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Entrampado, al borde…

Leonel Michel Velasco

Entrampado, al borde…

Leonel Michel Velasco

Debo empezar a disculparme, pues mi conducción humana me puso en gran riesgo por no decir eminente; mi vida en apoyo de otras, como un llamado a la refriega ¡¡quién sabe nadar!!, me lance como un: león sin armadura, un soldado desarmado, un enamorado Quijote, un impulsivo suicida.

El once de febrero del 22, un día después de celebrar mi cumpleaños, en la playa Boca de Iguanas, a eso de las trece treinta horas, curando la resaca del día anterior, sobre la arena bajo sombra de una sombrilla, que de pronto te invita a moverte siguiendo su cobijo; con despejado cielo húmedo en salada brisa, relajado escuchando el runruneo y observando el vaivén de las olas, entre chelas, tequila, botanas, platicas y alejamientos, distraídos o sumidos en no se que, eso solo cada quien. 

En eso, un grupito de angustiadas personas nos irrumpen dando fin al relax, preguntando, ¡quién sabe nadar! para pronto levante mi mano al tiempo que erguía mi cuerpo, mirando a la chica que pregunto y, el grupito al unísono exclamaron ¡se andan ahogando, se andan ahogando!, al tiempo que apuntaban su vista con su índice; ni voltee a mirar a mi familia, solo medio escuche tras mis orejas a mi hermana que bien me conoce, diciendo ¡no vayas, no te arriesgues!, corrí al encuentro de un destino incierto, con la seguridad de ser un buen nadador sobre todo en ríos y arroyos. 

¡El tiempo apremia!, no lo hay ni para pensar, cuando así reaccioné ya era tarde; solo pensé, espero mi muchacho no haga lo mismo que yo, paré de nadar tratando de mirarlo, para advertirle que se trajera con que flotar, al parecer fue providencial o telepatía, porque mi muchacho reflexiono a medio camino y al querer regresar por algún apoyo, se topo con una tabla de surf que corriente marina dificultaba su avance, mi muchacho la empujo, brincando el bache y acelerando el paso del crucial tiempo, el mar enfurecía como si  estuviera celosamente encabronado. En lo que la esperanza crecía, se aproximaba una amarilla tabla; esperanza más real, que la que yo pude brindar, como si preguntarán ¿quién juega ajedrez?, así me lance al reto, a la nada, donde el tiempo también cuenta.

La vida está en juego, expongo la mía con la posibilidad de salvar tres o sumarme; tras un leve dolor de estómago amenazando náuseas, consecuencia, creo, de botanas, tequila y la angustia, reflexioné mi imprudencia, cuando no soy un salvador, ni de almas y, menos de vidas, en ese momento tardíamente vacilé a escaso siete metros del llamado de ayuda y lastimosos, apremiantes, suplicios ¡ya no puedo más! Al darme cuenta que no podía hacer nada, quise retroceder quedando entrampado, me sumé a los náufragos y les invité a que flotarán como lo hacía yo, pues la desesperación era mucha, vinieron a mi mente las posibilidades de nadar hacía dentro, nadar sesgado…en fin, porque nadar hacia la playa en esos momentos resultaba imposible, (solo siendo un salmón o quizás con aletas o, algún lugareño que sepa mirar las corrientes y desde la playa te guíe y nada, el tiempo pasaba); impotente seguí escuchando el desesperado reclamo de AYUDA, respondiendo —floten, floten, de muertito— poniéndoles según yo la muestra; otra respuesta auxiliadora, ¡estoy igual que ustedes! no puedo hacer nada floten, varios tragos de sal, floten, la sensación de vomito no cedía, en eso gracias a Dios, se aproxima la amarilla tabla, siendo yo el más cercano, el de la tabla dudo, si desviarse escasos dos metros o seguir por los que más, lo necesitaban… y, yo yendo a su encuentro acortando distancia le grité, ¡te ayudo!, mi salvación, y sí ayudé, remamos en equilibrio acelerando el paso y de esa manera llegamos rápidamente; la fuerte agitación de mi respiración por boca y nariz no cesaba, para pronto nuestro Ángel Canadiense, con acento francés preguntó en buen español —¿quién ha tomado agua?—, me vio tan agitado que volteó a verme auscultando, señalándole con mi pulgar que me encontraba bien; se decide que el chaval de renovada esperanza el más afectado subiera a la tabla, nos disponíamos a ir por el otro, un poco mar adentro cuando llegó una rápida lancha de remo, todos le indicamos que no parara, que mirase la cabeza a escasos 15 m., siendo la lancha más ligera que la tabla, tuve la confianza de que el auxilio llegaría a tiempo, además el joven no se quejaba solo flotaba. 

