expresion@elgrullo.com.mx
Buscar:
Cómo empezar bien el día 

Por Ramón Montes Barreto

Tal vez nadie sepa quien soy y cómo soy, lo que importa es que, si lees este pensamiento, tomes conciencia de que la vida es un proceso que inicia con la gestación y termina con la muerte –aunque estudios recientes indican que hay vida después de la muerte-, eso lo veremos en otro momento. Hoy quiero concentrarme en la pandemia, y muchos otros eventos violentos, en lo que se han llevado. Estos acontecimientos nos han quitado seres queridos, amigos, compañeros de trabajo, a quienes mucho he sentido despedir y de quienes guardo sólo los gratos recuerdos.

A pesar de todos esos malos momentos, quiero destacar que la vida es hermosa y quienes todavía estamos en este plano terrenal tenemos la obligación de disfrutarla. Ensimismado en estos pensamientos me topé con un documento –cuyo autor necesariamente debe ser practicante de la psicología positiva–que al momento de leerlo me impulsó a escribir apenas lo necesario para invitarles a comenzar bien el día.

Se trata de hablar con nosotros mismos, de mandarnos mensajes para transitar por la vida en un día común. Hay que insistir en lograr una buena comunicación, cada quien consigo mismo en el afan de programar bien nuestro día.

Para que la vida siempre nos sonría, debemos nosotros sonreír con ella, es pertinente comprender que el infierno y el cielo son construcciones que hace cada quien en el entorno en que habita. Invocar lo bueno, o lo malo, es cosa de cada quien. Pero, desde una perspectiva positivista, les recomiendo empezar el día haciendo afirmaciones que he leído en diferentes autores:

a) ¡Meencantamivida!

Di esto por la mañana y tu vida cambiará radicalmente. Antes de levantarte, antes de ponerte los zapatos, di: ¡Me encanta mi vida! La vida es un regalo. Así pues, aprecia cada minuto y cada segundo. ¡Hoy será un gran día para ser tú, construyendo, disfrutando tu propia realidad!

b) Mis pensamientos crean mi realidad!

Comienza el día sonriendo mientras te bañas y te arreglas para salir de tu habitación. Imagínate el día, hora a hora. Tus pensamientos crean emociones; las emociones llevan a las acciones; las acciones traen resultados. Ten una mentalidad abierta, piensa que eres muy afortunado, y eso es lo que se manifestará en tu vida.

c) Estoy agradecido

Cuando aprecias lo que tienes, lo que tienes aumenta de valor. Así que, estando aún bajo la regadera, bañándote, piensa en al menos 10 cosas por las que estás agradecido. Esto te dará una profunda sensación de felicidad.

d) Elijo ser felíz

La felicidad es una elección. Recuerda que una buena actitud siempre conduce a grandes experiencias. Decide ser felíz. Es bueno para tu salud.

e) Debosonreír

Nunca sabré a quién le estoy alegrando el día.

f) Confío en mi

Siente que mereces todo lo que deseas, confía en tus elecciones, porque puedes recibir amor y amar… ¡puedes dar y generar paz!. Tener prosperidad… ¡mereces disfrutar de esta hermosa vida!

g) No me afecta lo que otras personas piensan de mí

No te dejes arrastrar por la opinión que otras personas tienen sobre ti. Realmente, sus palabras hacia ti sólo reflejan quiénes son realmente. En vez de escuchar lo que dicen las personas sobre ti, confía en tu sabiduría interior. Escucha a tu corazón, será tu mejor guía.

h) Soy amable

Cada acto de amabilidad que realizas libera serotonina en tu cerebro –la serotonina es una hormona que contribuye a la sensación de bienestar y felicidad. ¡Ayuda a un extraño! ¡Dar regalos en forma de abrazos y cumplidos! Verás que te aportará sentimientos buenos.

i) Vivo en el ahora

Saborea cada momento de tu vida, porque cada momento es único; no hay instantes vacíos. Mantente consciente, presente y en equilibrio. Cuando tus pensamientos comiencen a ir a la deriva, recuerda que el pasado y el futuro son ilusiones elaboradas por tu mente ¡El único tiempo que existe es el ahora!

j) Respiro profundo

Sé consciente de cada respiración que tomas. Respirar de manera profunda y relajada aporta grandes beneficios a tu cuerpo. ¡Disfruta la sensación de llenar tus pulmones con cada inspiración, y después exhala!

