¡Ándale…! Con la movedera que se cargan se está resbalando el poncho. ¡Ah…! Así ya veo algo, acaban de ponerme encima de un petate, de seguro para que allí me sienta más a gusto, pero no, lo están doblando por los lados, como para enredarme y dejarme bien fajado; si…, así es, porque lo amarraron muy ceñido con un mecate, tan apretado que lo siento en los tobillos…, igual me pasa en los sobacos; lo bueno que no me lo pusieron en el buche, si no, ya estaría con otra ahogadera, sin respiros siquiera. ¡Méndigos! Ellos me salen con eso y yo que andaba queriendo meterme a buena gente; de plano ya no se sabe…, y menos con los extraños, ya no…, pero ya me di cuenta de que a lo que veo y siento, ya no voy a poder hacer nada por los míos, por mi gente, ni siquiera echar una rezadita por mis huesos, para entonces poder descansar del todo…; sea por Dios.

Renuncio a mi Machez

Rodolfo González Figueroa

 RODO

Pensandolo bien y, sobre todo sintiéndolo, mi ser hombre no sólo puede ser siempre fuerte, rudo, proveedor, mandón y luchón.

Basta, a nosotros los hombres nos toco heredar por cultura, costumbre, educación o imposición el rol de dureza, insensibilidad, actitudes enérgicas. Por harto tiempo hemos estado encasillados en la posición de macho, patriarca canijo que se las da de muy cabrón pero le tiemblan las patas al cambiar un pañal mientras hace de comer.

Esta sociedad actual tan perversa como liberadora, no aguanta más los estereotipos y las normas sociales que a los hombres  nos han encajado a guevo desde que éramos niños., Los hombres no lloran. Solo las niñas sólo juegan con trastecitos. Roles rígidos que urge quebrantar.

Híjole, quizá esto debería estar siendo dicho por una mujer, pero yo que soy muy macho no me aguante las ganas de decirlo. A este mundo le urge la despatriarcalización, y a este país la desmachización. Tanto daño hemos hecho los hombres a la sociedad intentado siempre ser los más cabrones y aparentar valentía, coraje, ostentando poder, ensalzándonos con nuestros tan superfluos logros que ni siquiera nos acercan al más básico de los principios humanos, entender a nuestra pareja y, más aún, a nuestras hijas e hijos. Los hombres lo hemos arruinado tanto que no podemos al menos sensibilizarnos. Hemos perdido la capacidad intuitiva y regenerativa de la vida que ahora solo las mujeres guardan.

¿O acaso usted amigo querido es uno de los padres raros que se a atrevido realizar eso de la maternidad compartida gozando del asunto y postergando al mismo tiempo el juego de pelota con sus amigos¿.

Si es así, bienvenido a la nueva masculinidad. Reconozcamos que Pápas hombres, Sacerdotes hombres, Presidentes Hombres, Científicos Hombres, Boxeadores Hombres, Futbolistas hombres, Diputados Hombres, Maestros, Doctores, Arquitectos hombres… toda esa machez no ha hecho más que echar a perder esta larga trama de la condición humana.

Enseñamos a nuestros hijos a ser fuertes y ocultar los sentimientos. Y al mismo tiempo sometemos a nuestras hijas al aprendizaje exclusivo y claustrofóbico de la cocina, a la obediencia al hombre y a la absurda costumbre de la abnegación. Al tiempo que mientras ellas crecen se les impone la cultura del maquillaje, negar la belleza propia original y auténtica, convertir al cuerpo en objeto de consumo y desarrollar apariencias únicas para el gusto del macho.

Pero no. Estos tiempos tan revolucionarios como el partido que promueve el machismo patriarcal, no toleran esta situación. Existimos hombres que demandamos salirnos del rol mandón tanto como que existen miles y millones de mujeres en emancipación contra el machismo estructural o el machismo de estado o el cabrón pinche machismo macho machón.

Pero nosotros, los entre comillas, paréntesis, mandilones, mandados, jotos o maricas comenzamos a reivindicar estas otras-viejas-nuevas formas de conyugalidad o masculinidad. Caray, suena raro. Es decir, intentamos revalorizar, rescatar, retomar maneras alternativas de relaciones de pareja. Donde se relega el principio vertical y ortodoxo del hombre proveedor y mandón y en cambio se practica la horizontal manera de decidir-ser-concebir-reproducir la vida en pareja.