Me olvide de la cabecita flotante, nos organizamos para salir ya con el joven más sosegado sobre la tabla, el canadiense en la cola de conductor, yo y el padre del muchacho a los lados, remando al unísono sin bajar el ritmo, así salimos, no sin antes romper una ola contra la tabla, revolcando a nuestro Ángel héroe, como si el mar se vengara, yo apenas si alcancé clavarme a la base de la ola, que también me dió una leve revolcada o zarandeada vivificante, tocando arena de boca iguanera. 

Ya de pie respiré tan hondo como pude, una y varias veces, como para sentirme más vivo. Espero vivificarme y agradecer cada hora de por vida, agradecer, respirar, hacer ejercicio y mantener una actitud mental positiva, por lo que resta.

Solo entonces el Ángel canadiense (a quien en ese momento tuve la oportunidad de agradecer,) y yo, nos percatamos en elevado montículo de arena, que la lancha de remo no había llegado a tiempo, por unos segundos la esperanza finalizó, se fue. La nuestra aún persistía esperando ver surgir la cabeza que algunos minutos la vimos tan de cerca. Posteriormente me mostraron un video del jovencito sano, sonriente, lleno de vida de escasos 20 años. 

Y gracias a quien no agradecí a la chica que me pidió auxilio, pues pues posteriormente me enteré que esta misma chica, encontró la tabla amarilla, la tabla de la esperanza, que un anciano cargó corriendo hacia la playa y ella preguntando — quién sabe manejarla —. 

Bien recuerdo que en el trayecto de salida con los náufragos, el padre del muchacho le dijo, — o eras tú o era él y, me decidí por ti—…, no pregunté nada, solo pensé que el otro también era su hijo, a lo que resultó haber sido un amigo que les acompañaba. Q.E.P.D.

Dos días después de mi cumpleaños, en apacible nublado y medio lloviznado amanecer ocultándose una luna casi llena del día 12, rondándome el luto del jovencito del día anterior, se me vino a la mente el hecho de que nunca me detuve a pensar, en quedarnos  en vez de dar vuelta a la tabla amarilla y, quedarnos, no tanto como espectadores, más bien apoyando con nuestra presencia, porque a lo mejor el joven no miró la lancha que se aproximaba, solo nuestro alejamiento, perdiendo toda esperanza…a lo mejor.)

En solitaria comunión, frente al mar, cabizbajo caminé a mi derecha por la playa divagando, de pronto no se si realmente lo vi o aluciné, a mi izquierda un alargado lanudo perrito blanco, por la orilla medio jugueteando con las olas y confundiéndose con la blanca espuma, que luego ante mi vista después de dos confundidas, por fin desapareció… solo reflexioné: ¿sería el espíritu buscando su cuerpo?, ¿realmente lo ví o fue un fugaz alucín? Continué caminando de frente, hacia las rocas de donde realmente vi salir un alargado blanco como vapor o nube en movimiento, que resultó ser un perrito que desapareció. Seguía entre meditando y divagando, al llegar a las rocas, me encontré con una cueva, dentro una virgen que de pronto no supe distinguir y algunas, recién apagadas humeantes veladoras, de guía almas al encuentro de la luz, sumándose a otras veladoras sin guía, sin humo.  

De regreso al campamento, ya olía a café y un pájaro carpintero picoteaba una palmera,  entre tomar fotos, sorbos de aromático café y la algarabía del recién llegado hijo mayor,  fueron despertando cabezas saliendo de las casitas sumándose al café, en circular plática de fresca y mojada mañana, el último en salir fue el hijo menor con su pareja quienes llegaron de madrugada.

Todos juntos y me dije ánimo, estamos aquí y no me lloran. GRACIAS Sr. por la dicha de tener a la familia reunida, junto con mi hermana todos con bien, en celebración de mi cumple; donde tu presencia Señor, fue ampliamente sentida. Y otro día me acompañaste y protegiste. Con el milagro de la vida.   

Una gran disculpa. 