Ir por la vida pensando en hacer el bien, te llevará a ser bien tratado, pues la otredad reconoce cuando recibe acciones o vibras positivas de parte tuya. Estoy seguro que mi propuesta ayudará a la construcción de ese cielo al que tanto aspira la gente. En nuestro país estamos ante la construcción de una nueva ciudadanía, de una transformación social, he aquí un pequeño grano de arena para aportar a ese tan anhelado cambio.

Despedir el año 2021 y ¿la pandemia?

por Ramón Montes Barreto

La navidad y el fin de año nos ofrecen espacios de reflexión, considero que debemos aprovechar estos tiempos para hacer un recuento de daños y perjuicios que durante los últimos casi veinticuatro meses nos ha dejado la pandemia del COVID.

Muchos malos recuerdos, deja para mí esta experiencia que espero no se repita en mi vida -o lo que me queda de ella- pues parientes, amigos y compañeros de trabajo se fueron sin tener la oportunidad de despedirse, ni darme la oportunidad de haberlos despedido.

Son muchos los aprendizajes que nos debe dejar la pandemia y estos tiempos de encierro, deberíamos capitalizarlos para aprender a querer a las personas de un modo distinto o de un modo mejor al que hemos practicado hasta ahora con nuestros prójimos. Estoy seguro de que no sería válido, socialmente hablando, que nos quedáramos como antes. Deseo que no utilicemos nuestras inteligencias para aprovechar los avances tecnológicos de manera egoísta y, que nuestros investigadores nos ofrezcan sus vacunas a tiempo, sin querer convertir sus hallazgos en riqueza a costa de muchas muertes más.

Aspiro serenamente a que, los que hasta ahora hemos sobrevivido, vivamos una vida con mayor respeto por la naturaleza y los seres vivos con quienes ahora tenemos convivencia. Que ya no agreguemos más problemas a la sociedad y que trabajemos en equipo para mejorar el planeta, que es el entorno que vamos a heredar a nuestros hijos y ellos a sus hijos. Hoy el mundo demanda acciones de cuidado al medio ambiente. El desarrollo industrial se debe llevar a cabo sin hacer daño, con un gran respeto por los ecosistemas y por las personas que están por venir.

Al inicio de la pandemia, cuando nos resguardamos en casa por recomendaciones del sistema de salud pública de nuestro país, escribí un documento con base en una investigación de campo -realizada en la región mixteca de nuestro país- y, que una editorial publicó a principios del año 2021 en formato de libro físico. En dicho texto reflexiono sobre la resiliencia y el desarrollo ecológico humano en una sociedad desprovista de avances en su desarrollo social. Producto de mis observaciones trabajando en comunidades rurales, apunté que las personas que viven ligadas a la naturaleza son más resilientes, es decir, tienen más capacidades de superar situaciones adversas que aquellas que habitan en las ciudades. Quizá el amor que desarrollan por su terruño, por las plantas, las sierras, los ríos y los animales, las hacen más resistentes ante las adversidades que las personas que viven en los conglomerados urbanos, quienes podrían ser más proclives a deprimirse y a ceder el paso a las enfermedades de fácil transmisión por el contacto de persona a persona, o tal vez no, después de todo se trata de una apreciación subjetiva.

Quiero destacar que, en el mundo vivimos cerca de siete mil ochocientos millones de personas. Vale contrastar este dato con el hecho de que, en México, solamente habitamos 126 millones de humanos (INEGI-Censo 2020), por ello quizás, en estricta atención a los números, la muerte de uno, dos o tres millones de personas con motivo de la pandemia, pareciera no ser una cantidad significativa. De toda esa población se sabe que el 51 por ciento vive en las ciudades y el 41 en el campo.

También se conoce, a través de estudios con valor estadísticamente representativo, que el 50 por ciento de la población mundial vive con menos de dos dólares diarios y que el 16 por ciento de la población mundial sufre de desnutrición. Hay personas que solo hacen una comida por día, mientras que 1,900 millones de adultos de 18 años y más viven con sobrepeso (650 millones de éstos están obesos), de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (2021), del año 1975 al 2016, la prevalencia mundial de obesidad se ha triplicado y, solamente seis de cada 10 personas de la población mundial pueden comer bien. 

