Buscar la felicidad con un buen gobierno…
Por: Ramon Montes Barreto

Pasaban con rapidez los últimos días del mes de marzo del año 2021, la proximidad del proceso electoral intermedio de un gobierno de la república mexicana empeñado en acabar con la corrupción y hacer un cambio verdadero. Muchos de nosotros, mexicanos de corazón veíamos con simpatía y esperanza que se acercaba una nueva época. En las redes sociales y ambientes de interacción social digital, se escuchaban voces de nuestro presidente que expresaban que la verdadera felicidad no se consigue con el dinero, que el poder no debía utilizarse para acumular dinero sino bienestar y felicidad entre los humanos.

Yo recordaba con algo de nostalgia que, cuando estaba estudiando mi maestría en Estudios del Desarrollo Organizacional en la Universidad de Monterrey -institución con alto sentido humanista-, existía un abierto debate entre nosotros y, quienes cursaban su maestría en el Instituto Tecnológico de Monterrey cuyos objetivos y análisis organizacional siempre se orientaban a la rentabilidad económica por encima del Componente Social de los procesos, en fin lo que quiero destacar es que, siempre había una diatriba entre lo que para ellos era lo más importante -la ganancia económica- y, para nosotros, lo era -el bienestar social-.

En el mundo de la administración pública y el ejercicio del gobierno, estoy seguro de que prevalece esa interesante discusión, sobre qué es más importante el cuidado para que el ejercicio presupuestal y la rentabilidad económica, llene las arcas públicas o el cuidado para que la gente, la rentabilidad social y el llenar de bienestar y felicidad a la ciudadanía. Esto me lleva a reflexionar sobre un planteamiento de difícil abordamiento: ¿Se puede buscar la felicidad de la gente a través de hacer un buen gobierno?

Para intentar dar respuesta a esta inquietud intelectual, me tengo que regresar hasta el principio de los tiempos y hacer un espacio para dar cabida al cuestionamiento de si los seres humanos, somos capaces de buscar nuestra propia felicidad. Recuerdo que hace unos días, me encontraba en una reunión de gabinete, quienes sesionábamos en esa ocasión debíamos asesorar, discutir, dilucidar sobre las mejores decisiones para que el líder del grupo lograra la meta propuesta y, cada asesor tenía una forma de ver la realidad -como siempre ocurre, pues todos somos, pensamos y actuamos de manera única e irrepetible-, los ánimos se iban caldeando y en algunos el tono de voz se alteraba. Fue entonces que nuestro líder -se llama Victor Solis Damaso- pidió la palabra y nos contó que una vez había ido a escuchar una conferencia impartida por un motivador maravilloso que contó aquella historia sobre “el buscador” que llegó a un pueblo lejano y visitó el cementerio local, encontrando en cada tumba, los nombres y fechas de nacimiento y muerte que eran cortas de entre uno, dos y hasta cinco años, situación que lo conmovió hasta las lágrimas viendo que ahí, la gente moría muy joven, pero que el sepulturero al ver su tristeza le contó que en ese pueblo, sólo se contaban los momentos, minutos y horas que duraba la felicidad en las personas, a través de llevar una rigurosa contabilidad en una libreta que la propia comunidad dotaba a sus miembros, ahí se anotaban eventos como el bautizo, la graduación, la boda, el viaje anhelado, el primer beso, el primer amor, etcétera sólo los momentos en que fue feliz el de cujus, en el acuerdo social de que la vida feliz, es la única que vale la pena vivir.

Ramón Montes Barreto, primavera del año 2021

Pero, es necesario contar con algunas definiciones sobre qué es la felicidad: existen muchas formas de felicidad, pero en general se puede resumir como el bienestar subjetivo. El bienestar subjetivo de una persona se encuentra relacionado con circunstancias objetivas de su vida, pero también con el estado de satisfacción que el sujeto tiene respecto de esas condiciones. Por ahora, aceptaremos como buena esta definición para no hacer más compleja la lectura, y paso a profundizar en ello. La felicidad de las personas, aunque proviene de un “bienestar subjetivo” tiene conexión directa con elementos objetivos que se “meten a la mente y al espíritu” de esa persona a través de su autopercepción, pero que se hacen evidentes hacia el exterior a través de unos “lentes del observador cercano” es decir, quien ve esa felicidad en la persona en cuestión.

Existen varias formas de ver y medir la felicidad de la gente, hay mucho material de investigación y académico al respecto, pero voy a mencionar sólo una escala, misma que será útil para este trabajo. De acuerdo con Diener et al, su escala titulada: “Escala de Satisfacción con la Vida” con la cual mide a través de preguntas, el bienestar subjetivo en diferentes momentos de la vida de las personas. De manera general, los autores coinciden en que la felicidad de alguien está ligada a ciertos elementos, factores y circunstancias de la vida, tales como: el género, la edad, el estado civil, la ocupación, los ingresos, la clase social, la educación, la salud, la familia y el tamaño de la casa en que viven.