A mi hija, quien al verme salir apresuró su abrazo, mi doceañera, que el solo pensar en la pérdida, se entristeció y los dientes apretó; le pregunte recordándole, cuándo andábamos buscando su estrella Sirio,  ¿si recordaba la perdida de su primer diente aguilotado?, entre lágrimas y entrecorta voz solo me dijo —hay apá— situación que aproveché para ahondar un poco más sobre el sentido de las perdidas, explicándole —así como a mi me tocó vivir la de tantos seres queridos desde mis cuatro abuelos, mis padres, primos, amigos y conocidos. Algo que es muy posible tendrás que afrontar. De manera evasiva me interrumpió, pidiéndome menos explicaciones. Lo entendí como ir más al grano sin rodeos. 

A mi señora, quien contactó a los encargados del lugar, pidiendo apoyo llena de angustia.

Posteriormente continúo protestando por la falta de señalamientos y adecuados apoyos;  a quién al llegar de mi naufragio, le dije — Aquí tienes, tu peor es nada— , mi padre así se refería con mi esposa, agregué — para que me dejaste ir —, entre su abrazo solo me dijo — menso — .

A mi hermana, con quien hace algún tiempo, renacimos en una curva del chorrillo rumbo a El Grullo, en mí VW (asunto de otra historia…), quien identificó a la virgen de Talpa con la foto en la cueva y me llevará a visitarle. 

A la pareja de mi segundo hijo, quien solidariamente vivió nuestra angustia y esperanza. 

A mis tres mosqueteros guerreros, a quienes la confianza les acompañó, pues su padre sabe flotar de muertito, horas flotando en olas de Melaque; así le contestaron por el celular a su madre, supongo para darle confianza en lo que sucedía el evento. 

De entre mis meditaciones post acontecimiento del día 11, recuerdo a mi abuelo Mariano, pues el 11 era su cumpleaños y, quien fue un excelente nadador con solo una pierna, flotaba por horas en olas embravecidas de Barra de Navidad, donde yo no me he atrevido. 

Así mismo las enseñanzas ejemplarizas de mi sabio carpintero padre, de pocas palabras, y característica calma, quien me enseñó a trabajar quien desde chico me llevaba a pescar al rio, nadar, sembrar la milpa, atender granja porcina, detener tablas y troncos frente a ruidosas y polvorientas maquinas estimuladoras de estornudos. 

Siendo uno de los pocos privilegiados que conocieron y convivieron con sus padres y sus cuatro abuelos, además de conocer y convivir con todos los tíos y hermanos, en la reflexión me llegó una ráfaga de acontecimientos vividos creando una serie de propósitos tales como: al despertar con profundas respiraciones agradecer al Señor, ser positivo y, no olvidar las respiraciones cada hora de por vida.

Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose. 

Julio Cortázar

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Bajando a todos los Santos 

Pilar Michel Velasco

! Leonel…! _ le grité con todas mis fuerzas, _ NO te arriesgues! _ .. y no me escuchó, pues el ruido de las olas chocando en la playa de ése mar embravecido no le dejaron oír; como un resorte se lanzó al agua con un gesto instintivo de prestar auxilio, y de una manera tan espontánea movido por una fuerza  mágica, sin pensarlo dos veces se lanzó a salvar a alguien que se ahoga.

Me quedé parada absolutamente inmóvil, como paralizada;  el recuerdo de esa escena me oprime todavía hoy la garganta. —El sabe nadar y flotar me dijo Gaby y corrió a buscar a los salvavidas y a Jesús—, Jesús llegó corriendo y me preguntó : —¿ Y mi papá?—.  con un dedo le señalé el horizonte, se lanzó al agua y ayudó a meter la tabla amarilla que el oleaje sacaba.

Yo solo alcanzaba a ver dos puntos negros que con el vaivén  de las olas aparecían y luego desaparecían hasta que de pronto alcancé a ver la tabla amarilla y a Leonel tomado de ella y remando con el brazos.  —Hasta entonces me bajó el alma al cuerpo, pude tragar saliva y se me fue disipando el miedo, un miedo terrible de que algo espantoso le fuera a pasar.

Las miradas de todos los que estábamos en la playa vagaban hechizadas a la expectativa, hasta que el mar arrojó de golpe la tabla con sus tripulantes.  —Leonel caminó hacia nosotros tambaleante y se dejó caer en una silla; callado con la respiración agitada y una  expresión de vencimiento y desesperación.  —¿Por qué no me detuvieron?—  nos dijo con la cara desencajada cómo nunca lo había visto.  —¿lo sacaron?— le pregunté, y movió la cabeza negativamente. Y la tristeza nos invadió por el resto del día.

