DIAS DE PINCEL
foto Leonel Michel Velasco
foto Leonel Michel Velasco

Nestor Daniel Santos Figueroa

Ignacio Madius no necesita presentación. Para todos los asistentes es una persona, un personaje familiar. Un artista con una presencia constante en la vida cultural de El Grullo. Ampliamente conocido aquí y también más allá de esta ciudad. Hemos sido testigos y hemos comprobado los pasos seguros dados en la formación de su oficio, y esta noche asistimos a una fiesta de la afirmación de su genio artístico al ver en las obras aquí expuestas la búsqueda y consolidación de un estilo propio.

No es concebible el amor al arte si con él si no va aparejado el amor hacia la libertad, y quien ama la libertad no puede, a su turno, evitar ser un viajero que continuamente quiebra horizontes y que lo hace no por capricho e inconstancia sino por su ansia de hallar un lugar desde el cual desplegar sin trabas la plenitud de su genio. Y sin duda, para Nacho el pincel es libertad, y desde ésta es que nos hace testigos privilegiados de su creación artística.

En efecto, el acto maravilloso de la creación estética enfatiza ese rasgo inherente al pensamiento que discurre en la libertad: la posibilidad de localizarse en ese lugar que no tiene coordenadas, en donde no hay aún ni lejanías ni cercanías y partir del cual el espacio se inaugura, situándose además en la dimensión pura del instante, en el cual el pasado y el presente sedifumina para dejar paso a ese punto en el cual coinciden lo fugaz y lo eterno.

Vivimos, y todos lo sabemos bien, un mundo que privilegia el individualismo, el hedonismo y el éxito inmediato y que sólo parece valorar la riqueza material.Dentro de él, podría alguien sospechar que el arte es un lenguaje hermético y elitista. Un trabajo inútil que en nada contribuye a la producción de riqueza, incluso gentes de buenas consciencias podrían interrogarse si ante la miseria material que sufre nuestro país no constituye el arte un goce evasivo que da la espalda a  una realidad dolorosa.

¿Por qué entonces reunirnos aquí para celebrar? ¿Por qué buscar rescatar un espacio para la exposición de arte? ¿Por qué realizar un trabajo de gestión que implica involucrar instituciones y voluntades personales? ¿Por qué molestarse en darle un lugar a un artista dentro de la vida cotidiana de un pueblo? Estos cuestionamientos no son en modo alguno originales y delatan una pobre perspectiva de la vivencia humana y que la reduce a las funciones más elementales. Sin duda, el arte corre siempre el riesgo de hacer concesiones a la frivolidad, a la exclamación estéril, algocemás superfluo, y hacerse así cómplice de su propio perecer.

     Sin embargo, rectamente asumido, él es la negación más rotunda en el afán de reducir al hombre a mero productor y simple tributario de una maquinaria social. Lejos está de encubrir los intentos por arrancarle su más noble dimensión espiritual, que es la de ser poseedor de una palabra creadora. Por ello, el arte es mucho más que un eco reproductor de la naturaleza. Por ello, cuando la belleza visita nuestra consciencia, lo hace de la mano de la sabiduría, y este es el modo en que cobramos conocimiento de nuestro lugar en el mundo.

Difícilmente podemos pues pensar en la creación que anima eso que llamamos obra de arte, como un valor desligado de nuestras preocupaciones más íntimas eincluso de nuestras vivencias cotidianas y por eso mismo no hay modo de concebirel gozo artístico si no es entendiéndolo como una búsqueda del bien, que al mismo tiempo es un modo de hacer brillar lo verdadero.

Necesitamos pues del arte para ser personas plenas, para aproximarnos a la sabiduría, para transformar el mundo pero, y lo sabemos bien, ello es sólo posible si previamente nos hemos transformados nosotros mismos. Tan o más desdichada que la pobreza material es la miseria de espíritu en la cual la imaginación languidece y el don de pensar la realidad bajo una nueva mirada se extingue. No en vano los regímenes autoritarios ahuyentan las expresiones artísticas cuando no las convierten en burdas parodias para transmisión de rígidas ideologías. No en vano la industria de la cultura masiva hace escarnio de las artes y reclama como expresiones superiores y más valiosas esas maneras conformistas, carentes de alma, que se fabrican para vender la felicidad del goce instantáneo.

La respuesta del arte es ampliar el mundo, enriquecerlo a través de la conquista de nuevas formas, despertar e inquietar nuestras mentes, cuestionar aquella racionalidad que privilegia la aparente verdad irrefutable de las cifras y que calcula la valía de la persona sólo en tanto que produce y construye.

La recuperación de la vida humana en toda su hondura y riqueza, mediante un acto que no es repetición sino creación, es pues lo que subyace a la labor artística, aquello que nos permite reconocer la liberación de lo poético por debajo de sus múltiples y variadas manifestaciones. Privilegios de la vista, para recuperar esa feliz expresión, y cernir esa combinación de sentidos, emociones y pensamientos que expresan la belleza entre las líneas, colores, texturas y volúmenes que nos entrega la creación plástica.

Agucemos pues la mirada ya que hoy tenemos ante nuestros ojos una exposición que nos hace vivir una vez más esas verdades fundamentales del arte y que nos permite maravillarnos con el diálogo, siempre prodigioso, entre el talento individual y la unidad del impulso creador. Seamos testigos de los “Días de pincel” de Ignacio Madius, sus días de libertad, de compromiso y del invaluable regalo de su creación artística.

     Dignifiquemos el espacio en el que estamos, recuperando la escencia del reclamo de un pueblo que aún mantiene la deuda de darle al arte el lugar que le corresponde en su vida cotidiana. Reconozcamos el esfuerzo de Natalia y la disposición del Tecnológico Superior de El Grullo por apoyar la difusión del arte local, del crecimiento de nuestros artistas y  de la superación diaria de nuestro pueblo.

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