Los presidenciables.

Por Pedro Vargas Avalos.

Preocupación de ciudadanos y políticos mexicanos es la próxima sucesión presidencial. Para los primeros es una oportunidad para sobreponerse a la corrupción, impunidad, inseguridad e injusticia social que impera en la nación. Para los segundos, es la ocasión de prolongar los privilegios personales y de facción a contrapelo de perjudicar al pueblo y atrasar al país.

En estos meses postreros de 2016, se perfilarán los que figurarán en las boletas electorales de julio venidero: priístas, con sus paniaguados convenencieros del verde, y quizás los exgordillistas del magisterio (panalistas) mas la morralla que pesquen; los del engendro que se autodenomina Frente Amplio Ciudadano (con los restos del pan, algunos despojos del perredismo y los logreros de Dante Delgado); los lopezobradoristas, fundados en MORENA y más que fortalecidos, desprestigiados con su alianza petista; y finalmente los “independientes”, que parecen chilaquiles porque hay de todos los colores y sabores, pero ninguno con reales opciones de triunfo.

Unos y otros tienen sus máximos objetivos: por una parte evitar que el PRI repita, y por la otra, impedir a toda costa que Andrés Manuel López Obrador sea presidente. En el primer caso están los morenistas, los frentistas y algunos independientes, como Pedro Ferríz o el célebre Bronco de Nuevo León. En el segundo, o sea, el sector que no quiere por ningún motivo a López Obrador de mandatario nacional, están los priístas y frentistas con sus satélites, así como varios dizque independientes encabezados por la señora Zavala de Calderón.

En el prigobierno, ya sabemos que la última decisión la tomará el actual presidente Peña Nieto a pesar de su manifiesta impopularidad, pero apuntalado por la cruda realidad de que, en el PRI no hay más chicharrón que truene que el del ocupante de Los Pinos. Al respecto muchos comentaristas aseguran que el favorecido por el “dedazo” redivivo, es el señor Meade, cuya mayor virtud es ser bien visto por azules, tricolores, empresarios y corifeos de todos ellos. Lo anterior porque el aún secretario de gobernación parece que ya fue rebasado,  el consentido Secretario de Educación que si sabe “ler” no alcanza a dar el ancho, y el otrora favorito (Videgaray) ya no juega, por lo que dicen los entendidos: es un hecho que el hombre de Hacienda será el  candidato de los “revolucionarios” aunque  no represente revolución alguna.

Por su lado, los del Frente Amplio Ciudadano, dan muestras de que su abanderado será el todavía jefe del PAN o lo que resta de ese partido (luego de los golpes de timón que aquel ha dado a sus correligionarios),  lo cual sumado a los residuos del perredismo más las falanges del veracruzano Dante Delgado, pretenden vencer al priísmo y borrar al lópezobradorismo.

En cuanto al perseverante Peje o AMLO, ya sabemos que el partido que él forjó (Movimiento de Renovación Nacional: MORENA) ya lo tiene súper confirmado como su candidato presidencial, y que se le han sumado los escasos seguidores del PT así como ciertos organismos civiles, quienes  desconfían de los que han ejercido el poder federal desde hace décadas.

Las tres fuerzas anteriores tienen posibilidades de triunfar, aunque si podemos observar que las dos primeras serían evidentemente más de lo mismo. Y en cuanto a la tercera solo tenemos como evidente referencia,  el gobierno de AMLO en el antiguo Distrito Federal, que unos critican y otros ensalzan, por lo que cada quien deberá hacer su propio juicio.

Por lo que ve a los “independientes”, de plano no vemos posibilidades de que puedan triunfar, aunque eso sí, van a influir en los comicios porque quitarán muchos votos a las antedichas tres fuerzas, y dependiendo de a cuál de ellas perjudicarán más, lógicamente  beneficiarán a la que menos estropeen. Esta peculiar situación obliga a que cada votante reflexione detenidamente sobre por quien sufragar, pues más que pensar en un quimérico triunfo del candidato independiente por el cual se incline, su decisión se reflejará a favor o en contra de uno de los tres abanderados de las fuerzas mayoritarias mencionadas.

Estamos a unos meses de la crucial elección presidencial de 2018; como ciudadanos responsables analicemos y en su momento decidamos con valor por quien votar, considerando que está en juego el destino de México.

 

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