El patrimonio histórico de El Grullo.

Visión general.

Nestor Daniel Santos Figueroa

Si hacemos un diagnóstico superficial sobre el patrimonio histórico de El Grullo, podríamos  pensar que, al no tener vestigios de un pasado prehispánico o colonial (los atractivos turísticos mexicanos por excelencia) no hay algo que valga la pena para ser tomado en cuenta, sin embargo, un análisis un poco más consciente nos haría caer en la cuenta de que  existen algunos elementos urbanos de valor histórico que constituyen el acervo patrimonial de El Grullo. Dichos elementos no tienen que ser solo antiguos o viejos. Las construcciones nuevas tienen su propio valor y de acuerdo a sus características pueden o no ser incluidas en este rubro, pues la esencia de lo llamado “patrimonial” es que su valor sea tal que merezca ser preservado para el futuro.

Recién demolida Hacienda Ixtlán, ubicada por la calle Hidalgo y Aldama

Así pues, por ser la más importante, debemos incluir en primer lugar a la Parroquia de la Virgen de Guadalupe y su retablo principal. Esta construcción tiene particular importancia por su carácter histórico, al ser edificada en los terrenos de la hacienda que dio nombre al pueblo, y que gracias a ella la comunidad empezó a dar los pasos para crecer y progresar. En segundo lugar, aunque en el mismo nivel, los edificios que ocupa la administración municipal: la antigua presidencia municipal y el llamado “palacio municipal”; el primero  tiene su origen en la hacienda Zacate Grullo y el segundo construido a finales de la década pasada.

Le siguen en importancia, por su carácter histórico, los cascos de las haciendas alrededor de las cuales los grullenses construyeron sus casas e hicieron nacer y crecer el pueblo: la hacienda Zacate Grullo, en el centro de la ciudad; la Hacienda Ixtlán, ubicada por la calle Hidalgo y Aldama; y la Hacienda de Callejones, que se encuentra por la calle Jalisco, esquina con el periférico. También contamos aquí a la Hacienda de Ayuquila, en la comunidad que lleva el mismo nombre, y que jugó un papel importante en la historia de la construcción del municipio.

En tercer lugar podemos incluir a todas las construcciones públicas y particulares ya sea por su valor histórico o sociocultural. Aunque no compartan un estilo arquitectónico común, la diversidad es lo que le da valor a cada uno al ser testigo de los diferentes momentos que la ciudad vivió para convertirse en lo que es hoy. Aquí podemos enlistar casas y casonas particulares, tanto por su arquitectura como por su relevancia al ser sitios testigos de hechos históricos, razón de más por la que determinar el valor de cada una de ellas es una tarea imprescindible. Lo mismo ocurre con chalets, templos, conventos, capillas, escuelas, instalaciones deportivas, teatros, foros, cines, la plaza de armas, la plaza de toros, el mercado y la alameda.

Al final contamos los monumentos de ornamentación conmemorativos, los portales, el quiosco, foros, estatuas, bustos, fuentes y esculturas. Mención especial reciben las obras de ingeniería que por su servicio y tradición han impactado en la vida de la comunidad: el sistema de canales de riego, el acueducto, puentes y la escalinata a la capilla del cerrito.

 

Cambios y pérdidas.

A lo largo de la historia el rostro del pueblo ha sufrido cambios. Esto es completamente normal, una consecuencia lógica de diversos factores como el progreso económico, el aumento de la población y las necesidades sociales, culturales y políticas. Las haciendas fueron cediendo terrenos para dar lugar a las casas, lo que hizo posible la creación de infraestructura, se abrieron calles y avenidas que fueron modificándose de acuerdo a los cambios de movilidad y de servicios públicos. La vida social y comercial hizo necesaria la construcción de una plaza pública, portales y de un mercado, que fueron modificándose de acuerdo a la visión de cada administración, respondiendo a aspectos prácticos y estéticos. La necesidad de recreación dio origen a la alameda, la plaza de toros y canchas deportivas, y por su parte, la religiosidad hizo posible que se construyeran los templos y capillas.

Sin embargo, al no existir entonces una perspectiva que incluyera la preservación, privilegiando el cambio justificado por el progreso, El Grullo poco a poco vio perderse de vista construcciones que hoy en día le darían un aspecto que diera cuenta del paso de los años. Así se perdieron los cascos de las haciendas, la casa en donde se instaló el primer ayuntamiento, el primer mercado y sus portales, la primera escuela secundaria, el camellón de la calle obregón, el quiosco y sobre todo, casas que al ser heredadas fueron derribadas para dar lugar a edificaciones modernas que incluso cambiaron su vocación al ser convertidas en locales comerciales sin intención estética.