Ya no vimos la puesta del sol, ya no vimos el firmamento porque por la noche una ligera llovizna se dejó de caer. Imposible dormir imaginando una y otra vez la situación vivida unas horas antes y la imagen de una chica corriendo desesperada por la playa que preguntaba : —¿Quién sabe nadar?  Quién sabe nadar?—  Y minutos más tarde la misma joven corriendo: —¿Quién sabe usar ésto? Quién sabe usar ésto?— seguida por un anciano cargando una tabla amarilla.

Mañana nos vamos a la playa, quiero ir otra vez a acampar, ver el firmamento, la puesta de sol… ¿vamos? — para entonces yo estaba leyendo por segunda vez la novela de Stefan Sweig «Veinticuatro horas en la vida de una mujer» . _ lo que vivimos ahí (porque finalmente fuí), fueron Veinticuatro horas en la vida de una familia, veinticuatro horas que no olvidaremos tan fácilmente ya que Gaby, Victoria, Jesús y Alex tendrán me imagino recuerdos similares .

De regreso a casa volví a retomar la novela en la página 52 donde Stefan narra las horas vividas llenas de impresionantes acontecimientos que vivió y que me animaron a escribir, aquí los narro sin lujo de detalles porque fueron muchos en tan solo 24 horas.

LA CRONICA JALISCIENSE CONTINÚA.

Por Pedro Vargas Avalos.

La crónica es una actividad que nos permite preservar, conocer y afirmar nuestra identidad.  Como tal, la historia se vivifica con los cronistas y estos a su vez, renuevan su labor y proyectan los valores culturales.

En Jalisco se desarrolló una intensa actividad de la crónica desde hace muchos años. Podemos afirmar que desde la conquista, con las cartas y testimonios que los conquistadores generaron, se inició tan importante labor entre nosotros. La divulgación de esos puntos de vista e informes, fueron reproducidos el siglo pasado gracias a la tenacidad de un cronista de feliz memoria: el licenciado José Luis Razo Zaragoza,  paisano nuestro nativo de La Barca y cronista tanto de su localidad natal como de la Perla Tapatía.

Recordamos que los más ameritados estudiosos de nuestros anales, fueron franciscanos: Fr. Antonio Tello, Fr. Francisco Mariano de Torres y Fr. Nicolás de Ornelas Mendoza y Valdivia; a ellos se sumó en tiempos recientes, Fr. Luis del Refugio  Palacio y Basave. Hoy por hoy, un sacerdote tapatío se ha sumado, d. Tomás de Híjar Ornelas.

En nuestra Perla tapatía,  tuvimos oficialmente el primer cronista en la persona de un notable jalisciense e historiador: Luis Páez Brotchie. Fue nombrado con motivo del Cuarto Centenario de la capital del estado, en 1941. Su libro “Jalisco, historia mínima”, que ha sido editado en uno o dos tomos, es todavía un volumen indispensable para estudiosos o sencillos amantes del pasado estatal.

Desde 1995, se creó la Asociación de Cronistas Municipales de Jalisco, un 23 de noviembre, razón por la cual se acordó que en tal fecha o en sus cercanías, debería de celebrarse una reunión con el título de Congreso. En él, se leen informes, presentan libros, se proponen actividades y toman decisiones para asegurar la vida institucional del organismo. Solo la terrible calamidad que aún agobia al mundo entero, la fatídica pandemia del Corona virus, impidió la continuidad de esas asambleas, precisamente al irse a celebrar la número 25. 

Pero esa epidemia solo es otro obstáculo para los cronistas, que están forjados con fibras resistentes e invencibles. Ahora han realizado ese XXV  Congreso, teniendo como sede, el bello teatro de Atequiza, en el municipio de Ixtlahuacán de los Membrillo, muy cerca de Chapala. Por cierto, en ese lugar en 1896, se filmaron tomas extraordinarias: jarabe tapatío, suertes charras, faenas típicas campiranas, etc. El cronista del lugar y el presidente municipal, unieron esfuerzos para recibir a una cincuentena de exponentes de la crónica de Jalisco. Y fue un éxito.