Finalmente, dos datos que quizá les van a sorprender: el 30 por ciento de la población mundial tiene acceso a internet y el 70 por ciento no. Mientras que únicamente el 7 por ciento tiene educación superior, frente a un 93 por ciento que nunca pisó un campus universitario.

Me propongo terminar esta intervención, presentando a ustedes algunas ideas para debatir en una discusión intelectual:

  1. Si eres, hasta ahora, una persona sobreviviente del COVID (y otras plagas que abundan en estos días) considero que: ¡debes sentirte una persona agradecida con la vida!
  2. En un mundo donde el 70 por ciento no tiene conectividad a internet y tú cuentas con acceso, debes tener prudencia y mesura en su uso. Comparte tu tiempo y atención con las personas que están a tu alrededor y no sólo a través de redes sociales, -tu presencia es valiosa para algunas personas-.
  3. Si perteneces a la población que cuenta con más de 2 dólares diarios para alimentación y manutención, sé una persona considerada con aquellas que no los tienen y ayúdales solidariamente.
  4. Si eres de los humanos afortunados que pertenecen al 7 por ciento que poseen un título universitario, debes recordar que eso no te hace superior a quienes pertenecen al conjunto del 93 por ciento restante. Eres una persona preparada y estás moralmente obligada a ayudar a quienes no tienen tus conocimientos. ¡El conocimiento sólo es valioso si se pone al servicio de otros!
  5. En caso de que pertenezcas al grupo de los sobrealimentados, comparte un poco de lo que te sobra, o que te debería sobrar, con aquellos que lo necesitan para que no tengas sobrepeso. 
  6. Si perteneces al 51 por ciento de las personas que habitan en las grandes ciudades, lo recomendable es que visites a la gente del campo, ésta es la que aporta muchos de los alimentos y flores a los mercados urbanos. El hecho de que junto con tu familia convivas o por lo menos consumas sus productos de manera directa, es una forma de solidaridad y reconocimiento a su esfuerzo en la producción agrícola o pecuaria. Existen lugares que pueden ser una grata sorpresa para los citadinos, por ejemplo, pueden ir a Atlixco, Puebla a comprar nochebuenas y a consumir alimentos, bebidas y productos locales en su maravilloso mercado. Igual recomendación merece Fortín de las Flores en Veracruz, y Xochimilco, en la CdMx. En todos los rumbos del país hay un lugar parecido que pueden visitar.

Un último dato que también publica la Organización Mundial de la Salud: de cada 100 personas que habitan en el planeta tierra, solamente 8 pueden vivir más allá de los 65 años. La persona que escribe estas notas, ya rebasa esa suma de años, por lo cual les comparto que vivo contento, aprecio mucho mi vida, me siento bendecido y protegido por Dios -o su homólogo- y, doy las gracias por ello.

Agradezco a la doctora Quetzalli Méndez su lectura y amables comentarios para mejorar el escrito original, a ella y todo su equipo les deseo lo mejor.  A todos los lectores, les animo para que aprovechen las prerrogativas que ahora la vida les tiene reservadas, ¡que sean felices con lo que tienen! Cuiden de su salud y bienestar -se anuncia una cuarta ola de COVID con el nombre griego de OMICRON- alimentarse bien y nutrir adecuadamente sus cuerpos es una excelente opción. El cuidado de su bienestar, es responsabilidad de cada persona, así como de la búsqueda de su felicidad.

¡¡¡¡Felices fiestas de navidad y año nuevo 2022!!!! 

