La historia que aprendimos y nuestra conciencia social y política

Manuel Moreno Castañeda

La historia, seamos o no conscientes de ello, lo deseemos o no, está presente en nuestras vidas, me refiero a lo histórico en su acepción más amplia que comprende desde la historia universal hasta las historias personales pasando por las familiares, comunitarias, regionales y nacionales. Historia que lo mismo pudo ser aprendida en la espontaneidad de la vida cotidiana en diálogos familiares, en la relación con amigos y colegas de trabajo o por los medios masivos de información, como también se aprende en los espacios formales de las instituciones académicas. Sea cual sea el lugar o situación en que se aprenda, siempre están presentes su dimensión académica como objeto de estudio y su carácter formativo por la manera en que influye en nuestros modos de ser social, nuestra ideología y modos de pensar y actuar políticamente. 

Insisto, el aprendizaje de la historia no se limita a la aprendida escolarmente, sino a la que se aprende en todo momento y lugar de nuestras vidas, y no se trata sólo de la tradicional historia que sólo se refiere a las luchas por el poder y los regímenes gubernamentales, sino a la historia que con un enfoque amplio e integral comprende todos los aconteceres de nuestras vidas, sean de carácter social, cultural, económico o político. Podemos decir, incluso, que las historias vividas y aprendidas fuera de las escuelas pudieran determinar más nuestro ser y conciencia social que lo aprendido escolarmente. 

Si damos un vistazo a lo escrito sobre la historia de México desde el inicio de su vida independiente hace dos siglos, podemos ver el tradicional enfrentamiento entre libros de tendencia liberal y conservadora y luego los intentos de una historia que pretendía ser imparcial y objetiva, lo que no significa que lo lograra, ni antes ni ahora. Pero, además, una cosa es lo que se ve en las publicaciones y otra lo que se mantiene en la cultura y mentalidad de la gente en su cotidianeidad, donde parecen permanecer las actitudes y mentalidades del siglo XIX de liberales y conservadores. Como se observa hoy en los medios masivos de información y las redes sociales presenciales y digitales. 

Si analizamos la lectura de las más diversas opiniones políticas que se expresan tanto en las relaciones cara a cara como a través de los medios y en las redes mencionadas, nos damos cuenta de la superficialidad y bajo nivel de conciencia histórica de quienes sólo reenvían lo que les llega, sin el más mínimo análisis o argumentación. Pareciera que sólo observan si la fuente o el autor provienen de quienes coinciden con su postura ideológica y sin pensar en la veracidad del mensaje o la calidad de su argumentación sólo reenvían.  

A partir de estas consideraciones y pensando en la trascendencia que el aprendizaje histórico pudiera tener en nuestro ser y conciencia social, me surgen las siguientes preguntas que invito a que contestemos o al menos reflexionemos en ellas:

¿Qué de lo aprendido en nuestras historias personales pudiera determinar nuestra manera de pensar y actuar políticamente?  

¿En dónde y con quiénes hemos aprendido historia universal y de nuestro país? ¿Eso ha influido en nuestro pensamiento y actuar político?

Aparte de los textos escolares ¿Qué libros de historia hemos leído y como han influido en nuestra conciencia histórica y social?

¿Leemos sólo lo que está de acuerdo con nuestros modos de pensar o nos atrevemos a leer lo contrario y entender sus razones?    

Desde luego también puede haber a quienes no les interese el conocimiento histórico y hayan olvidado lo estudiado en la escuela o no encuentren conexón entre la historia que se estudia y la historia que se vive, lo que los pone en riesgo de creer cualquier dato o información histórica manipulados para servir a intereses de grupos de poder que suelen presentarse como académicamente objetivos y ocultan sus propósitos reales.

No es muy común que reflexionemos en nuestra conciencia histórica y como ésta influye en nuestros modos de pensar y actuar políticamente. En estos días en que se dan muchas situaciones de confrontación, es, como pocas veces, muy importante darnos cuenta de cómo se manipula la información por parte de vendedores de opiniones históricas, que se dicen historiadores, sabiendo que sus palabras caen en la tierra fértil de la ignorancia y el fanatismo.  

Lo grave de esta situación es que no se quede sólo en un tema de diálogos y discusiones políticas, sino que, lleve a confrontaciones que revivan situaciones del pasado, enfrentamientos violentos como las de liberales contra conservadores del siglo XIX o la guerra cristera del siglo XX, sucesos que parecieran lejanos, pero siguen presentes en la mente y modos de actuar de ahora. Eso lo saben quienes detentan el poder político y económico, así como los comunicadores que están al servicio de sus intereses. 

Es triste observar cómo hay personas que consciente o inconscientemente sólo repiten lo que dicen los voceros de los grupos de poder y enajenadamente justifican su postura política en esas opiniones. Es de vital importancia que asumamos un cultura social y política auténtica, que más que defender privilegios de los siempre privilegiados, contribuyamos a construir una sociedad más justa y con las mejores condiciones de vida y convivencia.        

la manera en que influye en nuestros modos de ser social, nuestra ideología y modos de pensar y actuar políticamente.