EL TURISMO RELIGIOSO JALISCIENSE.

POR: PEDRO VARGAS AVALOS

               

El turismo es una actividad que impone su presencia. En la industria sin chimeneas, como se le bautizó hace años a es e ramo, se debe actuar con rapidez, habilidad y sentido social, para que redunde en beneficio tanto del visitante como especialmente de los directamente favorecidos.

                Millones de pesos se gastan por los visitantes  en cada lugar atractivo, ya sea por sus playas, sus montañas, su cultura y como en el caso de los santuarios, por el carácter religioso. Dejamos al margen los viajes de negocios porque aun cuando son importantes no entran directamente al renglón del turismo.

                En Jalisco se tienen verdaderas minas de oro en sus localidades con características religiosas. Sin ir muy lejos, aquí en Guadalajara tenemos la visita de los “Siete Templos” y en las cercanías, la Judea en Vivo de San Martín de las Flores, o el Santuario franciscano de Zapopan. En los dos primeros casos, son peculiares porque solo atraen miles de visitantes en Semana Santa; en cuanto al recinto sagrado zapopano,  aun cuando en octubre es la fecha culminante con la romería de la “llevada de la Virgen” que es de Guadalajara a Zapopan, la realidad es que todo el año recibe turistas. Al igual que la hermosa catedral tapatía, foco atractivo para todo mundo y en cualesquier época del año.

                Pero lo anterior solo es la primera parte de nuestra amplia oferta de turismo religioso. San Juan de los Lagos y su milagrosa imagen, como Talpa de Allende con su veneradísima Virgen, son dos joyas invaluables.

                La virgencita de San Juan, otrora especialmente enaltecida por los boxeadores, es faro que ilumina a millones de visitantes desde hace siglos. Sin exageraciones,  es la segunda localidad más frecuentada durante el año completo, después de la Villa de Guadalupe que está  dedicada a la Virgen de Guadalupe.

                En cuanto a la Virgen de Talpa, ahora identificada dentro de un viaje que denominan “la ruta del peregrino”, porque el periplo se inicia en Ameca, donde está la imagen del Señor Grande, que desde la Colonia es afamada por milagrosa, hasta culminar con la basílica talpense, llena de leyendas y plagada de crónicas de milagrería, es tan atractiva que hasta Juan Rulfo se ocupó de ella y el cine nacional le dedicó premiado filme.

                Pero no son esas las únicas localidades recipiendarias de turismo religioso. El caso de Temastián, en el norte de Jalisco, y de Cajititlán, en la zona de la laguna de Chapala son especialmente atractivos. Este, dedicado a los Santos Reyes,  es la culminación del recorrido de los templos barrocos que la orden franciscana erigió en Tlajomulco, que son una verdadera maravilla a partir del convento de Sata Anita (hoy de Tlaquepaque) donde se venera milagrosa imagen.

                Temastián, en el norte de Jalisco, tiene ahora en su cabecera municipal (Totatiche) un competidor que más bien se suma para enriquecer el turismo religioso de la zona: el museo y templo de San Cristóbal Magallanes, el santo que encabeza la ceremonia de canonización de los mártires cristeros que hiciera Juan Pablo II. Pero el solo santuario del Señor de los Rayos de Temastián, cuya historia se remonta a la Colonia, es visitado por decenas de miles de peregrinos durante el año; la basílica está ricamente ornamentada y cuenta con un salón de exvotos digno de admirarse. Hasta  libros espléndidos de ellos se han editado.

                 A esos lugares se han sumado otros, como el de Santa Ana  de Guadalupe, que es un fenómeno al que urge regularizar en Jalostotitlán. Allí se venera a San Toribio Romo, patrón de los braceros, indocumentados y emigrados: en consecuencia recibe visitas por miles, y siendo pequeño el poblado, ha crecido de manera  exorbitante.

                Hacer un catálogo de lugares de atractivos religiosos incluiría la senda de la cristíada, que envuelve prácticamente todos los Altos de Jalisco, con sus templos, historias legendarias y descripciones míticas teñidas de heroicidad. Pero no pretendeos ello, porque sería cuestión de un grueso volumen. De lo que se trata es de resaltar la suma importancia del turismo religioso, que en Jalisco es una verdadera bendición, pero que ocupa de la atención de las autoridades de la materia  para que esa inmenda riqueza, redunde en beneficio de los habitantes del Estado.

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