Al Arroyo El Salatillo

Por: Leonel Michel Velasco

Desde el viernes por la noche inicio una intermitente lluvia continuando todo el sábado, a la hora de la comida mi niña Victoria, nos mostró su cámara dentro de una bolsa plástica trasparente con doble cierre, diciéndome –mira pa, por si sigue lloviendo mañana que iremos al Saltillo–, su madre y yo solo nos volteamos a ver levantando el entrecejo como diciéndonos ps ya que y, luego pregunto –¿como son los parajes?– contestándole, es un asentamiento humano, donde viven distantes entre ellos, generalmente son espacios dedicado al esparcimiento, aunque ya parece una colonia de “grullenses”, “ejutlences” y uno que otro “tuleño”; resulta muy atractivo para los que vivimos en El Grullo, situados a 800 m. sobre el nivel del mar, con un clima caluroso medio húmedo, al subir 800 metros más, ya en Los Parajes, de inmediato se percibe el fresco cambio del clima, y esto, a menos de 13 minutos en auto; continuaron las preguntas –¿y ya conoces El Salatillo?–  si, aunque tengo tiempo que no lo visito, de antaño este arroyo era muy concurrido por familias, debido a su fácil acceso y el poco peligro que representa en el caso de una creciente, uno puede fácilmente apartarse del caudal y abandonar tranquilamente el lugar; en una ocasión situado a pocos metros vereda arriba, me toco escuchar su rugir, y observar sin riesgo el paulatino aumento del caudal con arrastre de tierra, piedras, troncos, varios animales inertes flotando, y otros luchando por su vida. –¡Ooo pobrecitos,!– Exclamo Victoria y agrego, – serían buenas fotos. Mira le dije este arroyo tiene dos bajitas cuatas cascadas, muy similares, seguidas una de la otra, lucen hermosas, merecedoras de ser admiradas en un calendario; con mirada desafiante me volteo a ver y me mostró su cámara. Bueno con este aguanoso temporal, no nos queda mas que prepararnos para mañana domingo, esperemos mejore un poco el clima; seguidamente Victoria, se fue a su cuarto para informar e invitar a sus amigis, como ella les dice; mmm dado el clima y la pandemia dudo que alguien nos acompañe. 

Con entusiasmo compartido decidimos irnos en el viejo chrysler  por su amplia cajuela; rumbo al arroyo El Salatillo, con esparcidos chipis chipis de silenciosa y leve lluvia, que en momentos se combinaba con gruesa neblina; llegamos bien ajuareados con paraguas, impermeables y unas carnitas en salsa al tiempo, al estilo Grullo pues, además de unos saludables tacos dorados de requesón combinado con cebolla acitronada y chile morrón; nada para calentar, dado el tiempo y la dificultad de encender fogata o enrojecer el carbón. Al cruzar el puente del mismo nombre encontramos el arroyo caudaloso, rebosante, pero sin manera de llegar a las cascadas. No sé si las crecientes modificaron su morfología o su cambio fue con el deliberado propósito de alejar a los ociosos, contaminadores humanos. 

Al estacionarnos en una explanada, al parecer acondicionada ex profeso; antes de bajar las cosas, en lo que me quitaba el pantalón para quedarme en short, listo para el baño, extrañado me cuestioné el que fuéramos los únicos en el silencioso lugar. Me dirigí a la vereda que baja al arroyo, encontrándola con la vegetación arriba de mi cintura; pareciera virgen (no transitada); intrigado y el querer ver las cascadas avancé, pidiéndoles que me esperaran un poco, que exploraría el camino. 

En el trayecto me encontré con harta basura no degradable que fui recogiendo en una de tantas bolsas plásticas y de pronto, osamenta vacuna, así como si la hubieran sembrado por la angosta, encharcada y enzacatada vereda; ¡Ho..! Mmmm, me pregunté –¿será algún mensaje?– continue reflexionando osamenta vacuna, muy ahora que se han puesto de moda dada la “hostigante” pandemia, que nos enfrenta con la muerte y, unos pasos más, así, de golpe, un nauseabundo y asfixiante olor, al lado de la vereda un par de vacas en estado putrefacto. Me paralicé por segundos, tiempo suficiente para recibir más de diez piquetes de zancudos o algún otro bicho, queriendo defenderme tire la basura que había recogido e instintivamente contuve la respiración y di media vuelta apresurando el paso, con la fotografía mental de un hervidero de gusanos en festín, transformando la materia muerta de las reses.

