CAYÓ UN GOBERNADOR BOCÓN… ¿Y LOS DEMÁS?

Por Pedro Vargas Avalos.

Un añejo y generalmente muy acertado refrán, es aquél que dice: “Cae más pronto un hablador que un cojo”.  El reciente caso del exmandatario de Nuevo León, Jaime Rodríguez (cuyo nombre completo es Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón) encarcelado por diversos ilícitos, es elocuente prueba de que “cuando el río suena, es que agua lleva”, es decir, el rumor constante que siempre hubo, antes y después de que fuera ejecutivo estatal neoleonés, sobre el llamado “Bronco” Jaime Rodríguez, señalándolo como autor de diversas trapacerías, tenía razón de ser.

Este político norteño, forjado en las filas del antes invencible PRI, se hizo famoso nacionalmente primero, cuando defeccionó (asegura que únicamente simuló salir) de su partido político y navegó dizque como “independiente”, vestimenta con la cual compitió por la gubernatura de su Entidad; y segundo, precisamente porque con ese atavío, se alzó como vencedor de esa justa electoral.

Este peculiar político, siempre buscó la notoriedad, y quería hacer sentir que su independentismo era auténtico. En esa tesitura, poco antes de asumir el poder, declaró que Andrés Manuel López Obrador significaba ser la verdadera mafia en el poder.

El 4 de octubre del lejano 2015, cuando se disponía a protestar su cargo de gobernante estatal en Monterrey, compareció como “Bronco” ante la muchedumbre (donde regaló a cada asistente provisiones para preparar una carne asada) y tomó protesta como Rodríguez: Llegó a caballo, con mezclilla, chaleco y botas, y luego se transformó con elegante traje sastre para asumir su cargo.  (Jorge Fernández M. 6-10-2015).

Haciendo gala de su discurso sensacionalista, en ese entonces afirmó, que no se sentaría en la silla de los gobernadores porque está enferma de poder y egolatría. Y desde luego que sus partidarios lo aplaudieron a rabiar, más cuando enfatizó: “Se acabó la fiesta para los bandidos”.

Dentro de ese perfil, aseguró que acabaría con la vieja forma de gobernar y que le bajaría los humos a los políticos. Por ello, apuntó que no daría publicidad a las empresas de TV porque fomentan la idolatría y la soberbia.

En cuanto a su plan de gobierno, se mostró atrasado, lento, ya que en vez de manejar lo típico, de que en los primeros cien días tendría resultados, pregonó que en los tres primeros meses de su administración, no haría obras porque primero tenía que analizar como estaban las cosas, para luego, en los tres siguientes, armar su programa de gobierno. Su imagen, en ese largo tiempo la conservó con lo que demostró hasta la saciedad que era destacado: recitar discursos, con no pocas ocurrencias expresadas en sus recorridos por las zonas del Estado; y para reforzar sus proclamas, incluir alguna acusación de antecesores corruptos. De esa forma, en febrero de 2017 logró la encarcelación de su antecesor Rodrigo Medina de la Cruz; pero algo falló y éste solo duró 19 horas preso. 

Pero la verborrea del Bronco no disminuía: con motivos de festividades navideñas, el exjerarca explicó a los niños: “abracen a su papá cuando tengan chanza, díganle que lo quieren mucho porque el papá de ustedes es Santa Claus”. Considerables críos y no menos padres, quedaron boquiabiertos.

Sobre un tema que cada día es de más actualidad, el de la comunidad homosexual y sus exigencias de normalización civil, les estipuló: “cásense, sí, cásense, pero en Saltillo; aquí en Nuevo León no, porque no es natural”. Y en cuanto a las mujeres, les dedicó el siguiente enunciado: “me sale mucho más barato mi caballo que mi vieja”.

El bocón gober neoleonés, no cabe duda de que como gobernador era apenas un Rodríguez, pero como “Bronco”, se la pasó soñando en el 2018, cuando habría elecciones presidenciales. Y dejando a su adlátere Manuel González (otro expriísta) en el sitial de gobernante, se valió de toda maquinación a su alcance, (incluyendo recursos humanos, logísticos y económicos estatales, según lo denunció en 2018 el joven diputado Samuel García) pudo ser registrado como candidato “independiente” a la primera magistratura de la República. 

En su campaña, hacía gala de su habilidad verborreica. En el primer debate de los aspirantes a la primera magistratura federal, dijo la frase que lo hizo más famoso: “tenemos que mocharle la mano al que robe”. Y se ganó algunas ocho columnas, aunque muy pocos votantes.

Lenguaraz como siempre, a una pregunta de la conductora de noticiarios televisivos Denise Maerker, le contestó muy jocosamente: «Creo en el matrimonio, por eso me he casado tres veces». Y si esa clase de frases, lo único que hacía era confirmarlo como hablantín, otras ideas lo colocaban en el papel de insensato. Como cuando exteriorizó lo siguiente: “El norte vence la adversidad, mientras el sur sureste tiene la bendición de la naturaleza, pero la desgracia de la flojera”. 

En esa campaña electoral de 2018, el áspero aspirante a la presidencia, ahora preso, lanzó otra idea controvertible al plantear “que se aplicara la pena de muerte a secuestradores y violadores”.

Y así pasaron seis largos años de quien parece que desgobernó a su tierra, no obstante que él mismo había presumido: “Si no hago un buen gobierno, si no cumplo lo que dije, me van a colgar”. Y la respuesta se la da el sucesor de la gubernatura, Samuel García, cuando tras la detención del Bronco, transmitió emotivamente: “Quien la hizo, la paga.  Quien robó, o desvió dinero público a los Corleones, a los favoritos, a los sobrinos y a sus amigos o a sus campañas, van a ir a la cárcel, porque ya basta de que…saqueen a nuestro Estado” Y agregó: Ser incorruptibles empieza por no robar, por castigar a los que malversaron y desviaron el dinero…a sus campañas. Y aquí ya empezamos.

Detenido el “Bronco” la mañana del martes 15 de este mes, la noche del inmediato miércoles el juez que le tocó conocer su caso, decretó su vinculación a proceso, con prisión preventiva por un delito surgido de las “broncofirmas”, aquel grosero episodio de su delirante aspiración por ser postulante presidencial en 2018. La audiencia, por cierto, fue sin acceso a los medios de comunicación, por petición de la defensa de El Bronco, lo cual es un brusco viraje en el modo de ser de un personaje apasionado por la publicidad.

Pero ahora lo más trascendente es, si éste locuaz exgobernador ya está a buen recaudo en un reclusorio, cuando se procederá de igual manera con los demás, ya exgobernantes, ya exfuncionarios de todas las clases y jerarquías. Porque la lucha contra la corrupción no es cuestión de botones de muestra, sino de verdaderas razias, efectivas redadas que de una vez por todas dejen en claro que, en la política y anexos, ya no es factible defraudar, porque ahora se aplica a rajatabla el precepto de “el que la hace, la paga”.

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