La percepción del votante puede más que la realidad

Lo que decide la batalla de los votos no es la realidad misma tal cual es sino la percepción que tiene el votante acerca de la misma.

Y son 2 cosas diferentes: realidad y percepción.
Tan diferentes como una ciudad y una fotografía de esa misma ciudad.

Pongamos que hablo de Madrid (parafraseando a Joaquín Sabina y recordando mi reciente presencia por allí…).

Una cosa es la ciudad misma: sus calles, sus edificios, su gente, sus sonidos, sus aromas, su vida cotidiana. Otra cosa es una de las millones de fotografías que cualquiera puede tomar de ella, eligiendo un lugar, una hora, un ángulo, un encuadre…

Madrid es la ciudad misma, mientras que cualquier fotografía es un reflejo de esa ciudad. Un reflejo con mucho de subjetivo y de personal.

Así son de diferentes la realidad y la percepción que cada ciudadano tiene de ella.
La realidad económica, política, cultural y social está allí, aparentemente a la vista de todos. Ocurre, simplemente. Se despliega a lo largo del tiempo.

Pero la percepción de los ciudadanos está en otro lugar: en el complejo entramado de neuronas que se comunican entre sí a través de impulsos eléctricos y cambios químicos. En el complejo territorio de cómo se mira esa realidad, con qué ojos, con qué oídos para cuales formadores de opinión.
Y con cuales resonancias afectivas, concientes e inconcientes.

Por eso cuando el ciudadano va a emitir su voto lo que más importa no es tanto la realidad en sí misma. Sino más bien la forma en que ha sido percibida por la gente.

Lo que más importa, entonces, es la percepción.
Y es sobre esa percepción que debe actuar la comunicación política de los partidos. No solamente en el período electoral.
Siempre.

Daniel Eskibel

http://www.psicociudad.com