Cuando cambiar es un imperativo

Carlos Palomera García

Estamos viviendo un tiempo político sin precedentes.  Muchas de las apuestas por la continuidad fueron derribadas en estas pasadas elecciones.  Durante varios meses todos los mexicanos fuimos bombardeados por mensajes apocalípticos que presagiaban que de ganar el ahora presidente electo “sería igual como regresar al pasado”, “que todo lo ganado se perdería”, “que se daría marcha atrás a todas las reformas ganadas”, por citar algunas de las muchas razones que escuchamos y leímos en diferentes medios hasta el hartazgo. Quiero decir, antes de proseguir,  que el actual presidente electo no era mi candidato ideal, pero menos eran los otros tres. ¿Qué me decidió votar por él y escribir el presente comentario? Simple y sencillamente porque consideraba, y sigo haciéndolo, que se requería urgentemente un cambio.

Como especie, somos muy renuentes a hacer y aceptar los cambios, porque todo cambio produce incertidumbre, produce temor. Nos encantan las costumbres y los hábitos porque dan una sensación de seguridad. Nos es muy fácil vivir en nuestra zona de confort. Sin embargo, la vida misma en nuestro planeta se rige por un constante cambio; todo está en movimiento… “lo único constante es el cambio”.  Para crecer, se requieren cambios, y esto aplica en todos los niveles: personal, familiar, político, empresarial.

Toda organización que quiera lograr y mantener estándares de calidad, debe aceptar y realizar cambios.  Aunque estoy de acuerdo que no todos los cambios producen mejoras, si considero que sin cambios no hay mejoras.  Durante más de dos décadas, El Grullo se ha ufanado de contar con un bachillerato tecnológico de excelencia.  Tan es así, que estudiantes de toda la región han acudido a estudiar en sus aulas. Mis tres hijos son egresados del famoso BTG.  Sin embargo, aún cuando mis hijos ahí estudiaban siempre me causó molestia la poca apertura y visión de los que administran la institución, que es un ejemplo muy claro de nepotismo en acción. A pesar de haber nacido como una institución para el pueblo, los que lo manejan forman parte de un cerrado núcleo familiar. Muchos de los miembros del patronato y de la dirección tienen lazos familiares, es decir,  “Todo queda en familia”.  Cuando estuve en la mesa directiva y se propusieron cambios para aumentar el espacio físico y las condiciones, estas ideas fueron rechazadas, sin argumentos convincentes.  Sé que esta negativa a aceptar ideas nuevas por parte de los padres de familia sigue siendo una constante, a tal grado que en este último año escolar, la dirección del BTG se quedó, o más bien, propició la disolución de la mesa  directiva de los padres de familia. La asociación de padres es -fue- la única fuente de ideas diferentes, de bocanadas de aire fresco que sugería cambios. Estas organizaciones,  cuyo único fin siempre ha sido el de apoyar en la búsqueda de recursos económicos y materiales para mejorar la institución, y con ello la educación de los hijos, fue eliminada, yo creo, con tal de no perder el poder en la toma de decisiones.  Porque eso de “disentir no va con la organización”, “si no estás conmigo, estás contra mí”.    

Admito que la educación recibida por mis hijos fue buena, pero no estuvo exenta de roces con los directivos, que aunque mostraron siempre disposición de escuchar las quejas, muy pocas veces mostraron disposición a hacer cambios para mejorar la situación. Maestros no capacitados, pero que eran de la familia, estuvieron al frente de grupos por años, a pesar de las quejas constantes de la falta de calidad, y de solicitudes de reemplazo.

Tengo que decir que me mostraba renuente a escribir la presente opinión.  “Al fin y al cabo, mis hijos ya no estudian ahí”, era mi justificación.   Pero ahora que sigo viendo que este problema va creciendo, y que los que ahí la dirigen siguen sin querer salir de su zona de confort y hacer cambios. Cambios  que sé  no solo ayudarán al BTG, sino al desarrollo de El Grullo, que requiere urgentemente contar con el flujo económico que los estudiantes aportan.Este fue el acicate que me motivó a redactar la presente. Sé que no se puede esperar que los cambios que saquen a las personas de la comodidad de la rutina se acepten sin resistencia, pero se necesita dar el primer paso.

Otra opción que podría apoyar al cambio tan necesario, es promover la creación de otra institución educativa.  Toda competencia es buena, ya que te ayuda a moverte, a cambiar.  Tan necesario es el movimiento de ideas, de fluidos, de actitudes, que sin ellas, no hay crecimiento, no hay calidad.   “Tan importante es el movimiento, que cuando las aguas se estancan no tardan en ser malolientes y causantes de enfermedad”.

¿Necesita el BTG contar con una competencia sólida, o quedarse sin alumnos para que sus autoridades promuevan el cambio?

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