Algunos de estas pérdidas se vieron reflejadas en construcciones que abonaron positivamente a la población. Un ejemplo es el terreno donde se ubicó la primera gasolinera, que durante muchos años estuvo sin uso y hoy es una plaza comercial. También la construcción del multiforo y complejo deportivo conocido como “el domo”;  o la renovación de la casa de la cultura, inutilizada por años y que actualmente es sede del museo y de talleres musicales que dieron origen a la orquesta sinfónica juvenil.

Un caso especial es el del antiguo mercado. Si bien su conservación y renovación habría significado un espacio que hoy tendría gran vitalidad social, la percepción popular de entonces no fue positiva y su derribo dio lugar a un espacio que ganó la plaza de armas conocido hoy como “la explanada” en donde tienen lugar las presentaciones públicas de espectáculos artísticos, así como dos plazoletas con fuentes.

Pero no ha sido así en todos los casos. El lugar donde estuvo ubicada la primera secundaria en la ciudad, se había convertido en un espacio recreativo en pleno centro y pudo haberse convertido en el espacio definitivo para el museo. Sin embargo, éste se derribó para construir un nuevo edificio para el ayuntamiento con resultados pobres en cuanto a la calidad de construcción, diseño y funcionalidad. Otro caso es la casa sede del primer ayuntamiento, durante años abandonada hasta que finalmente fue adquirida por la comisión federal de electricidad, que construyó ahí sus oficinas. También está el casino del club de leones o el antiguo cine reforma, espacios inmejorables en pleno centro de la ciudad para construir un foro para  presentaciones artísticas y culturales, y ahora ocupan una franquicia de súper-farmacia y el auditorio de la caja popular SMG.

Finalmente llegamos al caso más reciente que involucra este complejo tema. El casco de la hacienda de Ixtlán. Éste tiene años en venta, el deterioro de la construcción es evidente pues hace mucho tiempo que perdió su valor práctico. Hace meses una parte fue vendida, derribada y en su lugar apareció una tienda de conveniencia, haciendo evidente el patrón seguido por la ciudad respecto a sus sitios de relevancia histórica que privilegia el aspecto práctico sobre el simbólico. Un rápido sondeo arroja una opinión mayoritaria que refleja indiferencia, ignorancia o incluso desprecio. Y esto mismo con todos los casos a lo largo de la historia: estaban feos, no servían para nada o está mejor lo que ahora hay.

Pero lo que está feo puede restaurarse, lo inservible puede reutilizarse y lo nuevo puede ocupar nuevos espacios. Para El Grullo lejanos están ya esos años en los que había grupos de personas interesadas en hacer del pueblo un mejor sitio, que se preocupaban y ocupaban de conseguir lo necesario para lograrlo. Ahora parece solo haber lugar para el beneficio político y económico personal, por encima del colectivo. El Grullo crece y progresa, sin dejar lugar para su historia.

En el 2015 el ayuntamiento invitó a un grupo de actores culturales, gestores, promotores, arquitectos, profesores, etc.,  a un “taller” sobre patrimonio histórico y cultural. La idea era trabajar en el tema, hacer un análisis de las diferentes manifestaciones culturales del municipio para hacer una lista con aquellas que merecían el título de “patrimonial” para que éstas a su vez fueran incluidas en el catálogo estatal y así lograr su protección y difusión. Todo fue una gran simulación. Cuando apareció el listado oficial del estado de Jalisco, lo único en la lista sobre El Grullo era el centro histórico y los chacales entomatados. A pesar de que se propuso, debatió y se incluyó en la lista el casco de la hacienda de Ixtlán, fue ignorada. Un servidor incluso sugirió un proyecto que comprendía la compra, restauración y creación de un espacio cultural para la niñez grullense. Un sitio donde los niños aprendieran sobre su identidad.

Es imposible saber qué es lo que va a pasar o si estemos a tiempo de lograr algo. Lo verdaderamente importante será que una, o dos personas más estén convencidas de que esto es necesario. De no ser así, nada de esto tiene sentido y la lucha está perdida. Los esfuerzos de los cronistas e historiadores de El Grullo quedarán reducidos a los libros que publicaron, los ríos de tinta quedarán condenados a una pila de periódicos viejos, archivados por unos cuantos mientras que El Grullo sigue su delirante avance a la estandarización, al destino irrevocable de parecerse a todas las ciudades del mundo.

 

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