LA REFORMA QUE FALTA.

epn-pena-nieto-270512POR PEDRO VARGAS AVALOS.

El pasado lunes once de agosto, el primer mandatario de la nación promulgó las leyes secundarias de la Reforma Energética, que asegura significan un cambio de fondo para mover a México. Al día siguiente, con satisfacción reflejada festivamente en el rostro, el presidente anunció a los cuatro vientos que con la aprobación de la Reforma energética, “culmina el trabajo legislativo del gran ciclo reformador que inició el segundo día de esta administración.” Ahora sigue el crecimiento y desarrollo de la República, es decir, que tales mejoras, se debe “Lograr que los cambios a la Constitución y a las leyes, se traduzcan en beneficios reales para todos”.

Desde luego que luego de esos actos, los aplausos atronadores se dejaron oír y en una cascada de elogios, se hace creer a los mexicanos que muy pronto estaremos viviendo en una especie de país de Jauja. Pero eso dicen los aduladores sistemáticos y los que le sacarán pingues ventajas a las famosas reformas; si damos una ligera vistíada a la situación de las mayorías de compatriotas, las cosas no pintan tan de color de rosa.

Y no es cuestión de criticar el escuálido salario mínimo que impera nacionalmente; ni tan siquiera tomar como referencia la irresponsabilidad de nuestros políticos, que cada día que pasa se vuelven más impopulares y reciben la desconfianza popular, más que nada por su cinismo ante los ciudadanos, la sumisión al poder ejecutivo  y la desmedida voracidad que lucen al despacharse gordos privilegios presupuestarios.

Se habla de beneficios para todos, pero como se quiere mejorar siquiera a las mayorías, si hay carestía general, sueldos famélicos (o en su caso impúdicos para los funcionarios), inseguridad pública, pésima administración de justicia, sindicalismo descarriado,  deplorable educación, cultura inadvertida y atroz carencia de accesibles oportunidades para prosperar.

Lo que realmente aflige y en consecuencia retrasa y ofende a los mexicanos, sus instituciones y leyes, es la impune corrupción que priva a lo largo y ancho del país. Y tal renglón es el que debería ser objeto sustancial del presidente y por tanto la primera de las reformas.

Pero al paso que van las cosas, en aspecto tal parece que nada nuevo habrá bajo el sol. Lo que le pasó a Gordillo, solo fue una excepción a la regla y eso porque se opuso a los mandamientos del que manda en Los Pinos. Si ella hubiese sido como el petrolero Romero Deschamps, aún gozaría lirondamente de sus prebendas; pero se puso con Sansón a las patadas, y allí está el resultado: se le defenestró, al menos por este sexenio, porque puede suceder lo que con Raúl Salinas, que al paso del tiempo recobró sus riquezas dudosamente mal habidas y a disfrutar de la vida.

Es pues una verdadera demanda generalizada por toda la nación, de que se emprenda una eficaz, pronta y a fondo reforma contra la corrupción. Esta es la reforma que falta. Si el actual primer magistrado se atreve a realizarla, entonces sí que se ganará palmas francas y cálidas, no como los encomios interesados que ahora recibe por los paniaguados del régimen y los verdaderos beneficiarios de las recientes reformas, que son los que siempre han salido ganando de cada dizque innovación legal o cada medida sexenal: los líderes charros, los empresarios insaciables, los burócratas de cuello alto y los incontables explotadores que a diario abruman tanto a la población inerme, como al apetitoso erario.