Calles presas del abuso

Por Pedro Vargas Avalos.

Recientemente la prensa se ocupó del tema de las banquetas y calles que los comerciantes, establecidos o informales, suelen invadir en detrimento de la fluidez del tráfico o del paso de personas. El mal está muy extendido y las autoridades municipales ni un dedo mueven.
Pero el que las calles sean presa del abuso, no es asunto que deba considerarse como de índole menor, porque además de obstruir el tránsito tanto de personas como de vehículos, afean a la ciudad, auspician que haya corrupción y dan pésima imagen de la autoridad.
Al respecto, además de los comerciantes, en el tema se debe incluir a los habitantes de la urbe, porque en actitudes egoístas se empeñan en apoderarse del espacio de las calles que abarcan el frente de sus viviendas. Por toda la ciudad se ven objetos pesados y de pésimo gusto, impidiendo que las personas ajenas a ese domicilio se estacionen. Y al respecto ni las autoridades municipales ni las de vialidad hacen nada.
Paso constantemente por la avenida Circunvalación y Division del Norte, a una cuadra del templo de la Guadalupana, y allí de plano no solo la banqueta, sino parte de la calle transversal, está invadida por un comercio que a diario ofrece sus productos, en tanto que impide la libre circulación de transeúntes, y a veces estrangula el arroyo de la calle. Los inspectores del ramo, llegan y algo sucede que nunca infraccionan y mucho menos obligan a levantar las mantas improvisadas del negocio. Esto solo es botón de muestra de lo que se registra por todos los rumbos de Guadalajara, Zapopan y en general la zona conurbada tapatía.
En otros aspectos, resulta que los comercios que tienen registro formal, también le entran a la invasión de banquetas y calles. Ellos que tanto critican a los informales y ambulantes, el dan gusto a su interés y se plantan muy orondos, poniendo ofertas, anuncios y hasta obstáculos en parte de la calle, para captar clientes. El tránsito, los peatones y aspecto de la ciudad, amén de las normas reglamentarias que rigen la materia, les importa un comino.
Todos los ejemplos anteriores, que se repiten por numerosas vías de la localidad, se suceden y aumentan a diario por la indolencia de la autoridad, sumada a la inconciencia de quienes recurren en tan impropia conducta.
Ojalá que el gobierno municipal y la autoridad vial, realmente cumplan su deber aunque sea en esta ocasión, y rescaten calles y banquetas de la ciudad. Aquí no se trata inclusive de que los particulares o negociantes paguen alguna cuota al tesoro público, sino de salvaguardar lo que es por naturaleza de uso común.
Ya basta de tolerar esa reprobable actitud, de los comerciantes formales o informales, de apoderarse indebidamente de los espacios que la ley reserva para uso de todos, asi como de los particulares de abusar queriendo reservara como exclusivo lo que es de toda la comunidad: los espacios de calle frente a sus domicilios, mismos que libremente deben utilizarse para estacionar vehículos por cualesquier ciudadano que tenga esa pasajera necesidad.
Nuestro apreciable gobierno tiene la palabra. Ya veremos si en algo sirve hacerles llegar tales irregularidades que tanto perjudican a la comunidad y de igual manera afean a la ciudad, al tiempo que alientan la corrupción y dejan mal paradas a las autoridades.