El arte en tiempo de pandemia

José Luis Esqivelasco 

En la práctica teatral, los actores en escena crean un mundo ficticio, imaginario y subjetivo en el que construyen una dimensión establecida por elementos tangibles (escenografías) e irreales, los cuales son creados por la imaginación y que, a su vez, invitan al espectador a recrear en su mente. Este es el contexto donde desarrollamos el increíble mundo de la representación teatral, un mundo en donde el actor construye cuatro paredes para recrear su mundo imaginario pero que, de manera adyacente, el espectador de manera indirecta e inconsciente destruye una de ellas la denominada cuarta pared, creando un vínculo entre el espectador y el actor. 

Actualmente enfrentamos de manera global una crisis sanitaria que nos ha obligado a detener nuestras vidas y confinarnos en casa. El encierro como forma de prevención para evitar contagios, nos ha hecho comprender que el desarrollo humano se ve fortalecido por las relaciones interpersonales que además de ser necesarias, son elementos esenciales en la vida de los individuos. La facilidad que nos da actualmente la tecnología para acercarnos de manera virtual a los demás, no es suficiente para establecer vínculos afectivos hacia nuestros semejantes, la esencia de estos radica precisamente en el contacto directo que tenemos hacia los demás, la “virtualidad” jamás superará el vínculo que se crea al tener frente a nosotros a nuestros semejantes, quienes además de transmitirnos su presencia, nos generan una energía (buena o mala) que solo la interacción personal la hace posible.

Este encierro temporal nos debiera ocupar en cualquiera de las tantas opciones que nos brinda la habilidad y capacidad que tenemos como seres humanos, sobre todo en el ámbito de el arte. Pintar, leer, escribir, bailar, jugar, practicar la narración oral (tristemente para muchos ya olvidada o suplantada por el teléfono celular). Recordemos, por ejemplo, que Isaac Newton estando en aislamiento por la peste de 1665 tuvo la idea que lo llevó a concebir la teoría de la relatividad, entre otras cosas y también en encierro escribió documentos que servirían para fundamentar el cálculo; Giovanni Boccaccio durante la peste negra y en confinamiento escribió una de las grandes obras de la literatura: “El Decamerón” en donde se narran 100 relatos distintos, esta es una obra que descubrió un genio que fortaleció su inspiración gracias a la cuarentena que lo mantenía en encierro. Otro caso lo tenemos con el gran productor, director, escritor, empresario y actor teatral William Shakespeare quien debido a la peste que azotaba Inglaterra y en confinamiento, escribió tres de sus grandes obras teatrales trágicas: “El rey Lear”, “Antonio y Cleopatra” y “Macbeth”. 

El arte es el elemento esencial en el desarrollo del ser humano ya que su esencia radica en los sentimientos de cada persona, por ello, se convierte en una herramienta de apoyo ante los embates que genera la mente por el encierro obligado. La lectura pone en actividad nuestro cerebro, además de generar una actividad neuronal por la carga imaginativa a la que nos vemos obligados a generar debido a los textos. Aprovechar estos momentos en casa para inspirar nuestra mente con el arte, es una de las mejores opciones que nos brinda nuestro propio razonamiento, no lo dejemos de lado y procuremos fomentarlas como un elemento necesario en nuestro desarrollo personal y humano. 

Añoranza desde adentro.

No pares, corre, no te detengas. No dejes que te alcance, no dejes que llegue cerca de ti, ve rápido, no pares. Siente la libertad ante ese infinito que no te puedes acabar; solo sigue, no te detengas. No dejes que te alcance porque entonces no podrás seguir, no serás tú, no podrás llegar, no alcanzarás lo que siempre anhelabas y que lo sabías. Siempre estuvo ahí, pero no te dabas cuenta, había tantas cosas que no te dejaban verlo. Ahora que lo sabes, corre, corre lo más rápido que puedas, no te dejes alcanzar, no pares, sigue sin detenerte. Ahí, donde solo tú sabes que habrás de llegar, y llegarás, a pesar de que no puedas alejarte de aquí.

II 

Ahora que estás aquí, no sabes qué hacer. Tanta libertad en este encierro te abruma que pierdes hasta la razón. Puedes estar más preso de la rutina en libertad, que estar totalmente libre en la soledad de este rincón. 

III

No sabes si estás dentro o fuera. Valorar desde adentro a lo que le restas importancia cuando estás afuera, te hace amar lo que pareciera olvidado, añoras lo que algún día fue y puedes perder lo que ahora es. 

-o- 

Había olvidado el día y la hora, la botella estaba vacía, el queso se había acabado, regresó la angustia. Volteó y solo recibió el maullido de su gata, quien, desde hacía varios días, seguía atenta a cualquier movimiento, el encierro continuaba y la locura asechaba.

ESQUIVELASCO 

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