Para darnos cabal cuenta de lo que producen estos quijotescos promotores de nuestros valores culturales, daremos un vuelapájaro a la revista de El Cronista Municipal que con laudables esfuerzos publican. Iniciamos con la portada, que es una foto de esa joya arquitectónica que es el teatro de Atequiza. Rememora las fotos del inigualable fotógrafo nativo de esta población, Octaviano de la Mora, sobrino por cierto de la  tapatía Ignacia Resh o Reachy, que luchó contra la invasión francesa.

Luego leemos una biografía de un bachiller en artes y teología singular: Serafín García  Cárdenas, que siendo oriundo de Madrid,  estudió en La Habana, luego en San Ildefonso, y vino a ordenarse  presbítero en Durango. Estuvo en Bolaños, en Chapala de 1797 a 1800, y luego en Tala, hasta 1821. Fue electo en 1812 como diputado suplente a las Cortes de Cádiz, que produjeron la singular Constitución gaditana de 1812, de cuya significación hizo apología.

Carlos Boyzo, trata sabrosamente el tema de la visita de Porfirio Díaz, en 1896, cuando se inauguró el ferrocarril de Guadalajara hacia Ameca, y luego estuvo en Chapala, villa a la que solía acudir para descansar. De importante participación en esa región y el Estado, fue Manuel Cuesta Gallardo, de quien nos da cuenta José Chávez, cronista de Tlajomulco.

Del amor de Agustín Yáñez a Chapala, nos habla el poeta David Aréchiga Landeros. Y el cronista honorario de Atequiza, Francisco J. Michel Padilla, nos cuenta la historia de la Hacienda de ese lugar, que fuera opulenta finca propiedad de los Cuesta Gallardo.

Guillermo Tovar, cronista de Autlán de Navarro, la colonial de la Grana, nos habla de su paisano Alfonso Corona Blake, cimero cineasta mexicano. De la hacienda de La Calera, cercana de Guadalajara, se ocupa  José Octavio Guevara, coordinador de la crónica tlajomulca. Y para evocar los caminos de hierro, hace un buen trabajo el cronista de Etzatlán, Carlos Parra.

Otros personajes gloria de Jalisco, como Consuelito Velázquez o Juan José Arreola, son motivo de la correcta pluma del cronista zapotlense Fernando G. Castolo. Por su parte, Ignacio Gómez Zepeda de El Grullo, narra la interesante vida de Tarsicio Jiménez Romero, conocido como el “Mandamás del Mercado”, quien amasó una fortuna y ésta se diluyó entre envidias y dramas.

Como cada año, la publicación recoge la letra del Himno a Jalisco, pieza cívica que debe interpretarse en todo evento cívico, cultural o político, y que al parecer es olvidado por todos, empezando por los políticos.

Como puede comprenderse, los cronistas municipales jaliscienses, demuestran con hechos, que su amor por la cultura,  la proyección de nuestra historia local y el afán de servir a la comunidad, es patente y no decae. Son verdaderos misioneros y a veces, ante la incomprensión, se les convierte en mártires. Pero no desmayan y este XXV Congreso que realizaron, es la prueba de ello.

CLERO, POLÍTICA Y LEY: LA SEPARACIÓN DE IGLESIA-ESTADO.

Por Pedro Vargas Avalos.

Un tema que parece superado, o quizás lejano por los hechos que lo caracterizaron, vuelve a reaparecer ante la opinión pública: la separación de la iglesia y el Estado. El motivo fueron los comicios para elegir munícipes en San Pedro Tlaquepaque, el año pasado, y que se anularon por el Tribunal Federal Electoral (TFE) debido a la  intervención con mensajes sobre dichos comicios, de varios eclesiásticos, destacando entre estos el cardenal emérito Juan Sandoval Íñiguez. El hecho de ser cierto, significaría una infracción al artículo 130 constitucional.

La semana pasada,(19 de enero) el aludido TFE determinó que se había acreditado esa participación, con lo que se violó el principio constitucional de separación Iglesia-Estado, por parte del cardenal  Sandoval Íñiguez y del sacerdote Mario Ángel Flores Ramos. El expediente pasa a la Secretaría de Gobernación, que es la autoridad que decidirá la sanción a imponer.

Ya sabemos que durante la colonia, el clero fue poderosísimo y estaba protegido por el reino hispano, el cual tenía un acuerdo: (Real Patronato Indiano) bajo el cual quedaba sujeto a la autorización real, la construcción de iglesias, catedrales, conventos, hospitales, la concesión de obispados, arzobispados, dignidades, beneficios y otros cargos eclesiásticos. El Papado concedió esos privilegios en atención a los esfuerzos de la monarquía hispana para ensanchar la cristiandad católica. 