Rápidamente retorné a la explanada del estacionamiento, de inmediato mi señora noto mi molestia preguntando –¿qué paso?– a lo que les respondí que nos iríamos a otro lugar, que el arroyo se había comido parte de la vereda y que no era posible el acceso, omitiendo lo demás. –¿Y las fotos? – preguntó Victoria. La tomé de la mano la conduje unos cuantos pasos por el camino de terracería que lleva a un rancho cerca del puente el salatillo; ya sobre el arroyo, aguas abajo miramos sus cascadas, desde un dificultoso punto de equilibrio, entre piedras que, para luego, Victoria disparó su cámara digital, capturando el espíritu de dos bajitas cascadas, una tras la otra. 

Sin poder disfrutar el momento ya que aún estaba conectado reflexionando la experiencia anterior ¡Ho..! Mmmm ¡Vaya! Qué lástima. Otra opción familiar natural que se cierra al deleite generacional; así como el contaminado Río Ayuquila. Bien recuerdo ver flotando en sus aguas blanquecinas siluetas de peses envenenados, que al ser comidos por otros animales, corrían la misma surte y, el reporte de afecciones cutáneas de todo tipo de los bañistas. Cuando en ves del puente, solo era un vado para cruzar  el río, rumbo al Ingenio M. O. y Autlán, un amigo escribió sobre una piedra que sobresalía en medio de sus agua “Aquí agoniza el rio ayuquila. Culpables: Autlán, El Grullo, Ingenio” Mmm tristes noticias que ya son historia; así como el recién envenenamiento  de  dos comunidades cercanas, 53 niños de 13 a 15 años de edad en El Mentidero y la población de Ahucapán, dado el uso de plaguicidas,  herbicidas que, en más de quince países han prohibidos su aplicación agrícola. Y no hay problema que sigan echando cuetes al canal de riego para pescar… así es cuando no importa el bien común, cuando sólo cuenta mi eco-suicida beneficio; continué divagando y se me vino la idea de escribir mensajes “concientizadores” sobre la osamenta vacuna, tales como: No olvides tu basura, favor de no dejar huella, ni marcar territorio. Estas maravillas naturales la esperan futuras generaciones. 

Todo picoteado, con comezones de esas que mientras más les rascas más perduran, ofuscado con malos recuerdos, frustrado, triste y con repugnancia visceral, abandonamos el lugar. 

Arroyo La Compuerta

El Plan B, resultó ser de buen agrado, llegar a la hermosa orilla de Ejutla. Dándonos la bienvenida con calles de piedra laja propias del lugar, giramos a la izquierda para dirigirnos al perenne arroyo La Compuerta, al que pensaba visitar en temporada de secas ya que es alimentado por un caudaloso nacimiento del cual la población obtiene su agua potable, el sobrante conforma el arroyo que, desde luego en temporal, aumenta considerablemente su caudal. Un lugar acondicionado con ciertas comodidades: estacionamiento, baños y vestidores comunales, lavado de manos, gradas para sentarse, rústicos asadores compartiendo diferentes olores; un lugar muy familiar. Uno de sus principales atractivos son sus peces, que se alimentan de materia muerta del cuerpo humano, excelentes depiladores y relajantes, mi niña no aguanto el consquilleo; en el Japón cuesta miles de dólares, dar de comer a los peces. Sin duda este arroyo hace honor a Ejutla, nombre españolizado (nacimiento de Alquizar, donde brota el agua) y, el arroyo atraviesa por la mitad al mágico poblado.

Muy contentos abandonamos el lugar donde tuvimos la surte de que mejorara el clima; un espacio cómodo y de convivencia familiar un ejemplo de lo que pudiera hacerse con otros balnearios naturales. Victoria, estrenando su cámara y nuevas amistades tomó muchas fotos.

Resultando el dicho aquel que dice: “un clavo saca otro clavo”. Dejando atrás el mal sabor de boca que me dejara el arroyo El Zalatillo, experiencia que me provocó la intención de luchar por conservar el goce y disfrute de los ríos, arroyos y manantiales que en nuestras comunidades son una tradición, por lo que se debe constituir por derecho humano, parte de nuestro patrimonio cultural; pugnar para que nuestros políticos reglamenten leyes, para hacer operativo institucionalmente este derecho y garantizarlo en todo el territorio nacional. Ojalá fuera una iniciativa  que de aquí surgiera reafirmando a El Grullo, como un Municipio ecológico,  pionero en: la separación de desechos, naturismo, cooperativismo y con una alegre vocación musical.