La maestra Tere, RIP

Juan M. Negrete

Para escoger el tema de esta semana ya ni destapamos titulares de la prensa. Se nos atravesó un acontecimiento de casa, bien doméstico pues, pero que no puede hacerse a un lado. Con la edad de 85 años se fue de nuestro lado la maestra Teresa López Pérez, para nunca jamás volver. Pueda ser que en el pebetero reporteril haya muchos asuntos escandalosos, morbosos o amarillos, a los cuales echar mano. Pero hoy nos roba la atención el final de la vida de esta personalidad y le rendimos un tributo de memoria, aunque no sea de pleitesía.

La facultad de filosofía y letras fue proclamada como existente en nuestra máxima casa de estudios siendo gobernador don Agustín Yáñez, en 1957. Se dijo en su momento que su apertura era una especie de tributo al centenario de la constitución liberal de 1857. Como haya sido, ya en sus tareas cotidianas no parecía poder arrancar en sus tareas. Eso de embijar de reflexión filosófica a un conglomerado, así sea de intelectuales, no es tarea sencilla. Así le pasó a nuestra escuela local de filosofía. De manera que en sus primeros años abundaron los bandazos.

Ya en los primeros años de la década de los sesenta dejó de gatear la niña y empezó a fortalecer sus piernitas. Finalmente dio sus primeros pasitos y caminó. Como suele ocurrir con todos los espacios escolares de nuestra universidad, la muchachada estudiantil de filosofía tomó sus papeles de organización política y formó su comité de sociedad de alumnos. El primer presidente que eligieron fue el maestro Juan Francisco González. Al siguiente año eligieron al ahora doctor en historia José María Muriá i Rouret. El siguiente en el turno al bat fue Hugo Ibarra Farah. Puro machín encabezando estas representaciones.

La gran sorpresa vino el año de 1966, cuando la comunidad estudiantil eligió como representante a una muchacha, Teresa López Pérez. Empezaba apenas a soplar la ventolera del feminismo, pero el ambiente sofocaba todavía con su machismo acendrado. Por eso podemos pintar de virtuosa al menos su presencia en este espacio. A la maestra Tere le dio un toque de brillo destacar en estas lides. Así inició su carrera política, bien teñida de claridad ideológica.

Terminó su carrera de filosofía e inmediatamente fue incorporada a la docencia universitaria en la preparatoria número dos de la universidad estatal. El director era don Pedro Vallín Esparza, que fue quien la metió en los bretes de la docencia. Respondió a las expectativas e hizo huesos viejos en dicha ocupación, hasta el final de sus días.

La maestra Tere fue mujer de convicciones firmes. Claramente definida con la izquierda, sus discursos eran marxistas y estaban pintados de todas las marcas que vinieran con dicha envoltura. Como por aquellos días de su asomo a la vida pública lo que estaba en candilejas era la revolución cubana, bajo el liderazgo de Fidel Castro y del inmortal Che Guevara, ella se movió donde tenía que hacerlo y, acompañada siempre de su marido Flaviano Castañeda, filósofo como ella, se conectaron ambos con el gobierno cubano y abrieron en el desierto tapatío un oasis: el instituto cultural méxico – cubano.

Todas las inquietudes que había del panorama de reivindicación social en la perla tapatía pasaban por los rieles culturales del instituto cubano. La maestra Tere encabezaba la plana siempre. Ahí la conoció quien quiso. Se integró a la militancia de izquierda quien quiso. Ella y Flaviano marcaron época en aquellos años por tales lides. Pero nada dura para siempre, dice un refrán muy citado. La idílica pareja que hacía con Flaviano se deshizo y cada quien le siguió a la vida por el lado de cada cual.

Ya siendo soltera de nuevo, la maestra Tere ligó sus querencias con otro joven, gran amigo y de las mismas convicciones izquierdistas, Mario Alberto Nájera. Ambos continuaron dándole la cuerda que necesitaba para sus despliegues el instituto cubano, manteniendo vivo dicho espacio. Aunque luego vinieron los años malos para los regímenes ligados a esta orientación, cosa que concluyó con la desaparición o el desmantelamiento de la Unión Soviética. El régimen de Fidel Castro en la isla de Cuba sufrió una seria acalambrada, aunque no desapareció del escenario, como lo predicaban los tantos detractores que tenía y sigue teniendo.

La maestra Tere siguió desempeñando sus tareas docentes cotidianas y sosteniendo la bandera de sus convicciones de izquierda, a pesar de tantos vientos en contra. Es un timbre de orgullo para este redactor el haberla tenido a su lado en la formación del sindicato independiente de maestros de la UdeG y conseguir su registro (SPAUdeG). Luego nos lo charrificaron las malas vibras que aún mantienen los controles formales de nuestra centenaria institución educativa. Pero eso es otra cantata.

Finalmente, a la llegada de Morena a los espacios del poder en todo el país, la maestra Tere consiguió ser inscrita en la lista de contendientes para legisladora y, con el triunfo de estas lides, ocupó la curul de diputada federal por nuestro estado, tarea que desempeñó con toda la dignidad y eficiencia que contenían sus canillas. Hoy lamentamos pues su partida al otro mundo. Damos a sus deudos nuestra más sentida condolencia.

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