Una forma de saber cómo impactan estos factores para efectos de utilizar el conocimiento en una oferta de -transformación deseada por la comunidad- ante un proceso de cambio de gobierno, es analizar los componentes en apartados por género y entonces se encuentra que, para las mujeres, es impactante en su estado de felicidad la satisfacción que obtienen de su bienestar con la familia, la salud y atención de sus aspectos espirituales. Mientras que, para los hombres, lo que más importa es su ingreso y nivel de satisfacción económica y material. Las evidencias científicas van más allá, pero serán materia de otro análisis.

¿Cómo se puede buscar la felicidad para los otros? Considero que un primer paso es tener el convencimiento personal de que la felicidad existe y puede hacerse realidad si haces algo por sentirte feliz. Se debe entender que existen muchas personas que piensan y consideran como una verdad que “la felicidad no existe”, y que, como en la anécdota inicial, sólo hay momentos felices, hay otras personas que están esperando que la felicidad toque a su puerta y se quede para siempre con ellos/as. Ya vimos que la felicidad es una serie de elementos que existen y están alrededor de tu vida, por lo tanto, conocerlos y hacer decisiones en cómo adoptarlos o eliminarlos, disminuirlos o incrementar su presencia en nuestras vidas, puede hacerse un hábito que nos traiga felicidad.

Por lo tanto, tener felicidad en nuestras vidas, no debe concebirse como una meta, sino como el camino, la condición gozosa que aporte sentido a nuestra existencia y la haga más brillante con más deseos de vivirla, pero insisto en que será una decisión de índole personal, pues en el exterior de las personas siempre van a existir fuerzas contrarias a su felicidad que las opacarán si no hacen algo por minimizarlas. Por ejemplo, siempre estarán presentes opositores, enemigos que existen a tu alrededor -sólo por el hecho de que tu existes, los hay-, debes de pagar renta, debes trabajar, debes pagar impuestos, debes pagar la nómina, se enfrentan sequías, se enfrentan lluvias abundantes, pandemias, sismos, incendios, calentamiento global, y muchas más formas naturales que pueden hacernos ver que tener felicidad es casi imposible, si no estamos preparados para buscar

nuestra felicidad individualmente, es claro que, en el exterior nunca habrá condiciones puestas de manera ideal para que seas feliz.

Ahora, bien propongo que se haga una revisión de las ofertas que nuestros políticos en la contienda de este año 2021 están emprendiendo, para revisar la posibilidad de que, a través de una gobernanza municipal, siendo el municipio al ámbito de gobierno que está en interacción directa con la ciudadanía, para que se acerquen con la visión de incrementar los factores que aportarán mayores condiciones de felicidad a las personas.

Quienes ahora son candidatos, sin importar los colores, deben tomar seriamente en cuenta a las personas, ya que en la nueva normalidad es claro que nada será igual a lo que teníamos en el pasado, para entrar de nuevo en armonía con la sociedad actual y la POSTCOVID-19. Deben estar en contacto real con las condiciones de infelicidad o felicidad de la ciudadanía, esta será una nueva responsabilidad entre los futuros ayuntamientos, estar constantemente repensando esa realidad comunitaria que se gobierna para hacer cambios sobre la marcha ya que las nuevas lecciones nos llevan a un cambio significativo en las estructuras, procesos y formas de trato entre gobierno local y ciudadanía.

Considero que debe haber un cambio profundo en las conductas de los políticos, es necesario corregir el déficit de sensibilidad que ha manifestado el gobierno; impulsar siempre la inclusión de las y los ciudadanos en el quehacer público, ya que resulta obligado que los integrantes del Ayuntamiento de que se tratesustenten el ejercicio de su gobierno, en la búsqueda de condiciones que lleven a mayor grado de felicidad a la población que les otorgue con su voto el poder y que en sus ofertas de cambio se observe la convicción de trascender haciendo la felicidad a través de la convivencia en armonía, promoviendo la participación activa de sus gobernados.

Una consideración final es que, usted lector, yo y todas las personas debemos tomar conciencia de que nuestras vidas son más cortas de lo que nos hemos imaginado, ver que los años se pasan en un abrir y cerrar de ojos. Si no exploramos vías de acceso a obtener y disfrutar aquellas cosas que nos traen felicidad, entonces resulta predecible saber que ya no tengamos tiempo de vida cuando tomemos la decisión de hacerlo.

¡No postergar más la idea de salir a buscar la felicidad, esto no se requiere de aprendizajes complejos o estudios de posgrado, hagámoslo ya, tanto gobernantes como gobernados, cada día tenemos menos tiempo para su disfrute!

070421 rmb

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