Desde luego, debemos entender, que para el practicante de una religión,  obedecer sus normas y las obligaciones que se derivan de ese credo, son sustanciales y trascendentales, a tal grado, que el creyente puede  ceder su libertad, perder familia, patrimonio y hasta la vida por defender sus creencias, como sucedió en la etapa de la Cristiada.

Eso es algo que desde tiempos inmemoriales se registra. Hubo épocas llamadas teocráticas, en las cuales la religión era omnipresente y  los sacerdotes  los guías de toda actividad. Al correr de los años, ya superada la Edad Media, franja de la humanidad en que casi todo fue oscuro, pero  lo religioso brillaba intensamente, sobrevino el pensamiento ilustrado y con él arribó el Estado liberal y en algunos países, la democracia, específicamente desde finales del siglo XVIII y principios del XIX. Con ese sistema, también asomó el principio de la libertad religiosa, que sería adoptado como derecho humano esencial. La consecuencia natural de la aceptación del mencionado principio de libertad religiosa, es la separación del Estado y la Iglesia.

Entre nosotros, lograr esa separación ha sido terriblemente complejo, llegando incluso a originar conflictos armados, como la Reforma y la guerra cristera, que  dejaron huellas muy  complicadas a tal grado, que aún persisten resabios.

La Carta Máxima de Querétaro acogió el artículo 130: en este numeral se  tratan las cuestiones relacionadas con  lo relativo al principio “histórico” de la separación del Estado y la iglesia, además de otros tópicos conexos.  Las fuerzas conservadoras y tradicionalistas, no aceptaban de buen grado estos conceptos, por lo que hubo muchos forcejeos.

El presidente Plutarco Elías Calles (1924-1928) pretendió llevar a la práctica ese mandato constitucional, soslayado en parte,  y expidió las correspondientes normas reglamentarias (o sean, la Ley Reglamentaria del artículo 130 de la Constitución del 18 de enero de 1927; la Ley que Reglamenta el Séptimo Párrafo de dicho Artículo , relativo al número de sacerdotes que podrían ejercer en el Distrito y territorios federales, de 30 de diciembre de 1931 -los Estados la replicaron en sus territorios-; y la Ley que Reforma el Código Penal para el Distrito y Territorios Federales, de 21 de julio de 1926), con lo anterior, se provocó gran efervescencia religiosa  que desembocó en la guerra civil (1926-1929)  conocida como Guerra Cristera o la Cristiada. Lograda la paz de manera peculiar, se vivió un largo período en el cual imperó una especie de consecuentación, del gobierno hacia la iglesia católica. Como en épocas antiguas, la ley se obedecía, pero se cumplía a medias.

El neoliberal por excelencia, Carlos Salinas, impulsó reformas que daban vuelta al reloj de la historia nacional, aún cuando conservó límites sobre: a) educación pública laica, b) no intervención del clero en asuntos políticos, y c) imposibilidad de acumulación de bienes temporales en sus manos y en las de las Iglesias o agrupaciones religiosas. Solo el Partido Popular Socialista se opuso. De esa reforma, surgió una nueva figura de derecho público, con un régimen específico,  las llamadas “asociaciones religiosas”; es oportuno aclarar que, la ley no crea instituciones religiosas, únicamente las reconoce, a través de la Secretaría de Gobernación y les otorga la personalidad jurídica propia (que no tenían), quedando dicha Dependencia del Ejecutivo, como autoridad del ramo.

El texto vigente del citado precepto constitucional 130, fue publicado en el Diario Oficial (DOF) de la Federación el 28 de enero de 1992; Las disposiciones constitucionales ahí contenidas, al igual que el artículo 24 y la parte relativa del 27, son reglamentadas por la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público ( LARCP) publicada en el  DOF el 15 de julio de 1992; Ordenamiento que a su vez es desarrollado por el Reglamento  publicado el 6 de noviembre de 2003.