O sea que así como hay amigas-hermanas feministas que tercas siguen luchando por sus derechos en equidad e igualdad, también habémos hombres que ya nos enfadamos de vivir aparentando el rol de hombría y liderazgo. Y no es que seamos homosexuales, gays, que bueno fuera. Sino que simplemente estamos reconociendo nuestra inherente sensibilidad hacia la vida misma, hacia la diversidad, hacia la multiplicidad de capacidades en completo reconocimiento de equitativos derechos.

Si, lo recalco, yo no soy macho. Soy solo un hombre, un simple ser que sólo se diferencia de la mujer porque tiene pene y espermas, capaz de eyacular en tan sólo unos minutos y aportar el esperma necesario para un mágico, sublime, celestial útero de una mujer capaz de reproducir y dar la vida, ser cuna, hogar y templo de salud para las nuevas generaciones. Que sabe conservar la dignidad, el conocimiento, la fuerza, el coraje. Que almacena la fuerza necesaria para soportar discriminaciones crónicas, exponenciales, políticas de estado misóginas, violentas, antifemeninas, educación sexista, publicidad lacerante, y prácticas violatorias del derecho a decidir.

Chingado, nosotros los hombres ya estamos a tiempo de reconocer que somos el sexo débil y si es que queremos que siga viva nuestras especie en este maltrecho planeta urge que nos feminicemos un poco.

¿O no cabrón¿

LA REFORMA QUE FALTA.

epn-pena-nieto-270512POR PEDRO VARGAS AVALOS.

El pasado lunes once de agosto, el primer mandatario de la nación promulgó las leyes secundarias de la Reforma Energética, que asegura significan un cambio de fondo para mover a México. Al día siguiente, con satisfacción reflejada festivamente en el rostro, el presidente anunció a los cuatro vientos que con la aprobación de la Reforma energética, “culmina el trabajo legislativo del gran ciclo reformador que inició el segundo día de esta administración.” Ahora sigue el crecimiento y desarrollo de la República, es decir, que tales mejoras, se debe “Lograr que los cambios a la Constitución y a las leyes, se traduzcan en beneficios reales para todos”.

Desde luego que luego de esos actos, los aplausos atronadores se dejaron oír y en una cascada de elogios, se hace creer a los mexicanos que muy pronto estaremos viviendo en una especie de país de Jauja. Pero eso dicen los aduladores sistemáticos y los que le sacarán pingues ventajas a las famosas reformas; si damos una ligera vistíada a la situación de las mayorías de compatriotas, las cosas no pintan tan de color de rosa.

Y no es cuestión de criticar el escuálido salario mínimo que impera nacionalmente; ni tan siquiera tomar como referencia la irresponsabilidad de nuestros políticos, que cada día que pasa se vuelven más impopulares y reciben la desconfianza popular, más que nada por su cinismo ante los ciudadanos, la sumisión al poder ejecutivo  y la desmedida voracidad que lucen al despacharse gordos privilegios presupuestarios.

Se habla de beneficios para todos, pero como se quiere mejorar siquiera a las mayorías, si hay carestía general, sueldos famélicos (o en su caso impúdicos para los funcionarios), inseguridad pública, pésima administración de justicia, sindicalismo descarriado,  deplorable educación, cultura inadvertida y atroz carencia de accesibles oportunidades para prosperar.

Lo que realmente aflige y en consecuencia retrasa y ofende a los mexicanos, sus instituciones y leyes, es la impune corrupción que priva a lo largo y ancho del país. Y tal renglón es el que debería ser objeto sustancial del presidente y por tanto la primera de las reformas.

Pero al paso que van las cosas, en aspecto tal parece que nada nuevo habrá bajo el sol. Lo que le pasó a Gordillo, solo fue una excepción a la regla y eso porque se opuso a los mandamientos del que manda en Los Pinos. Si ella hubiese sido como el petrolero Romero Deschamps, aún gozaría lirondamente de sus prebendas; pero se puso con Sansón a las patadas, y allí está el resultado: se le defenestró, al menos por este sexenio, porque puede suceder lo que con Raúl Salinas, que al paso del tiempo recobró sus riquezas dudosamente mal habidas y a disfrutar de la vida.

Es pues una verdadera demanda generalizada por toda la nación, de que se emprenda una eficaz, pronta y a fondo reforma contra la corrupción. Esta es la reforma que falta. Si el actual primer magistrado se atreve a realizarla, entonces sí que se ganará palmas francas y cálidas, no como los encomios interesados que ahora recibe por los paniaguados del régimen y los verdaderos beneficiarios de las recientes reformas, que son los que siempre han salido ganando de cada dizque innovación legal o cada medida sexenal: los líderes charros, los empresarios insaciables, los burócratas de cuello alto y los incontables explotadores que a diario abruman tanto a la población inerme, como al apetitoso erario.