La Burocracia Dorada.

Por Pedro Vargas Avalos.

 En días pasados comentábamos la injusticia salarial que impera en la República, de lo cual no se escapa ninguna Entidad federativa. Destacan en los extremos de esa iniquidad, los millones de conciudadanos que perciben el famélico salario mínimo y los  miles que orondamente disfrutan del insolente ingreso vía gubernamental, a cuya clase solemos conocer como “burocracia dorada”.

Usando el sentido común, todo mundo piensa que el primer gobernante de la nación sería quien más ganara por el renglón de sueldo, pues sin duda alguna es el funcionario que mayor responsabilidad y poder tiene. Sin embargo no es así, pues varios servidores públicos tienen muy superiores ingresos al del Presidente, y muchísimos más, alcances muy cercanos.

En este año de 2014 según un diario (La Jornada 31-V-14) el mandatario federal recibe la suma de $4.2 millones de pesos anuales, de los que paga Impuesto Sobre la Renta (ISR) y le restan netos 3 millones 54 mil 974 pesos. El auditor Superior de la Federación, (o sea, el personaje que supuestamente cuida que no se malversen los fondos o en su caso, previa auditoría señala donde hubo desviaciones de recursos), gana casi lo mismo.

Pero con asombro vemos, que el otrora “patito feo” del poder público y por lo tanto del presupuesto, o sea el poder judicial de la federación, ahora se despacha con la cuchara grande, pues su presidente tiene una remuneración anual bruta de 6.3 millones de pesos, la cual está integrada por 4.4 millones de sueldos y salarios, 1.1 millones de prestaciones y 714 mil de pago por riesgo.

En nivel similar se encuentran el resto de los ministros de la Suprema Corte de Justicia, los integrantes del Consejo de la Judicatura Federal y los magistrados de la sala superior del TEPJF. Tal parece que es una carrera loca para tope en lo que tope, ganar más sin el problema de trabajar mejor ni rendir cuentas a ningún patrón: aquí el todo sale del erario, es decir del dinero que Ud., amable lector y yo pagamos vía impuestos al gobierno. La imaginación no tuvo límites cuando en mayo pasado se aprobó  un “haber de retiro”, gracias a que el congreso federal avaló una reforma legal para permitir este pago que puede ser interpretado como una pensión vitalicia, con sabor a pago de favores. Por fortuna, las enormes críticas a tal aberración, han hecho que se haya iniciado el proceso para anularla.

Los anteriores casos solo son botones de muestra, porque si ahondamos en las nóminas oficiales, encontramos que los consejeros del adefesio centralista que suplantó al IFE (Instituto Nacional Electoral)  tienen una percepción bruta de 4.1 millones, monto compuesto por 3.1 millones de sueldos y salarios y un milloncejo de pesillos como prestaciones.

¿Cuánto tiempo duraría un obrero que recibe como precio de su trabajo esforzado, el salario mínimo o dos sueldos de esta categoría, e incluso quizás tres minisalarios, para acumular la suma de un mes de alguno de esos miembros de la casta dorada? La mitad de su vida, si es que fuera longevo, porque si no, entonces sería de plano la existencia entera.

Y todo lo que dijimos de los anteriores sujetos súper bien pagados, es aplicable con ligeros ajustes a miles de altos  funcionarios de la federación, de los Estados  y municipios, considerando a los directivos de organismos públicos descentralizados, al estilo de PEMEX, CFE, IMSS, ISSSTE, etc., etc.

 Si por lo elevado del sueldo, lo que se paga a los magistrados y demás miembros de la administración de justicia, no se justifica, mucho menos se acredita que los diputados, senadores y regidores, ganen las estratosféricas cifras que actualmente cobran.

Como somos muy demócratas (en el discurso de los políticos y sus paniaguados), deberíamos consultar al pueblo para saber el monto que merecen por su trabajo estos especímenes presupuestívoros. Lo más seguro será que se les señalaran sueldos que no excedieran diez minisalarios. Y eso porque es necesario tenerlos conforme nuestro sistema político, que si no, mucha gente respaldaría el que ni siquiera existieran tales plazas, por lo infecundo de sus labores y lo desacreditado que están quienes las desempeñan, ante la opinión pública.

La burocracia dorada no para en los anteriores ámbitos que son del orden federal, incluye a los tres órdenes de gobierno con sus respectivos apéndices descentralizados, y además está presente en las universidades, en los partidos políticos y en todo organismo que viva del tesoro público, salvo honrosísimas excepciones.

¿Qué hacer para remediar tan oprobiosa situación? No es factible a través de una ley, porque estas las forjan los diputados y senadores, quienes son producto de los partidos políticos (verdaderos parásitos del sistema nacional) y en consecuencia, no hay verdugo que se ajusticie asimismo.

Quizás solo una comisión de ciudadanos, investida de poder suficiente para que sus dictámenes fueran obligatorios, lo podría llevar a cabo. Pero lo difícil sería escogerlos, y sobre todo, aprobar un procedimiento para ello. En estos casos, solo las revoluciones (que pueden ser pacíficas) resuelven tal entuerto; la fragua de una nueva Constitución Política, sería lo más recomendable, para comenzar desde cero y evitar los amparos y leguleyadas a que suelen acudir los que gozan de privilegios y temen perderlos.

En fin, lo peor es continuar como estamos, porque esta injusta situación que rige, cada día nos lleva  al terrible hecho de que cada vez tenemos millones de pobres más pobres, y pocos miles de  ricos demasiado ricos. Acabar con la democracia dorada que nos flagela, es una prioridad de estricta justicia republicana.

Comments

comments