Dice el Artículo 39 del Reglamento, que son sujetos de las sanciones previstas en la Ley, sin perjuicio de lo dispuesto en otros ordenamientos, las asociaciones religiosas, sus representantes, ministros de culto y asociados. Igualmente las Iglesias y agrupaciones religiosas que no cuenten con el registro constitutivo, así como las personas que lleven a cabo actividades reguladas por la Ley. Lo anterior está ligado al  Artículo 29 de la LARCP, que dice: Constituyen infracciones a la presente ley, por parte de los sujetos a que la misma se refiere: I. Asociarse con fines políticos, así como realizar proselitismo o propaganda de cualquier tipo a favor o en contra de algún candidato, partido o asociación política. Las sanciones (art.32) van desde apercibimiento, multa, clausura, suspensión y hasta cancelación de la asociación religiosa.

Los mensajes que poco antes de las elecciones de junio pasado, expresaron tanto el cardenal emérito de Guadalajara, como el Primado de México y algunos otros, no cabe duda que repercutieron en los votantes y con ello en el resultado de la elección. El pueblo mexicano y aún más el jalisciense, sigue siendo en gran parte muy católico, por lo que es evidente se le pueda influir por ministros del culto, y más por los de alta jerarquía. Como expone el jurista José Luis Soberanes: la práctica religiosa trasciende el ámbito privado de los individuos e incide, en ocasiones de manera muy importante, en la vida social, llegando a influirse mutuamente de manera fundamental.

La denuncia que originó las sanciones que ahora deberá imponer Gobernación, se presentó en junio de 2021, en contra de diversos ministros de culto, derivado de la publicación de videos en redes sociales durante el proceso electoral 2020-2021, mediante los cuales realizaron manifestaciones presuntamente proselitistas en contra de Morena, violentando el principio de separación Iglesia-Estado, así como la veda electoral.

La Sala Regional Especializada declaró existente la infracción atribuida a los ministros,  al considerar que realizaron manifestaciones que impactaron en el proceso electoral federal al pretender influir en el sentido del voto de la ciudadanía. Inconformes con lo anterior, los ministros de culto promovieron medios de impugnación alegando, principalmente, que las expresiones se realizaron en ejercicio de su libertad de expresión y en su carácter de ciudadanos, no como representantes de la Iglesia. Además, sostuvieron que no indujeron al voto y, por ende, no vulneraron el principio de separación Iglesia-Estado.

El asunto llegó al pleno de la Sala Superior del TEF, donde se consideró que: Juan Sandoval Íñiguez y Mario Ángel Flores Ramos vulneraron el principio de separación Iglesia-Estado pues sus expresiones, de manera inequívoca, pretendieron inducir al voto en contra de una opción política y se realizaron a través de redes sociales, es decir, medios de comunicación masiva que trascendieron a la ciudadanía. Por ello se ordenó dar vista a la Secretaría de Gobernación para que, en el ámbito de sus atribuciones, considere lo resuelto en relación con las infracciones que la Sala Regional Especializada hizo de su conocimiento.

Por tanto, se confirmó la violación al principio de separación Iglesia-Estado a cargo del cardenal Juan Sandoval Íñiguez, así como del sacerdote Mario Ángel Flores Ramos (SUP-REP-478/2021 y acumulado).

No cabe duda de que la autoridad competente federal tiene un singular asunto en sus manos; de lo que resuelva sabremos si el principio de la división entre Estado e Iglesia, realmente está vigente o si es letra muerta, en cuyo caso recordaremos lo que Don Quijote dijo a su escudero Sancho: Con la Iglesia hemos topado.

La Puerta del Barro

Leoel Michel Velasco

De pronto te encuentras coronado por elevados cerros y algunas verdes bardas de órganos pitayeros delimitando propiedades e impidiendo la entrada o salida de animales domesticados, ojalá volvieran a organizarse para ser una comunidad única en el mundo con sus linderos de órganos Pitayeros, como antaño; su naturaleza lo reclama. Vivir en puerta es vivir en contacto pleno con ella, es amar la verde quietud, valorar el fresco oxigeno, escuchar entre cercano y lejano el aullido de coyotes, buscar la luz de las estrellas y, escucharte; cavilar, despojarte de egoísmos, desear y pensar en el otro y soñar mil sueños…

Como, llegar a Puerta de Barro, en sombreada verde ciclovía, para tomar un merecido descanso, en una comunidad espiritual de ensueños, donde un gran porcentaje de sus casas cumplen esa función en vacaciones y fines de semana, en algunas otras sus moradores son estudiantes del Instituto Tecnológico Superior de El Grullo.

La Puerta, es cuidada por una joven mujer de rizados cabellos que poco se deja ver.